Fútbol
Iñaki Williams, una historia de cine para meter al Athletic en semifinales de Copa y arruinar al Barcelona y a Xavi (4-2)
El delantero voló a última hora desde la Copa de África para marcar el gol que mete al Athletic en semifinales
Iñaki Williams no quería perderse el partido de Copa entre el Athletic Club y el Barcelona, una vez que Ghana fue eliminada de la Copa de África. Cogió un avión, llegó a Bilbao casi sin descanso, y a San Mamés. No fue titular, pero sí entró en la segunda parte para marcar en la prórroga el tanto que mete a su equipo en semifinales (puede ver aquí el minuto a minuto y la ficha del partido que acabó 4-2). Una historia que parece escrita por el mejor guionista, con un final previsible en parte, salvo por el protagonista, porque desde la segunda parte la intensidad del Athletic se adueñó del duelo.
También un poco antes. No es fácil ponerse en la piel de Xavi después de que a los 37 segundos de empezar el Barça ya hubiera encajado un gol. En uno de cada tres o cuatro partido del conjunto azulgrana el marcador "comienza" con 1-0 en lugar de con 0-0. Una mala salida de pelota, nadie despeja en el área y Guruzeta remata semimordido a la red. Rugió San Mamés. Su equipo salió como se esperaba. Como lo esperaban todos menos el Barça, podría decirse. Pero el golpe no fue mortal en un principio para un equipo que venía con las buenas sensaciones que le dejó el último triunfo contra el Betis. Ni eso ni todo lo demás: la magia del estadio del Athletic, alguna llegada más de los rojiblancos, feroces en la presión, y la temprana lesión de Balde. Entró el chaval Héctor Fort.
Lamine Yamal
Parecían demasiadas circunstancias a favor del Athletic Club, pero el entusiasmo del Barcelona y de sus jóvenes futbolistas consiguieron dar la vuelta a la situación momentáneamente. Lo primero que hizo el equipo de Xavi fue tranquilizar el partido. Tomó el mando, pero sin profundidad. No llegaba a la meta de Aguirrezabala, aunque detuvo el vendaval. El gol del empate lo encontró con algo de suerte después de un pase largo que Ferran Torres controló de maravilla al borde del área. La acción parecía morir en el último momento, pero Yuri despejó en la dirección equivocada, metió la pierna Lewandowski y el balón salió rebotado a la portería.
Un pinball afortunado para el Barça, que a partir de ese momento sí mandó ya con intención, con más llegada y con un Lamine Yamal que se atreve con todo. Firmó un golazo. Ya había protagonizado varias cabalgadas, pero la buena fue en la que con un pequeño amaguito se marchó de Vesga y encontró camino para ir buscando hueco hasta poder rematar con la izquierda.
Tampoco es fácil ponerse en la piel de Xavi cuando poco después de cumplirse los tres minutos del comienzo de la segunda parte, Sancet marcó de cabeza el buen centro de Nico Williams, mal defendido por De Jong, un futbolista fantástico que a veces es un poco blando en esas situaciones. El neerlandés se quedó mirando al rematador sin saltar, sin molestar siquiera, y el delantero lo aprovechó. La historia se repetía. Es el Athletic y es San Mamés y el pequeño descanso en los vestuarios sirvió a los chicos de Valverde para reponer fuerzas y volver a meter piernas. El vendaval no había parado del todo, sólo se detuvo un momento, y esta vez el Barcelona no logró domarlo. No consiguió el equipo de Xavi dormir el partido con la pelota y empezó a sufrir un calvario. Entró Iñaki Williams, más madera, y las llegadas a la portería de Iñaki Peña se iban sucediendo: Guruzeta tras una pérdida de Christensen y después de un mal pase del portero azulgrana, Nico Williams en un tiro que pasó lanzándole besos al poste, Sancet tras una carrera de Unai Gómez, otro de los que salió de refresco... Los balones al área azulgrana volaban y Araujo tuvo que multiplicarse para intentar despejarlos. Sólo encontró consuelo el Barça al espacio en dos arrancadas de Lamine Yamal, una después de quitarle la pelota a Paredes. El talentoso extremo no pudo resolverlas. Fue un partido de mucho aprendizaje para él: lo bueno por su golazo y lo malo por las oportunidades desperdiciadas, que eran clarísimas.
El Barça no llegaba al área y jugadores como Pedri estaban fundidos, pero quien entró de refresco en la prórroga, Sergi Roberto, fue quien perdió la pelota que Iñaki Williams mandó a la portería, para que su historia quedara redonda. Su hermano Nico cerró la noche con el cuarto tanto. San Mamés sueña.
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