Libro imprescindible
Un desconocido Jaime Gil de Biedma
Un libro recoge la correspondencia que el autor barcelonés mantuvo con el poeta, crítico y traductor canadiense Richard Sanger
No deja de ser un milagro la aparición de un nuevo libro de un autor con una producción literaria tan concreta como es Jaime Gil de Biedma. Por eso que la Universidad de Almería haya lanzado a las librerías un volumen con nuevos textos dela autor de «Las personas del verbo» es todo un acontecimiento. Se trata de un interesantísimo volumen bajo el cuidado de Miguel Gallego Roca que nos permite conocer la amistad que el barcelonés mantuvo con un canadiense que fue uno de sus primeros y más inteligentes de sus estudiosos.
Eso es lo que encontramos en «Correspondencia (1981-1987)» donde se recogen las cartas cruzadas entre Jaime Gil de Biedma y Richard Sanger. Se trata de un conjunto hasta ahora desconocido para le lector y que complementa «El argumento de la obra», la selección epistolar realizada hace unos años por Andreu Jaume, una de las principales autoridades en el gran autor.
El proyecto fue iniciado por el propio Richard Sanger, autor a principios de la década de los ochenta de una tesina sobre Gil de Biedma que le supuso poder contactar con el poeta. Sanger, quien por desgracia murió antes de que el libro pudiera llegar a imprenta, fue un apasionado de la literatura española, como lo demuestran sus diversos estudios, además del barcelonés, de autores como Góngora, Borges o Lorca. Ya fuera desde Canadá, Irlanda, Gran Bretaña o la entonces República Federal Alemana, conservó su deseó de dialogar por carta con Jaime Gil de Biedma resultando de todo ello una correspondencia de primer orden y en la que queda evidente la confianza que se crea entre los dos protagonistas de esta historia. Y es que, pese a que un primer momento Richard Sanger emplea el usted, no tardan mucho tiempo en tutearse.
Estas cartas son un diálogo cruzada, una tertulia escrita en la que caben todo tipo de impresiones por parte de los dos bandos. Hay espacio para las lecturas, para los camaradas de armas literarias, pero también para saber de la vida. Los dos, con gran humor y buenas dosis de ironía, nos permiten en estas cartas sentarnos en la mesa y escuchar embobados cuanto nos tienen que contar.
Ya desde el principio constatamos el interés del estudiado hacia su estudioso porque Gil de Biedma envía una extensa carta en la que hace una detallada lectura de cuanto dice sobre su obra la tesina de Sanger. «Tu trabajo no sólo me ha interesado, sino que me ha servido para descubrir influencias concretas de Guillén y Baudelaire, que hasta ahora ignoraba», le apunta.
Uno de los aspectos más interesantes de los dos amigos es el envío cruzado de libros. Sanger le facilita títulos disponibles en el mercado anglosajón mientras que Gil de Biedma hace lo mismo en cuanto a literatura en lengua hispana. «¿Quieres que te remita yo la última novela de Gabriel García Márquez, “El amor en los tiempos del cólera”? Está muy bien y es también divertidísima; después de haberme reído durante años de las absurdas crónicas que García Márquez perpetraba en “El País” resulta un alivio descubrir que su talento como novelista sigue intacto, aunque él se haya convertido en un personaje semigrotesco», apunta Gil de Biedma en una carta del 24 de marzo de 1986 en la que días más tarde, el 14 de abril, añade que «aproveché esos días para leer íntegra la novela de García Márquez y quedé bastante menos convencido; las cien primeras páginas son una maravilla, pero el resto deriva un tanto, aunque siempre tenga gracia –con un tercio menos de extensión quedaría mejor».
El autor de «El pie de la letra» y empleado en la Compañía de Tabacos de Filipinas, por ejemplo, solicita a su amigo los ensayos de Orwell, prometiendo que los pagará. Sin embargo, Sanger responde que «preferiría que me reembolses in kind [en especie], es decir, con otros libros: “Punto cero” de J.A. Valente o, tal vez, algún libro de crítica sobre el Siglo de Oro (Góngora y Quevedo) que te parezca bien o útil para un estudiante de filología (no demasiado marxista, estructuralista, lingüístico; aun el libro de Juan Ferraté, “Dinámica de la Poesía”, me resulta difícil de digerir entero) o –lo que sí me gustaría– ¡algunos puros de Filipinas! Con tal de que sea posible, esta última alternativa me parece la más apropiada ya que podré conseguir los libros mientras esté en Granada durante Navidad».
A medida que avanzan las cartas, también lo hacen los problemas de salud para Jaime Gil de Biedma quien no duda en comunicar a su amigo lo que le ocurre, aunque con debida prudencia. No deja de ser, en este sentido, muy significativo el final de la última carta conservada del poeta a Sanger en la que concluye que «el año 86 fue malo incluso desde antes de empezar; en cuanto al 87 no creo que pueda felicitarle. Como dice Casanova en sus memorias, a partir de cierta edad a uno le abandona la buena suerte, y yo he llegado a ella». El sida acabará llevándose a Gil de Biedma el 8 de enero de 1990.
Además de la voz escrita, la otra gran sorpresa de este libro es la de permitir al lector rescatar la voz grabada de Gil de Biedma. A instancias de Sanger, este se grabó en una cinta recitando algunos de sus poemas, unos registros sonoros que han permanecido inéditos hasta la fecha. Gracias a un código QR, se puede descargar escuchar al autor poniendo todo su talento para leer algunas de sus mejores composiciones poéticas, como «Canción de aniversario», «Albada», «No volveré a ser joven» o «Contra Jaime Gil de Biedma».
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