Corrupción política
La intrahistoria del oscuro patrimonio de Julián Muñoz: de «La Pera» a «Banana Beach»
Se declaró insolvente y fue a la cárcel. Repasamos las propiedades ligadas a la familia de Julián Muñoz. Un tour por diez inmuebles que recrea el pasado del expolítico
Julián Muñoz figuraba en la agenda de Roca como «El palomo», denominación que le daba, tal vez forjando un guiño a su segundo apellido. Nadie sabe cómo sus bienes se esfumaron volando de la noche a la mañana, como por arte de magia, en medio de la vorágine de investigación de la Agencia Tributaria. El mismo Julián dijo que cuando le embargaron solo tenía cinco millones de pesetas, de un sueldo de treinta y dos millones de pesetas anuales que cobraba en «blanco» del Ayuntamiento como nómina. También le incautaron propiedades, dos vehículos y varias cuentas corrientes en Suiza y Gibraltar. El Tribunal de Cuentas no se ha dado por vencido y continúa investigando dónde están esos fondos monetarios, que ascienden a 46 millones de euros, ante la posibilidad de que se encuentren en paraísos fiscales. Desde que salió de prisión, él no se cansó de decir por activa y por pasiva que era insolvente: «Solo vivo con mi pensión de 400 euros, y no tengo patrimonio oculto en ningún sitio del mundo». Y añadía que solo le quedaban «las tierras que tenía mi padre y me dejó en herencia en mi pueblo y que no se si podré dejar de herencia a los míos, cuando me muera, porque están embargadas».
Julián Muñoz se declaró insolvente siempre. Es por eso que nadie sabe cómo pago la suite del HC que estuvo utilizando, sistemáticamente y hasta el día de su muerte, en el hospital más caro de Marbella. El dinero más palpable y reciente son los miles de euros obtenidos por vender su muerte en vida a una conocida productora, que emite estos días por capítulos las últimas palabras de Julián que quiso que se hicieran públicas después de estar muerto. Este dinero queda a favor de su mujer e hijas, nombradas herederas universales.
Su último y polémico hogar
Sigamos la pista de los pisos que rodean a la familia. Arrancamos con «Banana Beach», el último reducto que eligió para vivir y morir y donde ahora reside toda la familia. Se trata de una construcción que Muñoz legalizó en zona verde, en 2002, y sobre la que pesa una orden de demolición por parte del Tribunal Supremo, que ordenó derribar los tres bloques ilegales. Estando en la cárcel de Alhaurín de la Torre, solicitó al Consejo de Ministros su indulto por el caso «Banana Beach», un delito que cometió contra la ordenación del territorio en su modalidad de prevaricación funcionarial urbanística y que ahora, tras no demolerse, él lo eligió como su hogar hasta el fin de sus días con Mayte Zaldívar y el novio de ésta, Fernando Marcos, que también ocupa otro inmueble. El complejo construido cuenta con 238 viviendas repartidas en tres edificios. Era el suelo destinado a la estación de ferrocarril en Marbella.
Si existe un escenario por excelencia que pueda rendir buena cuenta del concepto de corrupción urbanística en Marbella, ese es el Hotel Guadalpín. Muñoz concedió por decreto a la entidad Confira, que pertenece al grupo Aifos, la licencia de primera ocupación el 25 de febrero de 2003, un día después de haberse formalizado la escritura de una suite de 180 metros cuadrados, a pesar de los informes en contra de los técnicos de Urbanismo. El entonces alcalde de Marbella ya pensaba en Isabel Pantoja para que fuera la imagen de la ciudad. Muñoz, según el juez instructor del caso «Blanqueo», adujo que él mismo levantó la paralización que existía sobre las obras del hotel por un problema de exceso de edificabilidad, para beneficiarse de dos inmuebles, al menos que se sepa, dentro de un complejo de apartamentos de lujo que, según apuntaron muchos, fue el lugar donde la folclórica y Julián Muñoz comenzaron a consumar su idilio. Así, el apartamento número 105 del hotel Guadalpín fue adquirido por Isabel Pantoja en enero de 2003. La cantante no dio señal ni provisión de fondos alguna, sino que fue directamente a escritura. La tonadillera explicó el día de su declaración en el juicio que pagó la suma con dinero en metálico que tenía en casa procedente de diversas galas y sus otros ingresos. Nadie creyó la versión y así el instructor del caso, consideró que Julián Muñoz «trató de ganarse a Pantoja» con la compra del lujoso inmueble.
La fiscal alegó que este apartamento se sufragó con fondos de procedencia supuestamente ilícita. Pero esta no fue la única vivienda que obtuvo Muñoz en el Guadalpín. También estaba el espacioso ático en la última planta del edificio, que fue ocupado mucho tiempo por la que es ahora su viuda, Mayte Zaldívar. Un lugar donde hacía las fiestas más sonadas de la época y donde nunca faltaba de nada.
Manolita, Pantoja y Mi Gitana
Julián y Pantoja antes de comprarse «La Pera» se alojaron en la casa personal de su vendedor Carlos Sánchez, más conocido como el padrino de Roca, que les «prestó su casa» al borde del mar mientras se ultimaban los detalles de la adquisición de su otra propiedad. En «Villa Manuela», grandes empresarios jugaban al póker a mediodía. Media Marbella. Por ahí recalaron Lorenzo Sanz, Pepe Hidalgo, Roca, Ávilas Rojas. Pero quien cortaba el «bacalao» en la finca era doña Manolita, mujer de Carlos Sánchez, a la que nunca le gustó Isabel. Como bien contaba a este medio el personal que trabaja en la casa, «a Julián lo tenían que aguantar, porque el jefe le debía favores».
Es por eso que la compra de «La Pera» se aceleró, porque las desavenencias no cesaban. Julián se hizo con «La Pera» y le puso el nombre de «Mi Gitana». La compra se realizó por 1,9 millones de euros. Casi un año después, en abril de 2004, se elevó a escritura pública en la notaría de Javier Ramos en Madrid. La sociedad Panriver 56, S.L. compró la propiedad.
La hipoteca se suscribió con Banif, la banca privada del Santander, por un capital de 2,4 millones de euros. Poco tiempo después, la villa se ponía a la venta en la inmobiliaria de Kristina Seckelli por el doble del precio de lo que la compraron. Durante una etapa se convirtió en el nidito de amor de Isabel y Julián, donde vivieron con gran pasión su relación, pero las sombras llenaron pronto sus paredes y fue el reducto donde empezó a desmoronarse la vida de la tonadillera, cuando el 2 de mayo de 2007 accedían miembros de la policía para proceder a su detención, imputada por presuntos delitos de blanqueo de capitales y contra la Hacienda Pública.
Julián ha contado que fue él quien amuebló esa casa en la que se gastó más de seiscientos cincuenta millones de pesetas, que nunca volvió a ver. En marzo de 2015, Isabel Pantoja se quitaba de encima la villa de sus amoríos por 2,2 millones de euros.
[[H2:«Las Petunias» y las bolsas]]
Julián Muñoz ubicó su domicilio familiar en un gran chalé en la localidad de San Pedro Alcántara, en la avenida principal del paseo marítimo. Ese fue, sin duda, el lugar más agridulce de su existencia. Dulce, por un lado, porque vivió su periodo más familiar con su mujer y sus hijas; y amargo, porque es allí mismo donde la policía detuvo a Mayte Zaldívar, madre de sus hijas, en el marco de la «Operación Malaya».
Jesús Gil, después de las desavenencias que tuvo con Julián Muñoz, no paraba de airear por Marbella el chascarrillo malicioso «de que alguien excavara en el jardín de «Las Petunias», que había caletas de dinero enfajado y enterrado bajo tierra en bolsas de basura». Julián Muñoz, cuando dejó a Mayte Zaldívar, cambió su domicilio y se trasladó a vivir a pocos metros de allí, a «La Pera», en «Mi Gitana». Eran otros tiempos.
El chalé de Eloísa en Locrimar
Julián, cuando sale de la cárcel se va a la casa de su hija Eloísa, fruto de un anterior matrimonio de Mayte Zaldívar. Un chalecito en la zona de Locrimar. Se da el caso de que esa zona de Nueva Andalucía la urbanizó otro imputado de la «Operación Malaya», Manuel Lores, que operó en el hotel que construyó al lado sin licencia urbanística, desde 2005 hasta que la policía le cerró el establecimiento con «Malaya», por no ajustarse al ordenamiento urbanístico vigente.
Al poco tiempo de vivir en el chalecito de Locrimar, se marchó a vivir a otro piso cerca del de su hija en la urbanización Albatros, ubicada en pleno corazón de La Campana. Por su situación, le daba opción a desplazarse con comodidad a su anterior domicilio, pero cambió de lugar porque necesitaba cierta privacidad, ya que acababa de estrenar nuevos amoríos. «Es normal, él tiene una vida. Por eso nos dijo a los amigos que se iba a vivir a una vivienda cerca de la de su hija», comentaba a este medio una de sus amigas más cercanas y antiguas.
La época del piso de Albatros la vivió como una segunda juventud, incluso se hizo un página de Facebook para poder ligar con el sobrenombre de «Oso Yogui». De esta manera, (casi) nadie sabía que se trataba de Julián Muñoz, el exalcalde de Marbella, el que se paseó con su Ranger Rover y su pensión de cuatrocientos euros hasta los últimos días de su existencia.
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