Lo importante es participar
Lilí Álvarez, la pionera del deporte femenino en España
La tenista fue la primera española que compitió en unos Juegos Olímpicos, en París 1924, donde rozó el podio por tres veces
La vida de Elia María González-Álvarez y López-Chicheri, Lilí para el siglo, merecería una biografía de tronío o, mejor, una de esas docuseries tan en boga hoy en las plataformas digitales. Si ha existido alguna deportista española a la que calificar con la palabra «pionera», sin duda es ella. Porque la actividad física, que cultivó con pasión y talento, fue el hilo conductor de toda su existencia novelesca. En su muy conocida faceta de tenista, por supuesto, pero también en patinaje, esquí, equitación, billar y automovilismo, con títulos conquistados en todos ellos. Una vez retirada de la práctica activa, esta aristócrata nacida en Roma y criada en los internados más chics de Suiza se reconvirtió como cronista deportiva.
Los señores González-Álvarez residían por estaciones entre la costa italiana y las montañas suizas, allí donde el clima fue más bonancible para la quebradiza salud de la madre de Lilí, que era el perfecto opuesto de su progenitora: vigorosa e independiente. En la estación de Saint-Moritz, se aficionó al deporte blanco, esquí y patinaje sobre hielo, y antes de la veintena logró que España la convocase para participar en los I Juegos invernales, Chamonix 1924, pero una caída truncó su carrera de patinadora y retrasó hasta 1936 la participación de cualquier atleta nacional en dicho evento.
Lastrada por una rodilla maltrecha, la campeona decidió consagrarse al tenis, deporte en el que alcanzaría fama mundial y un grandísimo palmarés a partir de 1926. Sin embargo, su dedicación plena a la raqueta estuvo motivada por el deseo de ser la primera mujer española en participar en unos Juegos Olímpicos. Si no pudo ser en enero en Chamonix, sería en julio en París, donde el tenis era una de las principales atracciones del programa. Lilí lideró un equipo nacional que completaban Rosa Torras, Isabel Fondorona, y Luisa Marnet, aunque las dos últimas no se presentaron a sus encuentros de primera ronda ni en individuales ni en dobles. Álvarez y Torras, así, fueron las dos únicas representantes femeninas en un equipo que contó con 107 hombres.
El 14 de julio, el deporte femenino español festejó su particular toma de la Bastilla con su debut en unos Juegos Olímpicos, cuando Lilí Álvarez eliminó a la estadounidense Lilian Scharman por un doble 6-2. Avanzó otra ronda, hasta cuartos, donde perdió con la francesa Germaine Golding y otra pareja gala, Margot Braquedis e Yvonne Bourgeois, se le interpuso en la misma ronda en dobles, formando dupla con Torras. Junto a Eduardo Flaquer, en los mixtos, también se paró en puertas de la semifinal ante los futuros subcampeones, los yanquis Marion Zinderstein y Vincent Richards.
La aventura olímpica de la polifacética atleta, que a mediados de los cuarenta aún ganaba campeonatos nacionales de esquí alpino, se terminó cuando aún no había cumplido los veinte años. El tenis fue eyectado del programa de los Juegos de Amsterdam 1928 y no se reintegraría hasta Seúl 1988, de modo que los años más fértiles de la carrera de Lilí Álvarez transcurrieron sin que pudiese colgarse la preciada medalla. Ganó en dobles de Roland Garros, junto a la neerlandesa Kea Bouman y jugó tres finales individuales en Wimbledon... mucho antes de las conquistas de Santana, de Conchita, de Nadal y de Alcaraz.
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