Las luminosas y macabras danzas de Carlos Marques-Marcet con Ángela Molina
El cineasta catalán dirige a la siempre descomunal actriz en "Polvo serán", un sorprendente y hermoso tratado musical sobre la muerte y el amor
Madrid Creada:
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Resaltábamos hace apenas un par de meses, durante los compases finales del Festival de San Sebastián de este año, que de entre todas las derivas temáticas posibles para ser abordadas de manera mayoritaria dentro de los canales artísticos del cine en la mencionada edición, la muerte -y sus atributos, sus declaradas intenciones, su inminencia inevitable, su dignidad obligatoria, su libertad expositiva-, había sido sin duda la más repetida.
Ahí quedaban para recordárnoslo a modo de semblanza testimonial el último trabajo de Pedro Almodóvar, "La habitación de al lado", "Los destellos" de Pilar Palomero, "Los domingos mueren más personas", del argentino Iair Said o el último trabajo del maestro Costra Gavras que a sus 92 años sigue aferrándose a la vida aunque sea filmando la muerte como demostraba también en su último trabajo, "El último suspiro".
Teniendo estos parámetros de obsesiones compartidas en cuenta, no debería resultarnos en exceso asombroso que "Polvo serán", la última propuesta del siempre personalísimo y sensible Carlos Marques-Marcet también verse sobre el ejercicio inevitable de ir acabándose. Solo que en este caso... ¡hay baile! Y amor y vida y una Ángela Molina en estado de gracia que funciona perfectamente como un elemento revitalizador más de los travesaños escénicos que sostienen la macabra coreografía.
Asume Marcet en entrevista con LA RAZÓN, que a pesar de la evidencia lúdica y experimental que implica atreverse con un musical tan estetizado, "realmente siento que este trabajo es una evolución con respecto a los que venía anteriormente desarrollando. Sentía que necesitaba seguir el hilo de ‘‘Los días que vendrán’’ en realidad: al final allí habíamos hecho una película sobre el inicio de la vida con esta pareja que estaba embarazada de verdad y tenía ganas ahora de hablar sobre el final de la vida. Justo coincidió con el testimonio de una pareja de amigos en la que ella es una actriz mayor me explicaron que ellos son parte de una asociación de muerte voluntaria asistida y que querían hacerlo juntos en Suiza. En ese momento me explota la cabeza y les propuse a ellos y a su hija que también es actriz y amiga hacer un taller de creación a partir de algo que querían llevar a cabo".
Finalmente, la pareja detonante de la imaginación del cineasta terminó siendo transferida al talento de dos actores como Ángela Molina y Alfredo Castro que interpretan en esta milagrosa propuesta a una pareja que no está dispuesta a separarse a pesar del inminente deseo de ella por terminar con su vida como consecuencia de una enfermedad terminal.
"Pensar en la muerte de uno mismo es realmente algo muy extraño, muy raro y muy difícil de poner en palabras también"Carlos Marques-Marcet
"Si tú te matas, yo también", viene a ser el mensaje capuletesto lanzado. A modo de remate, Marcet justifica la introducción del baile y de lo cantado porque "una cosa es pensar en la muerte de alguien y otra en la propia. Pensar en la muerte de uno mismo es realmente algo muy extraño, muy raro y muy difícil de poner en palabras también. Por eso sucedía que cada vez que llegábamos a un punto en el que se agotaba la palabra, me salía introducir la música, el baile, el movimiento", asegura sobre el proceso de creación de los tonos interpretativos buscados. Y es que como decía Quevedo, "serán ceniza, mas tendrá sentido".