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La temprana vocación teatral de una actriz con tablas

La actriz preparaba un espectáculo íntimo a las órdenes de Lluís Pasqual
Marisa Paredes y Eduard Fernández, en el «Hamlet» que dirigió Pasqual
Marisa Paredes y Eduard Fernández, en el «Hamlet» que dirigió Pasqual
La Razón

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Aunque fue espaciando con el tiempo sus apariciones en los escenarios, y tal vez por este motivo su imagen ha quedado más asociada hoy al cine, la carrera de Marisa Paredes se fraguó asimismo en el teatro, donde interpretó importantes obras de grandes autores españoles como Lope, Lorca, Valle-Inclán, Mihura, Casona, Olmo…, y también extranjeros: Shakespeare, Beckett, Shaffer, Bergman… Fueron las tablas las que ocuparon sus primeros sueños profesionales y a ellas se subió por primera vez con solo 15 años. Ocurrió de la mano de Conchita Montes, en la obra de José López Rubio «Esta noche, tampoco». Este anecdótico trabajo, en el que apenas tenía una frase, supuso el inicio de una fructífera etapa, en aquellos años 60, donde llegó a encadenar 12 montajes que le permitieron tomar contacto con profesionales como Modesto Higueras, Fernando Fernán Gómez, Juanjo Menéndez, José Sazatornil «Saza», Paco Morán, Jaime Azpilicueta, Lola Herrera o el propio Miguel Mihura.
En 1970 entra en la Compañía del Teatro Español para participar en «La estrella de Sevilla», a las órdenes de Alberto González Vergel. Es en este montaje donde llama la atención de un jovencito espectador de lujo llamado Lluís Pasqual, director con el que sintonizaría de manera especial años después, según confesaba ella misma, y que le abriría las puertas de dos grandes universos literarios: el de Lorca y el de Shakespeare. Trabajaron por primera vez juntos en 1989 en «Comedia sin título». En aquella producción del Centro Dramático Nacional la actriz coincidiría con dos actores con los que años después también se dejó ver en cine de manera exitosa: Imanol Arias y Juan Echanove. Pasqual volvió a dirigir a Paredes en «Hamlet», estrenada en 2006 en el Teatro Arriaga con Eduard Fernández y Helio Pedregal en el reparto.
Pero, antes de que ese tándem se consolidara, la actriz siguió desarrollando una carrera teatral más o menos constante a lo largo del último cuarto del pasado siglo con títulos importantes: «Motín de brujas» (1980), «La gata sobre el tejado de zinc caliente» (1984), «Beckettiana» (1991) o «Los bosques de Nyx» (1994). Entre sus trabajos más recientes, cabe destacar su intervención en «Sonata de Otoño» (2008), de Ingmar Berman, y muy especialmente en «El cojo de Inishmaan», la estupenda obra de Martin McDonagh que dirigió Gerardo Vera en 2013.
La actriz preparaba una nueva colaboración con Lluís Pasqual. Se trataba de «Cargada de futuro», un espectáculo íntimo que unía poesía, memorias y reflexiones personales acerca del amor y la vida en general.