Aviación
«El humo se veía a 20 kilómetros»
Testigos del siniestro vieron una enorme bola de fuego y oyeron varias detonaciones
Como recuerdan en Los Llanos, la comarca recibe su nombre por ser totalmente lisa. De ahí que los escasos restaurantes y clubes que hay alrededor de la base aérea –los que permanecían abiertos; ayer, lunes, muchos se tomaron el día de descanso– fueran testigos del accidente. «Hemos oído explosiones muy fuertes. Nos hemos asustado», comentaban ayer los trabajadores de un club social situado a unos tres kilómetros. Y es que están muy acostumbrados al sonido de los aviones al aterrizar y despegar, pero no a lo que escucharon durante la media tarde de ayer. «Después, vimos una humareda muy grande. En seguida nos dimos cuenta de que algo había ocurrido en la base», añadieron.
José Miguel Campayo regenta el Mesón El Lomo, a escasos metros de la base militar. Ayer cerraba, pero él se encontraba dentro del restaurante realizando labores de administración. No escuchó ruido alguno, le alertaron las redes sociales, los medios de comunicación y los alumnos que asisten a un curso que se imparte en sus locales. «Algunos de los chicos que llegaron tras el accidente me dijeron que la columna de humo se veía desde la localidad de Chinchilla, a unos 20 kilómetros de distancia», explica. Campayo conoce a mucha gente en la base, pues se acercan hasta su restaurante para comer o cenar. Dice que ha hablado con un amigo que trabaja dentro del recinto y que le ha dicho que los fallecidos son todos extranjeros, fundamentalmente franceses e italianos. Por su parte, a Jesús Martínez, trabajador del Centro Integrado de Formación Profesional (CIFP) Aguas Vivas, a dos kilómetros del lugar, la tragedia le cogió cuando llegaba al trabajo, por lo que «sólo pude ver la columna de humo». «Eso sí, alumnos y profesores que venían de camino contaron que vieron una bola de fuego y varias explosiones», añadía, al tiempo que explica que es habitual que las aeronaves militares sobrevuelen el centro tanto en el despegue como en el aterrizaje. «Estamos tan acostumbrados que ya ni los notamos, pero pueden despegar en un margen de media hora unos 30 o 40 aviones», concluye Martínez.
Una trabajadora de un restaurante situado en un parque cercano, a un kilómetro de la base albaceteña, fue testigo directo del accidente del F-16. Como comenta el dueño de este local, la mujer entraba a trabajar justo cuando se produjo el siniestro. «Era la hora de entrada. Entonces vio que uno de los aviones subía y, a los pocos instantes, bajaba. Algo que le extrañó, porque nunca ocurre así», afirmó a este diario. De esta forma, el F-16 comenzó a descender, aunque no lo hizo a gran velocidad. Justo a continuación, empezó a surgir una «enorme» columna de humo. Fue después cuando escucharon «varias explosiones». Muy poco después, comenzaron a llegar las dotaciones de Bomberos y Guardia Civil.
Los propietarios de estos locales han podido hablar con algunas de las personas que se encontraban en la base en el momento del accidente. Como otros testigos directos del siniestro, les han manifestado que «creen que no hay víctimas españolas». No en vano, recuerdan que el programa TLP para pilotos estaba formado en su mayoría por extranjeros, y que en los cursos puede haber hasta 500 pilotos en rotación.
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