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'Bernice': Una razón para morir

El Teatro Español será el primer centro de producción en nuestro país que sube a las tablas a Susan Glaspell, descubridora de Eugene O’Neill y autora fundamental en la escena estadounidense de la primera mitad del siglo XX
Jesús Noguero y Eva Rufo vuelven a compartir escenarioJavier Naval

Madrid Creada:

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Apenas podrán encontrarse hoy en las librerías dos o tres títulos en español, siendo muy optimistas, con la firma de la estadounidense Susan Glaspell (1876-1948). Exceptuando a Hermida Editores, que este mismo año ha sacado al mercado su novela ‘Fidelidad’, publicada originalmente en 1915, nadie parece interesarse mucho por quien está considerada, no obstante, como una de las dramaturgas modernistas más importantes de su país y una de las autoras más influyentes en algunos clásicos como Eugene O’Neill o Tennessee Williams.
Consciente de ese injustificado olvido, la dirección del Teatro Español ha decidido embarcarse en la producción de la que será la primera obra de Glaspell representada en España: ‘Bernice’.
A partir de la traducción y versión que Ignacio García May ha hecho del texto, subido a las tablas por primera vez en 1919, Paula Paz se encarga de dirigir una función, con mezcla de elementos simbolistas y realistas, cuya protagonista, la Bernice a la que el título alude, curiosamente no participa en la acción, ya que esta se inicia cuando ella acaba de fallecer. Son los otros personajes, gente de su entorno, los que van construyendo la trama en virtud de sus propias consideraciones y posicionamientos acerca de la verdadera causa de la muerte de Bernice. “Toda la obra parte de un misterio: qué le pasó a Bernice y por qué murió como murió –explica García May–. Curiosamente, cuando hicimos la primera lectura con la compañía, cada uno tenía una opinión, y a mí eso me parecía que casaba a la perfección con el universo de una autora que crea personajes reales, ubicados en un espacio y un tiempo concretos, pero que al mismo tiempo envuelve de misterio todo lo que sucede en torno a ellos”. “Es una función muy audaz, si tenemos en cuenta la época en la que fue escrita, y de gran profundidad; llena de capas y también de significados “, confirma la directora.
Entre los personajes, destacan especialmente, “porque son –según Paz– los que mayor arco dramático tienen”, el de Margaret, amiga de Bernice, y el de Craig, esposo de la difunta. Están interpretados respectivamente por Eva Rufo y Jesús Noguero, a quienes la directora define, sencillamente, como “dos Ferraris”. “No puedo estar más contenta con el repartazo que tengo –añade-; es un lujo trabajar con todos ellos”. Ese “repartazo” se completa con Esperanza Elipe, Javier Lago y Rebeca Hernando.
Glaspell, que obtuvo el Pulitzer en 1931, gozó de gran éxito hasta poco después de su muerte. Tras pasar una larga temporada en el purgatorio de los escritores, recuperó a principios de siglo su predicamento en la comunidad académica, que hoy la considera precursora, en cierto modo, del feminismo literario y gran defensora, en cualquier caso, de la libertad individual, aplicada, por supuesto, también a la mujer. Son dos aspectos de su obra en general que, según Paula Paz, “están muy presentes, diría que de manera radical, en ‘Bernice’”. Tan vigente ve la directora el texto que en su propuesta ha planteado un viaje temporal hacia el presente a la hora de ambientar un drama que, en realidad, transcurre en solo dos días. “Lo que hacemos es trasponer esos personajes y esa acción a distintas épocas –explica-: en el acto primero, empezamos en 1919; en el acto segundo, aunque hayan pasado solo unas horas, saltamos a 1950, con el Macartismo de fondo tras la Segunda Guerra Mundial; en el tercero, nos vamos a mediados de los 70, con el final de la guerra de Vietnam y los problemas raciales de EEUU; finalmente llegamos al presente, a 2024, mostrando que los conflictos que aborda la obra han sido relevantes a lo largo del tiempo y lo siguen siendo también ahora”.
En cuanto al gran tema que late en el fondo del argumento, cree Paz que ‘Bernice’ “es una obra sobre el amor, y sobre cómo ese amor puede atravesarlo e inundarlo todo; y eso está expresado en un contexto social en el que algunos derechos, como los de las mujeres y los trabajadores, no son los que deberían”. Y más o menos en esa misma dirección apunta García May: “Yo creo que es una obra sobre el bien. Y a mí eso me parece lo extraordinario de ella, porque casi todas las obras se construyen sobre lo que se hace mal, casi a partir del villano. Estamos acostumbrados a ver cómo el motor del drama puede ser conquistar un reino o quedarse con el dinero de otro; pero aquí vamos descubriendo que la razón que hay detrás de todo es el bien. Para mí es algo muy sorprendente; no creo que haya muchas obras que articulen su conflicto a partir de esa idea del bien de los demás”.