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El arte inclasificable de Florentina Holzinger

«Tanz» llega a los Teatros del Canal para poner el cuerpo de diez mujeres al límite y para rendir culto a la belleza desde la tradición de la danza romántica
Descripción de la imagenEva Würdinger

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Las críticas que ya han visto esta pieza por Europa la califican de «divertida, peligrosa y horrible». Un «cumplido para mí», asegura su protagonista e ideóloga, Florentina Holzinger (Austria, 1986): ¿Quién no siente curiosidad por estos tres atributos? «La repulsión y la atracción están muy cerca la una de la otra y, como coreógrafa, tengo mucha curiosidad sobre el punto de inflexión entre estos dos», afirma la responsable de Tanz, el fin de una trilogía iniciada con Recovery y Apollon que desembarca en Canal entre humo, motos, sangre y poca ropa. Una pieza que aborda el entrenamiento de diferentes disciplinas físicas en el escenario, centrándose en la investigación de cómo el cuerpo se cultiva y se transforma, así como en la transmisión de la experiencia. Proyecto en el que la austriaca ha investigado en sus propias carnes y que le ha llevado a concluir que «muchos de los límites son de naturaleza mental y que una idea siempre conlleva el potencial de expansión a través de la exploración o el entrenamiento».
Así, en todo ese viaje de experimentación, Tanz se va a las raíces para establecer como punto de partida el ballet de principios del siglo XIX. El título se ha convertido, «en última instancia, en una exploración muy profunda del cuerpo “en vuelo”. El tema del cuerpo que desafía la gravedad como un motivo fuerte del ballet romántico, pero también de cualquier danza». Holzinger retrocede a un período romántico en el que surge el ballet, pero en el que otros temas también tuvieron su peso, como «el mundo sobrenatural y metafísico, y cómo se podía explorar en el escenario», argumenta la coreógrafa y bailarina. Se detiene para tratar de describir todo ese mundo «con un par de atributos que realmente me atraigan»: «Serían algo así como demasiado estilizado, grotesco o absurdo. Me encontré mucho de esto en aquellas obras del siglo XIX».
Con ese punto de partida, la lideresa de Tanz, acompañada sobre el escenario por otras nueve compañeras, se entrega al «ballet de acción», al «estudio silfídico». ¿Qué es eso? «Es lo que llamamos nuestro entrenamiento específico para aprender a volar. Constituye un entrenamiento físico, pero también una escuela de pensamiento». Ideario en el que es complicado encuadrar a Holzinger. Danza, circo, teatro, artes marciales, «performance», cine... Cuesta poner una etiqueta a Tanz. También es un esfuerzo para una directora que supone que esa indefinición es algo «esencial», dice, de su trabajo: «No puedes clasificarlo exclusivamente en un género. La obra debe ir más allá en cualquier sentido de la palabra. Más allá de la danza, más allá del género. Seguramente nos estamos moviendo en las diferentes disciplinas del espectáculo. Pero, básicamente, Tanz está muy inspirado en la danza clásica, aunque no tememos incursionar en otras disciplinas para explorar ciertos temas que giran alrededor del mundo del ballet».
Es por ello que Holzinger toma como marco de inicio una clase de ballet guiada por la primera bailarina que interpretó «Le Sacre du Printemps» (John Neumeier, 1972) desnuda, Beatrice Schoenherr. Especial importancia dentro de un elenco de diez «hermanas» tiene Beatriz Cordua, la matriarca del lugar: «Interpreta a la profesora de ballet en la obra, pero también personifica otros aspectos a los que una relación profesor-alumno te puede conducir. Seguro que tiene ciertos rasgos transgresores en su forma de enseñanza, canalizando ciertas fantasías sexuales que traslada a la clase –comenta Holzinger–. Al mismo tiempo, es extremadamente cariñosa y está llena de todas estas experiencias que ella misma experimentó como bailarina dentro del mundo del ballet».
Ella personifica el más alto escalafón dentro de unos artistas que experimentan un riguroso entrenamiento en ese «estudio silfídico». Aprenden a cómo utilizar sus habilidades en un tipo de espectáculo que se enfrenta a criaturas sobrenaturales, y utilizan la articulación del cuerpo del bailarín como una herramienta para adentrarse en el espacio y así ganar conocimiento acerca de la posibilidad de volar.
Para ello, la función se basta con las mujeres: «Estaba buscando cuerpos específicos para representar esta pieza y, dado que estoy trabajando particularmente en la historia del ballet y sus raíces como una técnica que surge de una perspectiva de mirada muy masculina sobre los cuerpos femeninos, esto resultó útil o sucedió por defecto. Trabajamos a través de diferentes generaciones y era importante tener artistas en el escenario que hubieran pasado por ciertas experiencias en relación con eso en sus carreras. Como con todo mi trabajo, estoy feliz si la audiencia puede experimentarnos a todos como artistas al final del espectáculo, sin tener en cuenta los géneros asignados a las personas».
Respecto a esas «criaturas sobrenaturales», Tanz habla de «hadas y duendes», pero también de esas brujas de los aquelarres: «Me fascinan. Una bruja es algo positivo. La danza es mágica para mí, lidiando mucho con la intuición y las prácticas curativas, moviéndose en el “más allá” y entre conceptos predefinidos».
  • Dónde: Teatros del Canal (Sala Verde), Madrid. Cuándo: 9, 10 y 11 de febrero. Cuánto: desde 9 euros.