“Get Back”: las claves del documental definitivo sobre por qué se separaron los Beatles
Disney+ estrena, en tres partes y en tres días, el documental de Peter Jackson (”El señor de los anillos”) sobre el último disco de la banda y su concierto en la azotea de Apple en Savile Row
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Cincuenta años. Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que Paul McCartney, mediante una demanda, firmara el final oficial de los Beatles y su separación de John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Aproximadamente el mismo tiempo, el mundo de la cultura, el de la música y sus aficionados llevan preguntándose qué ocurrió para que la banda más famosa del planeta —más que Jesucristo (sic)— decidiera poner punto y final a una de las décadas más prodigiosas de la música contemporánea. Desde la misoginia coyuntural, primero se señaló a Yoko Ono, como causante de problemas en el seno del grupo, luego se apuntó a las pulsiones artísticas y religiosas de Harrison, fuertemente marcado por el abrupto final de su viaje espiritual a la India, y hay incluso quien no duda en señalar la obvia confrontación de los genios de McCartney y Lennon, los fundadores del proyecto.
De “Let it Be” a “Get Back”, pasando por Peter Jackson
Ese mismo medio siglo es el que ha transcurrido desde la grabación de “Let It Be”, el último álbum de estudio de los Beatles (en edición antológica y de lujo disponible hace unos meses) y los proyectos audiovisuales paralelos que acompañaron a aquellas míticas sesiones de enero de 1969 entre Twickenham —una nave y plató de televisión a las afueras de Londres— y el estudio de Apple en Savile Row, a pocos metros del Broadway inglés. Aquellas sesiones, historia de la música y la “beatlemanía”, fueron compiladas por el director Michael Lindsay-Hogg en “Let It Be”, la película de 1970 que ganó el Óscar a la Mejor Banda Sonora y que no recogió ningún miembro de la banda. Gracias a más de 180 horas de grabación, y sabiendo lo complicado que había sido el proceso de “The White Album”, consiguió “colar” a su equipo con acceso total a la banda y a sus conversaciones, incluso las más privadas, escondiendo micrófonos por todo el set de rodaje.
Aquel proyecto, que en la película de Lindsay-Hogg quedó en un metraje de unos 80 minutos, explicaba cómo los Beatles habían previsto un mes entero para grabar su nuevo disco y un especial de televisión con audiencia en vivo, y también cómo finalmente y por sus desavenencias, habían ido descartando lo último, convirtiendo la grabación fílmica en algo más parecido al documental que luego se estrenó. Coincidiendo con el medio siglo desde aquella grabación, McCartney, Starr, Yoko Ono y Olivia Harrison, anunciaron hace un par de años que se estrenaría una remasterización del documental “Let It Be”, con metraje nunca antes visto y de la mano del saber narrativo y técnico del neozelandés Peter Jackson (”El señor de los anillos”). Jackson, que tuvo a su disposición 55 horas de película y 140 de pistas de audio inéditas, comenzó entonces a dar forma a “The Beatles: Get Back”, documental en tres partes que Disney+ estrenará los días 25, 26 y 27 de noviembre en su plataforma de “streaming”.
Después de anunciar que el documental original viraría hacia algo más parecido a una serie, y arropándose el tiempo más duro de la pandemia para seguir trabajando en ello, hoy ve por fin la luz la pieza de casi 8 horas del director de “El Hobbit” y lo hace intentando explicar qué demonios ocurrió en enero de 1969 y cómo ello cambió para siempre la historia de la música. En la primera de las tres partes de “Get Back”, Jackson recurre a las técnicas más clásicas del documental, explicando la “beatlemanía”, la cima de popularidad de la banda y cómo, desde 1967 en adelante, las cosas se habían empezado a torcer entre los miembros del grupo hasta llegar a la grabación de “Let it be”. Superada la media hora inicial, y establecido el contexto, Jackson da un “volantazo” a la narración y pinta su Capilla Sixtina en el Apocalipsis de los Beatles.
Una obra maestra del cine documental
El director, consciente de que el protagonismo debe estar solo y exclusivamente en el cuarteto de Liverpool, nos sienta junto a ellos y nos convierte en el quinto Beatle, dejando que las improvisaciones, las grabaciones y hasta las bromas entre los miembros del grupo se sucedan una tras otra y seamos testigos de la historia y de un relato que ha querido intervenir lo menos posible a nivel narrativo. Así, se explica de manera gráfica y explícita por qué en determinado momento George Harrison decide abandonar los ensayos; así, no es necesario atosigar a las espectador con datos absurdos ni bustos parlantes cuando se explica la animadversión de Paul McCartney por Yoko Ono; así, se puede ver con nuestros propios ojos el papel conciliador del siempre denostado Ringo Starr; y así, también se puede entender que, si hay que tirar de síntesis, la principal razón que separó a los Beatles fue el dinero. Ni la novia tóxica, ni la competición entre genios, ni el incienso de Harrison o la heroína de Lennon. El reparto de “royalties” y de créditos que propuso Allen Klein, mánager entonces de los Rolling Stones, fue la auténtica manzana de la discordia.
Para cuando acaba la primera parte del portentoso documental de Jackson, incluso quien no conozca nada de la banda puede entender la tesis del conflicto y darse cuenta de que lo que se rompió justo antes del verano del amor ya no tenía posibilidad de arreglo. Las 5 horas restantes de filme, divididas en dos capítulos más, son el desarrollo del conflicto, con una impagable conversación entre McCartney y Lennon, grabada a escondidas, que ya es historia del cine y de la música, sobre cómo el primero había ido otorgándose a sí mismo una posición de líder sin hablar con el resto del grupo. Y el documental está lleno de momentos, aquí fortuitos, que en otra pieza serían centrales: como cuando Lennon bromea y pide que llamen a Eric Clapton ante la ausencia de Harrison en los ensayos, cuando el mítico actor Peter Sellers visita al grupo durante la grabación, o cuando en el mismo estudio, además de los Beatles, se reúnen Alan Parsons y Billy Preston. Pese a la tendencia a lo macro de Jackson, cada minuto de metraje se disfruta como una misa sobre el documental, sobre la banda y su mitología, pero también sobre la propia condición humana y lo que se puede decir con un simple gesto, una mirada, o un acorde a destiempo.
Para cuando los “bobbies” de Scotland Yard entran en el estudio de Savile Row a poner fin al mítico y masajeado concierto de la azotea, las siete horas de metraje parecen haberse hecho cortas y el espectador solo puede sumirse en la más absoluta pena por la oportunidad perdida, por la separación dolorosa de cuatro hombres que en realidad nunca dejaron de quererse y respetarse, y también por la nostalgia —comedida— que evoca un documental magnífico, extraordinario y a la altura de las circunstancias. Jackson no solo firma una ópera magna, y es consciente de ello, si no que además lo convierte todo en acontecimiento, en legado y hasta en escuela. Desde ya, “Get Back” es uno de los mejores documentales de la historia y, además, es el documental definitivo sobre la separación de los Beatles.