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Gimnasia

Los psicólogos ante el “caso Biles”: “Ha priorizado su salud al rendimiento deportivo, y no es lo habitual”

Ha puesto sobre la mesa el debate de la presión que sufren los deportistas, y que muchas veces callan. “Detrás de un deportista hay una persona, y a veces se les olvida”, dice José García Donate, del Instituto Centta

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La gran noticia de los Juegos no ha sido ni será un récord del mundo o una actuación espectacular de una judoca, un nadador o un ciclista. La imagen potente de los Juegos de la pandemia es la de Simone Biles, pero no con los cinco oros a los que aspiraba para hacer historia. Al revés, es su valor para decir: «No puedo más». En la final de gimnasia por equipos, la estadounidense dio el primer salto y al caer lo que hizo crack no fue su tobillo, fue algo en su interior. Simplemente, no podía seguir. Su cabeza no estaba allí, se lo explicó a las compañeras y no volvió a competir. Habló de pensar en su «salud mental» antes que en otra cosa. Le quedaba mucha participación en los Juegos, pero ahora ya no es nada seguro. Lo que sí se sabe es que tampoco estará hoy en el concurso completo individual. «Después de una nueva evaluación médica, Simone Biles se ha retirado de la competición individual para poder centrarse en su salud mental. Continuará siendo evaluada día a día para determinar si participará en las finales por aparatos», decía la Federación Estadounidense de Gimnasia en un comunicado. «Apoyamos de todo corazón la decisión de Simone y aplaudimos su valentía al priorizar su bienestar. Su coraje muestra, una vez más, por qué es un modelo», añadía.

Biles puso de manifiesto otra cara del deporte alejada de los éxitos, que es lo que más se suele mostrar y contar. En realidad, es algo por lo que han pasado muchos deportistas a lo largo de su carrera: sufrir la presión de tener que estar bien para un determinado día y una hora y quedar paralizado cuando llega el momento, obsesionarse con la victoria durante años de preparación...pero la novedad es que ella paró en el mismo instante en el que sucedió, renunció a su sueño, por el que tanto se había preparado, y lo hizo público allí mismo sin dudar. «En la mayoría de casos, el deportista, por inercia, aún con malas sensaciones, tenderá a seguir con su actuación con el peligro que eso conlleva», asegura José García Donate, psicólogo especialista en Psicología Deportiva del Instituto Centta. «Y no me refiero al peligro de que no consigue ganar (eso que “tenía” que hacer por ser la mejor), sino al peligro tanto físico como mental por forzar la “máquina”, cuando el cuerpo le está dando claros mensajes de que no está en plenas condiciones», prosigue.

Phelps, Iniesta, Abrines, Osaka...

El mito de los mitos en los Juegos, el nadador Michael Phelps, ganador de 28 medallas, 23 de oro, ha confesado que durante su vida sufrió varias depresiones que incluso le empujaron a la bebida o a decir: «No quiero vivir más». Salió del agujero. En pandemia, ya retirado, volvieron esos miedos. Álex Abrines, el jugador de baloncesto del Barcelona y de la selección, tuvo que parar durante siete meses por una depresión y confesó que una de las claves para superarla es contarlo. El futbolista Andrés Iniesta se tuvo que poner en manos de una psicóloga durante un periodo y recientemente ha sido la tenista Naomi Osaka, ganadora de cuatro Grand Slams, quien admitió que la ansiedad la estaba devorando e incluso abandonó Roland Garros. Abrió el debate sobre la salud mental de los deportistas que ahora se ha multiplicado con Biles, con el altavoz de unos Juegos. «Ha sido una semana dura, ha sido un proceso olímpico complicado, ha sido un año largo, hay muchos factores distintos, creo que estamos demasiado estresados», argumentó.

En este último ciclo olímpico estalló el escándalo de Larry Nassar, el doctor condenado a cadena perpetua por abusar de al menos 350 deportistas, entre las que estaba Biles, que además denunciaron que la Federación y el Comité Olímpico estadounidenses permitieron que sucediera. Luego llegó la pandemia y tener que alargar un año más la preparación; y en Japón, convertirse en el centro de atención, en la estrella de los Juegos, y competir sin público. Claro que ella ya sabe lo que es experimentar eso porque es la mejor y en Río ya lo superó y se convirtió en leyenda, lo mismo que con sus 19 oros mundiales, pero eso no significa nada. «La expectativa de “si ya lo he hecho bien antes, tengo que hacerlo bien ahora”... Justo ese “tengo” es el que más daño hace a las personas en cualquier ámbito de la vida, ya que no abre la puerta a más opciones que la victoria, lo que a la postre genera una grandísima presión», prosigue el psicólogo del Instituto Centta. «Ha priorizado su salud, tanto mental como física, al rendimiento deportivo, algo que en muy pocas ocasiones se suele ver en el deporte de alto rendimiento. No hay que olvidar que detrás de un deportista hay una persona. Esto parece una tontería, pero muchas veces a los padres se les olvida que hay una persona tras el rendimiento de sus hijos, a los entrenadores y compañeros también se les llega a olvidar e, incluso, y esto es lo más peligroso, el mismo deportista llega a olvidarse de que es persona antes que deportista. A Simone queda claro que no se le ha olvidado», concluye.