Opinión
Hay que resistir
Menos máquinas y pantallas, y más trato y atención personal
En el banco. Es la una del mediodía y la ventanilla está cerrada. Los empleados están todos encerrados en sus despachos, atendiendo a los clientes o cumpliendo cada cual sus obligaciones. Aguardo hasta que uno de ellos se percata de mi presencia, y aprovecho para reclamar su atención. «Tendrá que pasar por el cajero, o pedir cita previa», me dice, sin darme tiempo a explicarle el objeto de mi visita.
En el supermercado. Hay solo dos cajeros abiertos, y en los dos hay una larga cola. Al cabo de unos minutos aparece una empleada que nos conmina, a los que llevamos menos compra, a pasar por las máquinas en que se paga únicamente con tarjeta. Acudo al requerimiento, pero no me entiendo con la máquina y termino por pedir ayuda a la empleada: «¡Si solo tiene que pasar el código de barras…!»
En un concesionario de automóviles. Le explico al vendedor que busco un coche de ocasión. Me pregunta que si sé el modelo, y me indica que de ese no tienen ninguno en exposición. «Pero sí me podrá informar sobre precios y demás», le digo. «Bueno, para eso tiene la página web, allí lo encontrará todo», me dice. Nos quedamos los dos mirándonos y, para salir del paso, trato de componer un gesto a medias entre la resignación y la incredulidad. «Bueno, siéntese», y me señala una silla. Se sienta él al otro lado de la mesa, teclea en el ordenador y gira la pantalla. «Mire, en esta página están todos los que actualmente tenemos a la venta, ¿ve?» «Sí, ya veo, pero pensaba que aquí podrían informarme, darme detalles, aconsejarme, no sé…» «Pues lo mismo que si usted entra en internet desde su casa». «Entonces, ¿no sirve de nada venir aquí?» «No le entiendo». «Quiero decir que si por venir aquí, de forma presencial como quien dice, no tengo mayor información, ni ventaja alguna…» «Ninguna, señor».
En una estación, lo que ahora llaman un intercambiador. Distingo, entre la sucesión de máquinas expendedoras de billetes y el trajín de viajeros y maletas rodantes, la única dependencia con mostrador y personal detrás de él. Animado porque no hay cola, me presento todo ufano ante la ventanilla: «Quería cambiar este billete». «Eso, por internet o en las máquinas expendedoras, aquí solo estamos para incidencias y reclamaciones».
En una oficina de la administración. «Vengo a entregar los documentos que me dijeron para cursar la solicitud: instancia, fotocopia del DNI…» «Lo siento, señor. Tiene que hacerlo por internet, y las fotocopias escaneadas». «¿Escaneadas? Pero si he pedido cita previa, y lo traigo aquí todo…»
Hay que resistir, los que ya tenemos cierta edad. Y no dejarnos avasallar. Menos máquinas y pantallas, y más trato y atención personal.
✕
Accede a tu cuenta para comentar