Este sábado 3 de junio, París era el escenario de una de las bodas más esperadas del fin de semana: la de Daniel Clará y Anne-Marie Colling. Tras cinco años de relación, la pareja sellaba su amor en la basílica de Santa Clotilde ante cientos de invitados entre los que se encontraban Paloma Cuevas y Boris Izaguirre.

Daniel es el único hijo de Rosa Clará y el heredero de un imperio nupcial que fundó su madre. Licenciado en arquitectura y con un MBA cursado en Boston (Estados Unidos), el joven de 31 años es miembro del Consejo de Administración de la empresa de su progenitora y su mano derecha. Entre sus funciones, se encuentran las de dirigir las áreas de marketing, producto y ventas.

El hecho de que Dani, como le llaman sus amigos, decidiera proyectar su futuro laboral al lado de su madre supuso todo un orgullo para ella, que declaró que era casi lo más importante que le había pasado en su vida. Así, al frente de la firma mano a mano, el empresario -al que su madre califica como inteligente y responsable-, daba un paso más este fin de semana en su estable vida al casarse con la estadounidense Anne-Marie Colling.

Licenciada en económicas, la ya esposa de Daniel Clará nació en Hong Kong, tiene la misma edad que su marido y es hija de padre americano-ruso y madre coreana, los cuales residen actualmente en Chicago. Los recién casados se conocieron en Milán y su hoy marido contó a ‘Vanity Fair’ cómo había sido su pedida en Barcelona con un anillo que había diseñado él mismo: “Lo planeé todo muy bien. Le dije que sería bonito ponernos guapos para salir los dos solos, aunque antes pasaríamos un momentito por la casa que nos estamos construyendo. Le tapé los ojos y la llevé hasta el lugar, en medio de las obras, donde había puesto cojines, lucecitas, velas, una cubitera con champán, copas…. Entonces le quité la venda, hinqué la rodilla en el suelo y saqué el anillo”.

Por supuesto, su prometida contestó que sí. “Le dije que no había sitio mejor para pedirle matrimonio que el lugar donde crearemos nuestra propia familia, se emocionó y se puso a llorar”, explicaba Daniel hace solo un año. Ayer, con su madre ejerciendo como madrina en la boda, el joven puso el broche de oro a su relación junto a una radiante novia vestida por un diseño de la firma familiar con micropedrería que fue confeccionado durante más de 500 horas de trabajo.

Tras la ceremonia, los invitados se trasladaron al Museo Rodin donde dieron cuenta de un gran banquete y la posterior fiesta. Según adelantó Daniel, los planes inmediatos después de la boda son los de “buscar un bebé”. Mientras tanto, seguirá dedicado a la empresa de la que es heredero y a sus aficiones que, como muestran sus redes sociales, son principalmente el esquí, la música y los viajes.