Evento
El gran plan (fallido) de Caritina en el concierto de Melendi: pidió no pasar por photocall para ser anónima en platea y poder respirar tranquila
Quería un respiro, bailar y cantar sin pasar por el photocall. Hablamos con su amigo Hubertus de Hohenlohe
La vida que se fraguó Caritina Goyanes, en torno a su familia, fue la respuesta a todas sus plegarias. Hasta el último suspiro lo hizo pensando en hacer planes con ellos. La empresaria, rebosaba entusiasmo y positividad, y ese pasado lunes, no podía imaginar que sus planes se truncaron por una muerte absurda, que silente la acechaba en la acera de enfrente, mientras ella solo se empeñaba en vivir.
Tres horas antes de fallecer, reservar entradas para ella, su «Mato» y los niños, para el concierto de Melendi en Starlite. Quería distraerse un rato en el concierto del asturiano, que era uno de sus cantantes favoritos y las canciones de su recital, también las habían aprendido sus niños. Y ahí se quedó el último plan de Caritina para con los suyos. Según ha sabido LA RAZÓN, por fuentes de la organización del festival boutique, Caritina, ya había organizado todo para el concierto.
Necesitaba airearse, salir de la casa, donde aún permanecía la urna con las cenizas de su padre, con el que ha sido enterrada el pasado miércoles. Melendi fue su último gran planazo. Escuchar esa letra que tanto le gustaba: «…..Voy caminando por la vida, sin pausa, pero sin prisa, procurando no hacer ruido, vestido con una sonrisa….». Para este plan musical en familia, Caritina pidió expresamente a la organización del festival de música más famoso de la Costa del Col, no hacer photocall, que no la pusiera en palco de VIPS y que la mezclaran en platea con toda la gente.
Solo quería un «break», respirar después de los momentos tensos que había vivido los últimos días con la música en sus oídos. Fundirse con el público y respirar. Caritina era de las que pensaba, que sin música, la vida era un craso error, así que siempre que podía, cogía a la familia por montera y se plantaban juntos en los conciertos más singulares, como el de mayo de Taylor Swift en Madrid, el más ambicioso del año, con los mejores efectos visuales, lumínicos y pirotécnicos, que hicieron las delicias de su niña.
Los Goyanes y los Hohenlohe
Sus amigos la adoraban y como nos cuenta Hubertus de Hohenlohe a este medio: «Hizo grandes sus apellidos, porque ella era generosa y buena». Los Goyanes y los Hohenlohe siempre han sido una piña en Marbella y han compartido muchos momentos de la época del oropel. Las distintas generaciones han ido perpetuando su amistad, como fue el caso de Caritina y Hubertus.
La empresaria estaba invitada al concierto que Hubertus hizo el pasado día 19 en Starlite, dónde el polifacético príncipe lanzó sus canciones, acompañado de su esposa Simona y Blanca Ares, en el escenario coreando su último tema «Noche Peligrosa». Pero ella no fue. Hacía muy pocos días que Carlos Goyanes había fallecido y Caritina no se encontraba con fuerzas para nada.
Hubertus resalta que una de las últimas veces que vio a la empresaria, fue en Madrid en el catering que le encargó para el funeral de su madre Ira de Furstenberg en el palacete dónde vivía: «Ella era espléndida, siempre le encargamos los catering, porque era muy profesional y muy generosa. Yo le decía siempre que era muy barato, que tenía que subir los precios», recuerda muy emocionado.
Desde que Caritina entró en el mundo de Emaús se aficionó a grupos de música como el de Hakuna, artífices del pop católico de moda, un movimiento musical de la Iglesia que empezó con un grupo de jóvenes que querían seguir a Cristo y se han hecho virales tanto para creyentes como no creyentes. La principal actividad que les caracteriza son «grupos de vida» que se reúnen para hacer retiros. Esos que tanta paz y sosiego le dieron a Caritina y que a su vez transmitió a su familia, incluido a su marido, con el que ejerció el don del perdón.
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