Prensa del corazón
La otra reina danesa, la del cotilleo que nunca calla
Ditte Okman es una rareza y una celebridad en este discreto país gracias a su lengua viperina, especialmente contra los miembros de la Casa Real
Si hay una palabra que define a los habitantes de este país, cuyo tamaño no llega a la mitad de Andalucía, es equilibrio. Para ellos significa modestia en la ambición y calma en las emociones. Disfrutan de la sencillez de una rendijita de sol y se apegan a ese «hygge», cien por cien danés, que aporta calidez al hogar y felicidad a la gente. Al vecino le importa poco lo que pasa en la casa de al lado, esa cosa que nosotros llamamos vivir en sociedad, la sal de la vida o el edulcorante con que aliviamos la carga de los días. La agitación que le ponemos en España a las citas secretas de su, ya casi, rey Federico X o a la congoja de la nueva reina María solo la secundaría Ditte Okman.
Ella es la otra reina danesa. La del cotilleo, la que en lugar de tiaras contiene su pelo ensortijado en un recogido y celebra las vidas ajenas con una botella de vino blanco Chardonnay sobre la mesa de grabación de su espacio «De qué hablamos». En el estudio, por cierto, no faltan las revistas españolas del colorín. Con este afán tan mediterráneo, LA RAZÓN ha contactado con ella para pedirle que comparta con nuestros lectores la crónica de estas jornadas previas a la proclamación. Ha desistido, pero nos remite a todo lo dicho en su disparatado podcast.
Ditte es una celebridad en Dinamarca. La escuchan más de 250.000 daneses. No está mal teniendo en cuenta que la población no llega a los seis millones y esa escasa curiosidad que despiertan en ellos los enredos ajenos. Según Gallup, los daneses apenas leen la prensa del corazón. En internet sí hay algo más de interés por revistas como «Se og Hør», fundada en 1940, que cubre la vida de las celebridades o, como ellos dicen, «el intercambio indiscreto de rumores e información poco fiable sobre sus vidas privadas».
Los aristócratas y miembros de la realeza encabezan la lista de preferencias en sus portadas, mientras que los políticos, salvo raras excepciones, han perdido visibilidad. Si Federico X relajase algo esa estricta norma no escrita de mantener blindadas sus vidas privadas, su esposa, la reina María, podría ocupar el lugar que dejó Diana de Gales en la prensa del corazón de este país. En los ochenta, la presencia de Lady Di en las portadas agotaba todas las tiradas. Como era de suponer, las mejores historias son las que destapan una infidelidad o una nueva pareja. Los daneses, sin embargo, se han acostumbrado a que uno de sus mayores escándalos sea el paseo en bicicleta sin luces de Mary Donaldson una tarde de verano.
Asuntos estrictamente privados
Incluso la escapada de Federico a Madrid para visitar a Genoveva Casanova, que tanto dio que hablar en la Prensa española, se trató con comedimiento. Mientras el resto del mundo veía cómo tiritaban los sólidos cimientos del Palacio de Amalienborg, la residencia real, la Corona trató de sostenerlos con un comunicado que recordaba su política «desde hace años, de no comentar ni confirmar cualquier detalle relacionado con asuntos privados», incluidos los del «príncipe heredero».
Con tal advertencia, el diario monárquico «Jyllands-Posten» se limitó a una sutil reprimenda a Federico aconsejándole encarrilar su vida para no desgastar la confianza que aún le deposita la población. En cualquier caso, dejaba claro que era un asunto privado. Kim Bach, comentarista de la Casa Real en el periódico «Ekstra Bladet», se limitó a descartar la infidelidad con un comentario exasperantemente ingenuo: «Puedes estar en una habitación con alguien del sexo opuesto sin tener relaciones sexuales». Los daneses, de naturaleza pragmática, aprovechan estos escándalos, para discutir dilemas morales, según la investigadora de la Universidad de Copenhague Anne Jerslev, quien admite que este tipo de información sirve de botón de pausa, pero también como la invitación a una reflexión moral sobre aspectos cotidianos, como si se debe perdonar o no el adulterio.
El azote de los famosos
A quien no le sirven las sutilezas es a Ditte Okman, «la mejor reina del cotilleo del mundo», como ella dice. Habla sin pelos en la lengua, sin importarle un comino si agrada u ofende. Es una mujer singular y despierta tanta curiosidad en el país como la reina que abdica. Tiene 49 años, es madre de dos hijos y se ha acostumbrado a recibir con un paraguas la lluvia de comentarios porque sabe que, siempre, cae algún guijarro. Su lengua viperina es el azote de los famosos, sobre todo los de alta cuna y de baja cama. Se nota que disfruta, a pesar de los correos electrónicos que recibe de vez en cuando de ciudadanos enojados que la insultan o le piden que se calle.
Ditte creció en una familia humilde en la localidad de Farum. De su padre, israelí, dice que era un tipo desarraigado. Su madre, demasiado independiente. Admite que no se podía esperar de ella nada convencional. Y así fue. La primera vez que se escuchó su nombre en público fue en 2010, después de llamar a una empleada del Palacio de Christiansborg «enferma mental medicada y jodida» a través de su cuenta de Facebook. La reacción a sus palabras fue lo que los daneses conocen como «una tormenta de mierda». Más tarde le envió flores, se disculpó y se quedó en casa envuelta en un edredón y llorando a moco tendido durante un mes. Una imagen propia de Bridget Jones que los daneses tardaron en olvidar.
En su programa «De qué hablamos» ha encontrado excelente acomodo para su personalidad excéntrica y libre, «incluso para tomar decisiones absurdas». Precisamente, cree que uno de los secretos del éxito de su programa es que todo el equipo da mucho de sí mismo. «Hemos creado una comunidad donde nuestros oyentes realmente sienten que nos conocen. Saben cuándo hemos tenido un mal día y también que no decimos tonterías, ni pretendemos ser mejores de lo que somos», declaraba recientemente.
Su musa, la reina Margarita
Suelta tacos, ríe a carcajadas y habla sin freno, compartiendo incluso detalles de su propia vida privada. Es así y le da igual si el micrófono está abierto o cerrado. Uno de sus personajes predilectos es la reina Margarita. Hace unos meses tiraba de sarcasmo para comentar su hábito de fumar, incluso cuando estaba a punto de entrar en el quirófano.
«Me pregunto si una señora de unos 80 años realmente necesita dejar de fumar si tanto le encanta. Deja que la señora fume, ¡porque le encanta! ¡Porque ella es vieja! ¡No sólo porque es rica y hermosa y vive en un castillo y tiene sangre azul en las venas!», clamaba. Nadie como Ditte sabe cuántos cigarrillos consume, cuántas veces cambia de traje, cuánto gasta en joyas o cuántos días trabaja su hijo Federico. Le divierte comparar la fuga del príncipe Joaquín, el hermano menor, y a su segunda esposa, Marie, con la de Harry y Meghan Markle. No hace falta, por cierto, señalar que esta peculiar periodista no es monárquica, aunque, según dice, no tiene nada en contra de los miembros de la familia real. «Todos y cada uno son una agradable y buena compañía». Según viene anunciando en su cuenta de Instagram, las próximos días van a ser especialmente emocionantes.
Bolsos con vulvas, su pasión desconocida
Los chismes, aunque divertidos, no son la aventura profesional más picante de Ditte Okman. En sus redes sociales promociona productos con diseños de vulvas para reivindicar a la mujer. De haberla descubierto antes, las políticas podemitas Ángela Rodríguez «Pam» o Irene Montero le habrían asegurado alguno de sus talleres o de sus controvertidas campañas. Además de bolsos, ha creado su propia vela vaginal «finamente perfumada con notas de canela picante, mandarina dulce y cualquier otra cosa que sugiera en su memoria». Igual hizo la actriz Gwyneth Paltrow, aunque posteriormente esta admitió que la idea se le había ocurrido drogada. Ditte, por el contrario, no se justifica y, además, lanza encuestas entre sus oyentes para ver el impacto de sus ingenios. No se puede negar que la cronista de la nueva corte de Federico X no tiene precio.
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