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Tradición
La fiesta en los Campos Elyseos valencianos que conmemora a su patrona desde el siglo XVII
La Virgen de Campanar es la figura a la que tradicionalmente se ha aclamado en los partos difíciles

La Virgen de Campanar tradicionalmente ha sido aclamada en los partos complicados y difíciles. Su imagen de escayola era reclamada para ingerir el polvillo de su raspadura con un vaso de agua en los momentos previos a da a luz. La costumbre fue eliminada por la Iglesia con la excusa de que la imagen de la Virgen estaba muy deteriorada. De hecho tiene en su espalda una gran oquedad, pero es de suponer que concluyó al razonar alguien que aquello de científico no tenía nada.
Campanar es un barrio que conserva fuerte el espíritu de pueblo dentro de la gran ciudad y que se resiste a ser doblegado y subsumido por la urbe más de lo que se le ha extorsionado. Hoy, barrio de Valencia, le sigue presidiendo e identificando la esbelta y erguida torre campanario de su iglesia, construida en el XVII, estética señal de identidad que une a los lugareños, de manera unánime, en el curioso y singular centro histórico, corazón urbanístico de la población. Es el faro de la isla que dormita a sus pies, quieta, tranquila y serena, no sometida al fragor de los rigores de la capital.
Es señal que avisa de la pervivencia un pueblo cargado de historia, aferrado a él como sagrada seña de identidad civil y religiosa, vigía y guarda de su Virgen Patrona, advocada de Campanar por los lugareños, aunque oficial y canónicamente se le intitule de la Misericordia.
En 1714, Bartholomé Combes publicó un libro sobre el “Feliz hallazgo del más rico, y celestial tesoro María Santísima, aplaudida en su peregrina imagen de Campanar”, donde no sólo hablaba de esta diminuta imagen, a la que tanta devoción tienen las mujeres que van a parir, sino de su tesoro huertano, que comparó a los campos Elyseos franceses “por su fertilidad, belleza, situación y clima”, huertas hoy en gran parte desaparecidas por la voracidad y la especulación de las promotoras y constructoras, y, -por qué no decirlo-, fruto de la inacción política a la hora de preservar el potencial huertano, despensa de Valencia.
El topónimo Campanar remite a la campiña romana y su origen se sitúa en el tiempo visigodo de la historia de Valencia. Es un topónimo latino, como Paterna, respetado y usado durante la dominación musulmana del territorio y que nadie por suerte ha alterado bajo la excusa de ninguna normalización. Lo comprobamos en el asiento 257 del Llibre de Repartiment. “B. Cerda, domos in Valencia (et ortum de Amet de Abenjucet) et II Jovatas in termino de Campanar, de Jucef Aleri Alhagen, et unum ortum in termino”. Es decir, los árabes habían conservado en su dominación y cultura el topónimo Campanar.
Fueron los valencianos de religión islámica quienes trazaron la tupida red de canalizaciones de riego, sobre tres acequias principales, las cuales vigorizaron y dinamizaron la huerta de Campanar, sobre unas primitivas infraestructuras romanas. Hicieron un vergel, un oasis, vegetación alta, media y baja. Había también en Campanar frondosos pinares.
La huerta de Campanar era la joya de la corona apetecida por los conquistadores, de ahí que el monarca aragonés repartió en distintos trozos esta huerta para regalarla, con sus alquerías y molinos a quienes le habían acompañado en la campaña sobre Valencia. En 1836 logró ser municipio, con Ayuntamiento propio, pero en 1897 los políticos acabaron con su independencia y autonomía anexionándolo por la fuerza a Valencia.
La actual Iglesia se hizo sobre una capilla primitiva del palacio de los Valeriola, señores del Lugar, a la que se añadió un trozo de solar donado por Pedro Raimundo Dalmao, a quien se le nombró patrono del templo y se le concedió abrir una tribuna a la iglesia desde su casa colindante para oír Misa, la que aún existe. Las familias del Barón de Barcheta y del Marqués de Sotelo han ostentado el patronato de esta iglesia.
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La imagen de la Virgen es pequeña, cuatro decímetros de altura y fue fallada en unas obras que se hacía en la cripta del templo el 19 de febrero de 1596. En los Gozos se le canta: “Madre del verbo sin par, / aclamada en tierra y cielo / sed para todos consuelo, / o Virgen de Campanar". Campanar, superviviente en el Manhattan valenciano, celebra estos días sus fiestas grandes a quien es seña de su identidad religiosa, un hálito d fiesta y tradición en la gran ciudad del asfalto.
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