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Herralde y Enzensberger, cartas de altos vuelos

Un volumen reúne la correspondencia entre el editor y el autor, una valiosísima aportación al panorama literario de nuestro país
El escritor Enzensberger, cuya obra en español la publicaba Destino, de la mano del emblemático editor Jorge Herralde
El escritor Enzensberger, cuya obra en español la publicaba Destino, de la mano del emblemático editor Jorge HerraldeArchivo
La Razón
  • Jesús Ferrer Solà

    Jesús Ferrer Solà

Valencia Creada:

Última actualización:

Desde hace algunos años, y dentro de los estudios filológicos, han adquirido una creciente importancia los paratextos, es decir, un material de funcionalidad cotidiana formado por informes de lectura, intencionadas imágenes, lemas de promoción editorial, prólogos y epílogos de las obras literarias, el título de las mismas y sus resúmenes en las contraportadas de los libros, reseñas y entrevistas y, entre otros referentes y de modo sobresaliente, la correspondencia familiar, profesional o literaria de los escritores. 
El crítico cultural Gérard Genette dio forma teórica a este material en su ensayo «Palimpsestos: la literatura en segundo grado» (1982), donde especificaba la importancia de este conjunto documental para una mejor comprensión del fenómeno literario. De modo más concreto ha tenido una creciente valoración el cruce de cartas, postales, misivas y comunicados varios entre los protagonistas del ámbito cultural. La publicación y análisis de esa correspondencia proyectan una visión cotidiana de la vida intelectual, penetran en la intimidad de los corresponsales y ostentan, en muchos casos, una decidida voluntad de estilo. 
La correspondencia entre Hermann Hesse y Thomas Mann, Gustave Flaubert y George Sand, Hannah Arendt y Mary McCarthy, Jack Kerouac y Allen Ginsberg, Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, entre otros escritores, conforma un apasionante conjunto de referencias biográficas y literarias. No es menos interesante el carteo entre autores y editores, siendo quizá el caso más notorio en nuestra contemporaneidad el que cruzaron durante muchos años Miguel Delibes y Josep Vergés, el emblemático editor de Destino, que publicaría la mayoría de sus novelas.
El editor Jorge Herralde
El editor Jorge HerraldeArchivo
En esta línea de interés paratextual la editorial Anagrama ha creado, conjuntamente con la Fundación Feltrinelli, la colección «Archivo Herralde», dedicada a difundir un fondo editorial que cubre varias décadas de la mejor literatura española e internacional. Inaugura este proyecto la «Correspondencia. 1971-2005», entre Jorge Herralde (Barcelona, 1935), fundador y alma de la editorial, y el escritor Hans Magnus Enzensberger (Baviera, 1929-Múnich, 2022). 
El primero se incluye en un irrepetible perfil de editor independiente, de la estirpe de, entre otros, los Mario Muchnik, Klaus Wagenbach, Hans Meinke, José Manuel Lara, Giangiacomo Feltrinelli o Jaume Vallcorba Plana. Enzensberger, uno de los más destacados intelectuales europeos del siglo XX y principios de este, desarrolló, entre otras dedicaciones literarias, una intensa labor como ensayista, siendo durante años puntualmente traducido y publicado por Anagrama. La correspondencia entre ambos supone una interesante contribución al panorama literario y editorial español desde el tardofranquismo a la consolidación y actualidad de la democracia.
Penetramos con estas páginas en los entresijos de la tarea editorial, a la vez que recordamos la importancia e influencia del valioso ensayista alemán en los contextos intelectuales de aquellos años. Llaman poderosamente la atención muy variados asuntos. En 1971 el Premio Anagrama de Ensayo se ve libre de los obstáculos de la censura y puede ser convocado al fin; se le habían formulado serios impedimentos porque el jurado propuesto resultaba «excesivamente tendencioso», progresista cabría entender. 
Al año siguiente se planteará la posibilidad de que poemas de Enzensberger sean traducidos al español por el poeta cubano Heberto Padilla; cabe recordar que este originaría una fuerte protesta internacional de intelectuales a causa de su encarcelamiento por anticastrista. No resultarán fáciles las gestiones para hacer realidad el proyecto de esa traducción.
Otro dato curioso será el interés que muestra Herralde por publicar la biografía de Andreu Nin, que Enzensberger ya había editado en alemán, aunque será consciente de las dificultades con la censura en esos años setenta: «Me he enterado de que acabas de publicar un libro sobre Durruti. Imagino que sería difícil que pasara la censura, pero, en el caso de que no lo tuvieras comprometido, me gustaría intentarlo». El editor tiene aquí un papel muy activo en la consecución de los proyectos estimados; ante el propósito del escritor de conformar un volumen con algunos de sus más destacados ensayos, Herralde sugiere suprimir del conjunto el titulado «Lugares comunes sobre la literatura» por su relativo interés al no guardar relación con las letras españolas del momento.

Dificultades e iniciativas

Ciertos referentes muestran singulares connotaciones políticas. La publicación por Anagrama del ensayo de Enzensberger «El interrogatorio de La Habana» coincidirá con la aparición de «Persona non grata», de Jorge Edwards, y en Cuba, «La lucha por la libertad», del historiador Hugh Thomas; esta simultaneidad la atribuirá el cónsul cubano en Barcelona a «un rocambolesco complot editorial auspiciado por la CIA...». 
Entretanto continúa la iniciativa por la que ven la luz ensayos de cierta audacia en esos años setenta, como «Conversaciones con Marx y Engels», que al editor le parecen «provocativas y espléndidas» y «Para una crítica de la ecología política», con el que Enzensberger aparece como un precursor de esta polémica materia. Se trata de lo que Herralde llama una cierta «primavera cultural», editando a Mao Zedong por primera vez en España, al tiempo que desvela las dificultades de la traducción al español en otros ámbitos editoriales, como el alemán de aquellos momentos: «En realidad, lo que pasa es que Alemania se ha convertido en una nación subdesarrollada con respecto a la traducción. A los editores basta, por lo general, de mirar la última página para decir que el proyecto es “económicamente imposible” cuando un libro tiene más de 200 páginas...».
Ya en la Transición, en época preconstitucional, el editor le transmite a Enzensberger su malestar ante unos momentos en que persisten los procesos judiciales y secuestros de publicaciones por motivos políticos: «La racionalidad de la política española a menudo no es transparente. En cualquier caso, es un atentado contra la libertad de expresión y justamente contra una editorial caracterizada por su independencia política, que creo debe denunciarse como síntoma alarmante frente a la aparente fachada liberal del nuevo gobierno». 
A lo que su corresponsal responde: «Lo que he oído sobre la situación en España me produce escalofríos. Ya es hora de que los deprimentes años setenta lleguen a su fin; para los ochenta, propongo un estado de ánimo burlón de tragicomedia, que, en mi opinión, sería una mejora». En esa época de los ochenta conocerá, como aquí se recoge, el hundimiento del libro político, aflorando formas expresivas de la contracultura y el desarraigo social.
Un volumen este muy interesante con el que comienza la publicación de un archivo documental que se augura de la máxima utilidad para un mejor conocimiento de los entresijos y avatares de la mejor literatura.
Lo mejor
El acceso a la trastienda profesional de un emblemático editor y un gran ensayista
Lo peor
Nada, salvo el deseo del lector de que esta correspondencia fuera más extensa

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