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Un héroe de las mansardas

Su obra se encuadra en un realismo de fuertes connotaciones psicológicas, en contacto a la vez con destacados conflictos colectivos de la máxima actualidad
ÁLvaro Pombo Y García De Los Ríos, Premio Cervantes 2024.
Álvaro Pombo y García De Los Ríos, Premio Cervantes 2024.
La Razón

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 La concesión del Premio Cervantes a Álvaro Pombo (Santander, 1939) tiene a reconocer la larga y fecunda trayectoria de un auténtico escritor de raza. Su obra se encuadra en un realismo de fuertes connotaciones psicológicas, en contacto a la vez con destacados conflictos colectivos de la máxima actualidad. Sus temas y argumentos observan una extrema sensibilidad para exponer las más características pulsiones de la condición humana.
 Y su carácter intelectual ostenta una tolerante bonhomía, que no esconde la decidida denuncia de lacerantes desajustes sociales. Novelas como «El héroe de las mansardas de Mansard» (1983) o «El metro de platino iridiado» (1990) cimentaban una prosa de neta factura clásica y rigurosa conformación lingüística. Vendría después un largo recorrido narrativo hasta obras tan recientes como «Santander, 1936» (2023), crónica autobiográfica de un convulso pasado histórico, y «El exclaustrado» (2024), una meditación de honda deriva existencial. En su obra ha criticado abiertamente la mercantilización de la cultura, la creciente deshumanización social, el mal uso de las tecnologías, la proliferación de la soledad indeseada, la censura provocada por la corrección política, la banalización publicitaria de la homosexualidad y la ineficacia de los sistemas educativos.
Con singular ironía ha parodiado asimismo el esnobismo de la pedante postmodernidad, y el interesado sectarismo de algunos medios de comunicación; poco ha escapado a su acerada mirada crítica y perspicaz sensibilidad. Acaso sea menos conocida su dedicación a la poesía; libros como «Variaciones», «Hacia una constitución poética del año en curso», «Protocolos para la rehabilitación del firmamento» y «Los enunciados protocolarios» inciden en una lírica neomística donde concurren el impulso metafísico, un erotismo trascendente, la belleza de la cotidianidad, el engaño de los sentidos y una acendrada espiritualidad. Y, aunque más escasa, no es nada desdeñable su labor ensayística con un libro como «La ficción suprema. Un asalto a la idea de Dios» (2022), sutil combinación de lecturas y vivencias encaradas a una teorización sobre los arcanos de la divinidad: «Cabe declarar que Dios –que es la ficción suprema– no es sin más, sólo eso. La última pregunta se formularía así: ¿Qué más es entonces Dios?». Heidegger, Kierkegaard y Santo Tomás, entre otros filósofos, ilustran aquí una exposición ensayística que aúna el rigor conceptual con la amenidad expositiva, sin olvidar la maestría estilística de una minuciosa escritura. Relatos sobre la falta de sustancia y Cuentos reciclados muestran su habilidad para la brevedad narrativa, conformada a partir de una enjundiosa anecdótica, que incluye a menudo la irónica parábola y una punzante crítica social.
La recepción crítica de su obra no ha podido ser, durante décadas, más unánimamente elogiosa; pero es una inolvidable novelista, Carmen Martín Gaite, la que acaso acertó con más precisión a retratar en pocas palabras el singular perfil literario de nuestro autor: “Un escritor hecho y derecho y -lo que es más raro todavía- diferente de cualquiera, absolutamente original.” Incidía así en la idiosincrasia de un intelectual, aunque él no guste de aplicarse esta palabra, atento a las conflictivas realidades de su tiempo, vertidas en un lenguaje literario de estricta belleza clásica y rigurosa conciencia moral. Totalmente merecido este Premio Cervantes, reconociendo la excelencia de un escritor que nos ha deparado, durante años, innumerables momentos de inteligente y regocijada lectura.