Opinión
La crónica de Amilibia: ¿Cuántas veces, hijo?
Hay una disociación enigmática/paranormal entre la carita de niño aplicado y su descubrimiento como pequeño monstruo irrespetuoso con la ley del «solo sí es sí».
Íñigo Errejón desespera a Sumar y el Barça humilla al Madrid. La pesadilla recurrente de Florentino Pérez debe de ser el terror a haber fichado a una estrella (Mbappé) en declive y la del Apolo de la Moncloa, cómo reanimar los restos de la Yoli ante el advenimiento de Pablo Iglesias, un ángel vengador en su salsa apocalíptica. Un apunte en este escándalo en todo este escándalo que solapa por un ratito el caso Ábalos/Bego/Aldama/Sánchez: hay una disociación enigmática/paranormal entre la carita de niño aplicado y su descubrimiento como pequeño monstruo irrespetuoso con la ley del «solo sí es sí». Cuesta imaginar que detrás de su estampa de hijo ideal de todas las madres habita un maltratador y agresor sexual. Si llegara a pasar de novio ideal de la España roja al banquillo, el rostro infantil compungido, casi lloroso, conmovería hasta a Irene Montero.
Leo: «En la formación morada reconocen que las conductas machistas de Íñigo Errejón eran un clamor, pero no denunciaron. Los de Yolanda Díaz creían que estaba curado». Bueno, esto puede explicarse: después de sus visitas al Vaticano para ver al Papa, es probable que la Yoli, rebosante de fe y caridad, de auténtico espíritu comunista, recibiera en confesión a Íñigo, hijo desviado, y lo absolviera bajo la condición de que esas acciones impuras no volvieran a repetirse. Quizá los podemitas explicarán que se sentían incapaces de entregar a la crueldad de los jueces fascistas al compañero contagiado del virus neoliberal y burgués, víctima del capitalismo. Solo lo harían a un campo de trabajo maoísta, inexistente aquí. La Yoli impondrá a sus varones una catarsis de fuertes dosis de bromuro, Errejón escribirá un libro, «La perseguida hasta el catre», en plan Simone de Beauvoir, lo promocionará en «La revuelta», Broncano le preguntará «¿cuántas veces, hijo?», y luego, a «First Dates».
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