Lilí Álvarez, una señorita olímpica que desafió los convencionalismos patriarcales
Una exposición de PHotoEspaña en la Fundación Ortega y Gasset rinde homenaje a esta pionera, mujer adelantada, arrojada y moderna, coincidiendo con el centenario de los juegos y recorre los inicios de la práctica deportiva femenina en España
En alguna recóndita esquina temporal enclavada en los sueños emancipatorios de los años veinte del siglo pasado, una joven Lilí Álvarez, se movía inquieta por las escaleras y compartía anhelos y apasionamientos intelectuales con compañeras de su edad mientras exploraba el mismo jardín desperezado y preñado de flores y plantas verdísimas de la Residencia de Señoritas, actual Fundación Ortega y Gasset, en el que nos encontramos en este momento.
Una sucesión de paneles ilustrados con fotografías de la vida de Lilí y sus primeros éxitos internacionales en la práctica deportiva pertenecientes a la exposición enmarcada dentro de PHotoEspaña "La señorita: Lilí Álvarez y los inicios del deporte femenino (1915-1936)", que podrá visitarse hasta el 30 de julio, envuelve un ameno recorrido por las inmediaciones del edificio vertebrado por las páginas de lo que pudiera parecer una revista ilustrada de la época en gran formato.
Portadas de periódicos, extractos de entrevistas y citas textuales se mezcla con fotografías de archivos internacionales como la Biblioteca Nacional de Francia o la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, y españoles como el Archivo General de la Administración, convirtiendo lo expuesto en una proclama visual de resistencia femenina, en un acopio testimonial de un tiempo en el que las mujeres reclamaban dejar de ser contempladas y conceptualizadas como objetos decorativos para ser percibidas como personas capaces de coger una raqueta, esquiar, jugar al fútbol o lanzar la jabalina con la misma dignidad y los mismos enteros que los hombres.
Mientras las indicaciones de la comisaria Lucía Laín nos van guiando y meciendo por esta cronología de la reivindicación, reparamos en la precisión de algunas citas reveladoras que acompañan los paneles, como la presente en una crónica de Josefina Carabias –toda una referente del periodismo en España– titulada "La primavera vista por los estudiantes": "El jardín de la Residencia de Señoritas, que en invierno y en otoño se llena de risas y voces de muchachas, está en este tiempo callado y serio. Apenas salen a él las chicas dos o tres minutos antes de la comida. Después vuelven corriendo a sus libros, gordos, a su café y a la penumbra de la habitación silenciosa. A pesar de todo, el jardín solitario está más hermoso que nunca".
Fue aquí, en este marco incomparable de crecimiento intelectual para grandes mujeres vanguardistas de nuestra historia, en este refugio embrionario de colectividad y soporte dirigido por María de Maeztu (que terminó dimitiendo y abocada al exilio), creado en 1915 y desvirtuado en el momento mismo en el que estalló la guerra, donde Álvarez inició una andadura vital que la llevaría a destacar como tenista y patinadora pero también a volcarse en el esquí, el alpinismo y el automovilismo. "Me emociona pensar que en estos jardines resonaban las voces de todas esas grandes mujeres de nuestro pensamiento como María Moliner, Victoria Kent o Clara Campoamor en algún momento se cruzaron con Lilí Álvarez. Con esta muestra estamos celebrando el centenario de los Juegos de París, pero también rindiendo homenaje a todas estas mujeres que nos abren camino, que nos pusieron las escaleras para que pudiéramos subir", subraya emotiva la comisaria.
"Me emociona pensar que en estos jardines resonaban las voces de todas esas grandes mujeres de nuestro pensamiento como María Moliner, Victoria Kent o Clara Campoamor"Lucía Laín
Conocida por la prensa extranjera de la época como "the señorita" y proyectada como la primera tenista en utilizar falda pantalón, un vestuario considerado escandaloso para las miradas apolilladas de entonces –primero en el Roland Garros en París y posteriormente en el torneo de Wimbledon– con un diseño creado expresamente para ella por la diseñadora Elsa Schiaparelli, se convirtió en la primera mujer española que participó junto a Rosa Torras en los Juegos Olímpicos de París en 1924. No olvidemos que la inclusión de la mujer en el ámbito del deporte en el primer tercio del siglo XX fue minoritaria y exigió un enorme esfuerzo y sacrificio personal de aquellas deportistas que, como Álvarez, abrieron un camino cuya dimensión todavía hoy tiene que seguir amplificándose. Porque como reconoció la propia Lilí en uno de sus artículos, "es evidente que no es fácil ser mujer. No te puedes pasar por alto. Tú igualmente tienes que ‘‘respetarte’’ a ti misma. Sobre todo tú, que estás en tus propias manos". No se nos ocurren otras mejores.