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Rodrigo Sorogoyen: "La no educación sentimental que hemos recibido los hombres es muy fuerte"

El cineasta explora su vena más intimista en "Los años nuevos", cuya disección de los afectos generacionales a través de una hermosa y naturalista historia de amor está llamada a convertirse en la serie del año y tal vez, de nuestras vidas
Rodrigo Sorogoyen en el interior de su productora, Caballo Films / @Gonzalo Pérez Mata
Rodrigo Sorogoyen en el interior de su productora, Caballo Films / @Gonzalo Pérez MataGonzalo Pérez Mata

Madrid Creada:

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Viviéndolas como si en realidad no tuviesen que asistir a su final, atravesándolas como si no hubieran sido nunca conscientes de su principio y en mitad de cada una de ellas, reconociéndose a través de dialécticas enfrentadas de imán y limadura, de ternura y defensa, de pared y pelota, Ana y Óscar, Óscar y Ana, se enamoran con treinta recién cumplidos y se enredan, se buscan y se duelen anticipadamente y se viven y se sostienen en el borde abismal y oscurísimo de unas noches, las más largas del año, que se parece sospechosamente a la cantada por Nacho Vegas en su álbum "Desaparezca de aquí", a la escrita por Idea Vilariño con su estructura de profundo lago en que puedes beber aún cerrados los ojos, a las recordadas por muchos y a las vividas por tantos. 
El director Rodrigo Sorogoyen en Caballo Films
El director Rodrigo Sorogoyen en Caballo FilmsGonzalo Pérez Mata
Contar el progresivo desarrollo de su historia hasta que alcanzan los cuarenta repleta de afectos y cotidianidades brutas, hermosas, pequeñas, sirviéndose de un extremado naturalismo menos habitual en el estilo del director de "El reino" y más lindante con la narrativa contemplativa y cavilosa de Jonás Trueba a lo largo de una década y a través de diez capítulos ocurridos en cada fin de año, siendo consciente en todo momento de que lo que está pasando no es nada más que la vida siendo ese nada completamente suficiente, es la pretensión del nuevo, extraordinario, catártico trabajo de Rodrigo Sorogoyen (junto a Sandra Romero y David Martín de los Santos que dirigen seis de los episodios y Sara Cano y Paula Fabra como coguionistas).
Colosal en su dimensión de crónica de los afectos anunciada, de espejo generacional involuntario y transformadora en su refinada disección evolutiva del querer y el tiempo, "Los años nuevos", está encabezada por unos portentosos Iria del Río y Francesco Carril que se desnudan por completo en un ejercicio interpretativo visceral y desprendido para decir, temer y sentir las mismas cosas que todos hemos dicho, sentido y temido en algún momento de nuestras diferentes cronologías sentimentales.
Apropiándose de desembocaduras emocionales que conectan con el epicentro de una juventud prolongada y otra a punto de terminarse, este viaje río por el transcurrir de uno de esos amores que te detona la vida, te la estalla y te la hipoteca y que ocurre si acaso una vez en la vida, tan transparentado que parece de verdad -porque a lo mejor lo es- se inclina a convertirse desde hoy, que aterriza en algunas salas españolas en formato cinematográfico largo (y a partir del 28 de noviembre en la plataforma de Movistar + con la estructura capitular habitual de las series) en una de las mejores y más íntimas alegorías sobre la pareja de los últimos años. Relajado y expansivo, Sorogoyen nos recibe en el interior de una de las acogedoras salas que integran la sede de su productora, Caballo Film, para intentar comprobar si estamos en lo cierto y entender -o al menos intentarlo- por qué, como canta Vegas, "nadie nos prometió vivir eternamente".
¿En algún momento previo a la construcción del guion te invadió vértigo al depositar tantas cosas personales en la historia que vertebra la serie?
No, la verdad es que soy una persona muy poco pudorosa en ese sentido, tengo otros pudores. Con Isabel (Peña) lo hago también siempre, nos desnudamos, nos abrimos, nos contamos antes de escribir… aunque es verdad que esta serie es otro tipo de proyecto y evidentemente todas esas partes de mí están más a la vista. En este caso, lo hicimos las tres, Sara, Paula y yo tan natural desde el principio que surgió de forma fluida. Además, el personaje de Óscar no soy yo y el personaje de Ana no soy yo, digamos que en ese sentido estaba protegido. Hay pequeñas cosas de mi vida, como lo que se cuenta de la relación con padres divorciados y la desconfianza que me generó que me lo ocultaran al principio que sí que me pasó a mí, pero bueno, como ya lo conté en su momento en un podcast y la gente lo sabe, pues no me he sentido tan expuesto. 
¿Sabes cuando sí sentí muchísimo pudor? Cuando hice un capítulo de una serie, "En casa", que hicimos varios directores y directoras durante la pandemia y yo lo hice con mi pareja de ese momento. Ella y yo con una cámara y eso sí que fue increíble, porque al estar aislados, te creías que lo hacías para ti. Me lo pasé muy bien, nos divertimos muchísimo, pero en el momento en el que lo estaba montando dije somos nosotros, es mi casa… ¿qué cojones estoy haciendo? Era un grado de desnudez muy fuerte y me dio mucho pudor. Pero en "Los años nuevos" creo que hay un buen equilibrio. No siento que estemos contando mi historia para nada.
"Desde el fallecimiento de mi padre me descubro mucho pensando en la muerte"Rodrigo Sorogoyen
Esta claro que la idea de compartimentar en diez episodios transcurridos a lo largo de diez nocheviejas resulta muy original, pero también arriesgada en términos narrativos. ¿Cómo conseguir plasmar todo lo que ha ocurrido en ese año que como espectadores no hemos visto, sin explicitarlo, pero consiguiendo que puedas imaginártelo?
Pues creo que es un trabajo de guion total. Evidentemente luego hay una intuición o un talento gracias a los cuales te pueden salir las cosas más rápido que lentas. Las guionistas se lo pasaron muy bien con estos saltos temporales y trabajaron mucho escribiendo cada uno de los años que componen la serie. Es decir, hicieron dos guiones: uno de cuatro o cinco páginas de cada capítulo y luego otro donde novelaban lo que les había pasado a los dos protagonistas ese año. Claro, algo muy necesario para nosotros, pero había momentos en los que te encontrabas discutiendo sobre cosas que no iban a salir en la serie. Estaba bien no contar o no empezar contando y descolocar al espectador al principio, pero darle los suficientes matices y diferentes pistas para que obviamente sepa qué ha pasado a rasgos generales. Tuvimos mucho cuidado a la hora de intentar contar lo importante, pero sin convertirlo tampoco en evidente, porque nunca funciona a mi modo de ver esta cosa de tratar al espectador como si fuera tonto.
Cuando presentasteis la serie en Venecia, comentabas que la horquilla temporal elegida para situar a los protagonistas iba de los treinta a los cuarenta porque es el periodo en el que normalmente suelen ocurrirte las cosas más trascendentales a nivel vital. Como persona que sobrepasa los cuarenta, ¿qué diferencia sustancial has notado entre ambas crisis?
No me lo he preguntado porque yo no he pasado ninguna de las dos crisis… (risas). No, ahora hablando enserio, creo además que es bueno pasarlas. Bueno, hay diferencias sustanciales seguro, la crisis de los treinta por ejemplo, si la pasé, no me enteré mucho, no sufrí por hacerme mayor ni nada de eso. Los cuarenta son distintos y en el caso de una mujer imagino que todavía más. Es como que esta última suele estar más ligada, hablando en todo momento de clichés, al hombre que quería comprarse un descapotable y no lo ha hecho o que ya no tiene la fuerza ni las ganas de cuando era joven ¿no? pero en la mujer hay un gran cambio biológico con el tema de la maternidad y entiendo que, si con cuarenta no la has experimentado, impone. Matemáticamente los cuarenta suelen representar la mitad de tu vida, así que supongo que es inevitable replantearse todo lo que tiene que ver con el trabajo, la familia, las relaciones… 
También ocurre que a veces estás pasando una crisis y ni siquiera lo sabes. En mi caso, mi padre falleció este año, teniendo yo cuarenta y dos y eso me ha dado la vuelta por completo. Me descubro mucho pensando en la muerte, en el tiempo que nos queda. Me obsesiona mucho perder el tiempo, pienso a veces en dedicarme menos tiempo a trabajar y más a vivir, estas cosas. Sobre todo, le doy muchas vueltas al tiempo que me queda y al que le queda a mis seres queridos. Estoy obsesionado con la muerte de mi madre que claro, ella está viva y ya le he dicho que ni se le ocurra morirse (risas). Noto que la muerte de mi padre, como es lógico y normal, no sé si desestabilizado es la palabra, pero sí que me ha movido mucho.
Rodrigo Sorogoyen en el interior de su productora, Caballo Films
Rodrigo Sorogoyen en el interior de su productora, Caballo FilmsGonzalo Pérez Mata
Las canciones de McEnroe, Joe Crepúsculo, Iván Ferreiro, Vetusta, Nacho Vegas, La Bien Querida o Silvia Pérez Cruz hablan de un tiempo concreto. Teniendo en cuenta lo reveladora que resulta aquí la banda sonora y la forma que tiene de conectar con un marco contextual determinado, ¿qué importancia le has concedido tú a la música a la hora de ubicar o recordar momentos concretos de tu vida?
Le concedo muchísima importancia a la música porque además creo que somos una generación muy melómana en cuanto al pop ¿no? mucha gente de nuestra generación nos dejamos arrastrar por la música. Es verdad que últimamente escucho mucha menos música que antes, a lo mejor es por mi padre fíjate. Pero hace un año estaba todo el rato con los cascos, lo típico que cada vez que sales a la calle te los pones, cuando estás haciendo cosas, yendo de un lado para otro, cuando estas solo. Tengo canciones que me transportan a los veinte, a ese momento de felicidad con tu pareja de entonces, a ese momento de ruptura también, a esos buenos tiempos con tus amigos cuando salías y te divertías. "La gran broma final" de Nacho Vegas, de quien soy ídolo total, ha tenido mucha importancia en mi vida, de hecho hemos tenido la inmensa suerte de que nos compusiera exprofeso para la serie un tema con el mismo nombre. Luego hay una canción que he descubierto gracias a una de las guionistas, que se llama "Volver a volver", que aparece en el capítulo 9, que es preciosísima. "Asilo", de Jorge Drexler también es para mí importantísima en mi biografía.
¿"Los años nuevos" puede funcionar como una demostración realista de la imposibilidad del amor para siempre en la era contemporánea?
Esta es una serie que parece y de hecho la primera parte, los primeros cinco minutos, va sobre el amor y la pareja, pero la segunda parte, y por lo tanto la serie como tal, termina yendo sobre la vida. Quiero pensar que no trata tanto sobre la imposibilidad del amor, sino también, sobre el paso del tiempo. Para mí en el amor no hay imposibles. Conozco parejas que toda la vida han estado enamorados. ¿Son las que menos? Evidentemente. No frecuentan, no es lo común, me parece normal que no sea lo común, me parece dificilísimo, un milagro que ocurra. Pero ocurre y me encanta que pase: el amor, estar enamorado, tener una pareja para siempre. Luego la vida a mí me ha enseñado desde que soy un niño y mis padres han estado separados a ser consciente de que eso no siempre pasa: que te separas y te enamoras y quieres y no quieres y no sabes por qué no quieres. Pero es verdad que, de alguna manera, no sé cuánto de inconsciente o de involuntario, mi forma de ver el amor, por lo menos hasta antes de hacer la serie, está volcada ahí. En ese sentido este viaje que ha supuesto "Los nuevos años" me ha servido para revisitarme un poco. Siempre he sido fan del amor, pero creo que ahora soy más fan de la pareja, que es distinto. También supongo que por el momento en el que estoy.
"Siempre he sido fan del amor, pero creo que ahora soy más fan de la pareja"Rodrigo Sorogoyen
Hay una cuestión que resulta particularmente reveladora en la serie y por desgracia poco frecuente en el audiovisual, que es la naturalidad con la que están grabadas las escenas de sexo y cómo a través de la evolución que Ana y Óscar experimentan en la forma de tocarse puedes observar también cómo se va modulando su relación. ¿Por qué crees que todavía sigue costando mostrar el sexo con esta honestidad? ¿Reflejarlo en toda su compleja dimensión?
Qué bien, te agradezco mucho que lo percibas así porque la verdad es que nos lo hemos currado, sabíamos desde el principio que queríamos que fuese así y estoy muy contento. ¿Por qué cuesta? Bueno, lamentablemente el sexo es un tabú aún en nuestra sociedad como bien dices, una sociedad que viene de un catolicismo fuerte y que por tanto tiene que ver con esa visión más recatada de los cuerpos por supuestísimo. Seguimos siendo una sociedad un pelín atrasada, en muchas más cosas, pero especialmente en la forma de enfrentarnos al sexo y todo eso mezclado con la bestialidad del capitalismo, el cine comercial o la hipersexualización que vemos en las redes sociales hace que te alejes de lo natural, de lo orgánico y de lo bonito que seguramente tienen el sexo y los encuentros amorosos. 
Por eso quizás se tienda a rodar cosas rarísimas donde todo está súper estilizado, donde todos como espectadores podemos estar más tranquilos. Cuando ves a un actor guapo y cachas con una actriz guapa y buenísima dices "ah qué bien, el sexo es así o tiene que ser así. Sé que así no es, pero prefiero verlo desde ese lugar externo y no a mí mismo con mi michelín o mis defectos porque me destroza". Pero claro, todo eso es mentira. Entonces de repente, cuando ves una escena de sexo entre dos personas bellísimas, voy a decir -afirma sonriendo ampliamente-, como Iria del Río y Francesco Carril y ves que tienen sus cuerpos normales dices "pero bueno, cómo me reconozco". En este sentido, teniendo la oportunidad de mostrarlo así, tal y como es en realidad, para nosotros era una obligación. Es tremendo que todavía no se haga más en la industria porque piensas, joder esto no se estaba haciendo y es así como ocurre, es así como folla la gente. Y está fenomenal.
Se ha utilizado mucho este concepto para definir la serie, ¿pero hasta qué punto había una voluntad consciente a la hora de construir a través de ella una suerte de artefacto generacional?
Bueno, sí que es verdad que sabes que estás contando la clásica historia generacional y encima le estamos poniendo esa música de la que hablábamos antes. Yo ya sabía eso, pero no es mi intención y me da miedo incluso afirmar "vale esta serie va a ser la que cuente a una generación". En cualquier caso, al final son etiquetas que creo que las tiene que poner la prensa o el público. Que las ponga yo es absurdo. Tengo claro eso sí, que he querido contar la historia de una pareja a lo largo de los años, que hable del amor, del tiempo y de la vida, que ocurre entre los treinta y los cuarenta y por lo tanto pertenecen a una generación y que hable de mi entorno. No me he ido a las Barranquillas a contar una historia de amor, que podría haberlo hecho, pero mi entorno es ese: una clase media total, donde hay gente a la que le va mejor y a otra peor, donde cuando hay crisis hay crisis, con nuestros problemas evidentemente pero sin quejarnos demasiado teniendo en cuenta cómo está el mundo y lo que me apetecía era que nos centráramos en eso: en cómo dos seres humanos viven un amor y lo hacen con las cosas que tenemos nosotros a nuestro alcance. ¿Que eso es generacional? Vale, de acuerdo, pero es colateral que lo sea. No he querido explicar a una generación, entre otras cosas porque no sabría ni por dónde empezar.
"No he querido explicar a una generación, entre otras cosa, porque no sabría ni por dónde empezar"Rodrigo Sorogoyen
Acostumbrado siempre a escribir acompañado (por Isa Peña) pero a dirigir solo, ¿cómo te has sentido en todo este proceso de colectivización del trabajo de director con los otros dos realizadores?
Pues me he sentido muy bien desde el principio y muy predispuesto, sobre todo. En ese sentido soy muy obediente y a la hora de compartir dirección también lo he sido. Le dediqué tiempo y te confieso que inicialmente yo quería rodar sólo un capítulo y necesitaba tres directores: estaba Sandra Romero para los tres primeros, David Martín de los Santos para los tres últimos y en medio quería a Elena Martín, que me encanta. Y aunque le gustó mucho la idea al final la cabrona me dijo que no (admite tierno) y la repartición ha terminado siendo la que has visto, al final terminé haciendo cuatro capítulos. Pero me hacía mucha gracia coger a una chica de treinta años para los primeros, luego Elena Martín que, aunque es muy joven también siempre dice que ella es como una señora vieja (porque es verdad que es una tipa como muy madura) me hubiera encantado que hubiera grabado el episodio que transcurre en Berlín porque además estuvo viviendo allí un tiempo y me gustaba mucho que un tipo de la edad de David, hiciera los últimos capítulos. 
Esa fue un poco la base, intentar explicarles mi visión. Cree una especie de normas y reglas audiovisuales para la serie que me resultaban interesantes y que a la vez tenían una evolución lógica y honesta con lo que quería contar, pero sobre todo les servía a ellos para no enfrentarse a un día de rodaje sin saber por dónde tirar o pensando en lo que podía gustarme a mí. Era muy importante que no pareciesen tres bloques de tres directores totalmente distintos. También he estado muy presente durante el rodaje, en general porque me gusta estarlo y ha sido todo muy natural y cómodo. He encontrado a dos socios, Sandra y David, perfectos para esto.
Rodrigo Sorogoyen en el interior de su productora, Caballo Films
Rodrigo Sorogoyen en el interior de su productora, Caballo FilmsGonzalo Pérez Mata
Desde la perspectiva madurada en la que te encuentras en este momento, ¿dirías que el tiempo cambia personas, lugares, espacios o que simplemente se encarga de colocarlo todo en el sitio correcto?
Joder, qué pregunta. ¿Tú que crees?
Que no soy yo quien contesta en este caso…
(Risas). Creo que cambiarlas implica un cambio total, como si el tiempo fuera capaz de modificar algo por completo y en este sentido creo que no. Creo que esta habitación va a seguir siendo esta habitación o que esta silla va a seguir siendo esta silla, pero pienso que sí que las altera o las transforma, no tanto que las coloca en el sentido de "tenían que haber estado puestas aquí". El tiempo nos modifica, no me coloca a mí en el lugar donde debería estar.
¿Te genera algún sentimiento de tristeza pensarlo?
Muchísima. A veces las cosas cambian para mejor evidentemente o te descubres sintiendo que prefieres esta situación en lugar de la anterior, pero me da pena y en parte por la crisis en la que estoy que te comentaba antes, aunque sea inmadura (porque cuando madure no me importará tanto), la imposibilidad de tener tiempo. De decir, hostia esto es más fuerte que uno mismo y por mucho que quiera hacerlo no puedo evitar que mi madre se va a morir y yo voy a envejecer y tú también vas a envejecer y mis amigos van a morir. Y estoy en ese punto en el que me parece horrible la vida porque no quiero que mis amigos se mueran, que nadie a quien quiero lo haga. 
¿Ha cambiado la forma de querernos si la analizamos en términos intergeneracionales comparándola con los códigos afectivos que podían manejar nuestros padres o nuestros abuelos?
Totalmente. En eso afortunadamente, creo que estamos yendo a mejor y el feminismo tiene muchísimo que ver con ello. Hay muchísimas cosas que sigo leyendo en el periódico que me espeluznan, seguimos asesinando a mujeres. Bueno y seguimos acosando y abusando…
Aunque seamos de izquierdas y profundamente aliados en el plano teórico.
Aunque seamos de izquierdas, exacto –afirma cómplice, consciente de que el nombre de Errejón sobrevolaba el matiz–. Pero lo de los homicidios de verdad que me tiene estremecido. Además ya hay generaciones que son menores a nosotros con las que yo también hablo y digo hostia, os queréis de una manera muy guay, desde una libertad y una falta de necesitar imponer tu ego muy positiva. Lo que nos han enseñado siempre y de manera a veces muy involuntaria es que el hombre es el hombre y por lo tanto tiene que ser fuerte, tener derecho a enfadarse, no llorar, mostrarse seguro y la mujer tiene que ser la cuidadosa, la cuidadora, la que aguanta, la que resiste. En cambio, ahora veo en los jóvenes otra cosa mejor. Pienso por ejemplo en el hermano pequeño de una amiga que debe tener veinticinco años más o menos y hablando con él me sorprendió muy gratamente descubrir cómo se toman las relaciones con respecto a la libertad y el respeto. También es verdad que mi círculo en ese sentido es por suerte bastante sano y está lleno de gente sensible, sensata. Pero vamos, la no educación sentimental que hemos recibido los hombres y también los de mi generación, es muy fuerte.
"La dictadura, el franquismo y el catolicismo hicieron muchísimo daño y hay parejas que se han aguantado, que se han respetado, pero eso no es el amor"Rodrigo Sorogoyen
Y aunque objetivamente los vínculos afectivos hayan mejorado en el sentido en el que tú apuntas, ¿no hay también un exceso de liquidez o de falta de compromiso en muchas de esas formas de relacionarse?
Ya, sí puedes tener razón en eso. Es verdad que el mundo del capitalismo brutal en el que vivimos o del uso de redes sociales por ejemplo también contribuye a eso y afecta al tipo de relaciones que se generan, pero no me atrevo a decir que va peor. El otro día lo hablaba con un colega, creo que las redes sociales van a terminar explotando mucho más rápido de lo que nos creemos. No se crean vínculos fuertes porque los creas con las pantallas, entonces se vuelve todo muy complicado. Vivimos en un mundo sin paciencia y evidentemente eso en el amor, a mi modo de ver al menos, es un elemento importantísimo que se ha perdido. Pero pienso en cómo se querían antes un señor o una señora de clase media en España y me parece espeluznante, lo siento, por muy casados que estuvieran hasta la muerte. La dictadura, el franquismo y el catolicismo hicieron muchísimo daño y hay parejas que se han aguantado, que se han respetado, pero eso no es el amor, al menos para mí.
Aprovechando este torrente de exploración de lo íntimo en el que pareces encontrarte ahora mismo tan interesado como director, ¿por qué huecos de qué historias te apetece seguir introduciéndote en estos momentos?
Mmmm. Voy a rodar una película en febrero, "El ser querido", que habla sobre todo del relato. Una historia de amor entre un padre y una hija, protagonizada por Victoria Luengo y Javier Bardem, y con ella nos queremos acercar mucho más a los afectos y alejarnos de momento de los thrillers. Queremos enfocarnos de momento en historias más íntimas, más personales y sobre todo que nos permitan experimentar más y no estar tan supeditados a los códigos del género. Eso por un lado y por otro, la Guerra Civil siempre la tengo en mente y el mundo de la violencia machista también me interesa mucho.