Subasta polémica
Arno Breker, la tentación nazi de Dalí
Sale a subasta la serie de retratos escultóricos que el artista favorito de Hitler dedicó al pintor surrealista
A Salvador Dalí le gustaba jugar con fuego, aunque eso le supusiera el rechazo de muchos. Ese navegar contracorriente, ese querer ir al margen de lo que entenderíamos por políticamente correcto le hizo en ocasiones pactar con el mismísimo diablo. Uno de ellos se llamaba Arno Breker y es conocido por ser el escultor favorito de Adolf Hitler, además de uno de los principales asesores en cuestiones artísticas de uno de los más grandes tiranos del siglo XX.
Mañana la casa de subasta Setdart, en Barcelona, pone en manos del mejor postor el fruto de la colaboración entre Dalí y Breker, un conjunto de bustos en bronce con sello de la Fundición Venturi Arte Bologna y que tienen por protagonista al pintor ampurdanés. Con una estimación de entre 8.000 y 10.000 euros para cada una de las diez piezas de la serie, en ellas podemos ver la efigie del artista surrealista, esculpida por el alemán y cubierta con la habitual simbología daliniana: la figura del homenaje a Newton, relojes blandos, muletas, la estatua de la libertad con los dos brazos empuñando la antorcha... Todo ello queda definido por Setdart como el fruto del trabajo de «un exitoso tándem».
Los dos autores se conocieron en 1974 cuando Dalí quiso contar con Breker con motivo de la inauguración de su museo en Figueres donde quiso que en una de sus salas estuviera el busto que el alemán dedicó a Cocteau. El mismo Breker contaría esa experiencia asegurando que Dalí «condujo a los invitados por el museo. Y cuando llegamos a la habitación donde estaba el busto, preguntó: “¿Dónde está Breker?” Me buscaron y me acerqué a él. La conversación de Dalí giró hacia mí. Delante del público me abrazó fuertemente y me agradeció por haber presentado el busto de Cocteau al museo. Así que de un momento a otro me quitaron el busto. Pero Dalí lo hizo con tanto encanto que no pude decir que no». Un año más tarde se hizo la serie de diez retratos.
Cuando el escultor colaboró con Dalí tenía a sus espaldas un historial inquietante. Breker fue el encargado de acompañar a Hitler, junto a Albert Speer, en su rápida visita a París el 23 de junio de 1940. El artista había vivido en la capital francesa entre 1927 y 1934. Una vez de regreso a Alemania, comenzó a plasmar en mármol la monumentalidad del nazismo, ganándose la admiración de Hitler y Goebbels que le encargaron la decoración de los nuevos ministerios del Reich en Berlín. El día de su regreso a París, en 1940, el líder nazi dijo que quería que estuviera con él porque quería «estar rodeado de artistas».
Cabe decir que Arno Breker, durante la ocupación, se convirtió en el protector en París de Pablo Picasso y Jean Cocteau, al menos según afirmaba este último: «Breker, el escultor de Hitler, me dijo que si alguna vez nos pasaba algo serio a mí o a Picasso, podía llamarlo por teléfono a Berlín».
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la obra que había hecho para Hitler acabó destruida o en almacenes. Tras ser juzgado en un proceso de desnazificación, solamente fue multado con 100 marcos, contando a su favor su ayuda a algunos artistas perseguidos. Franco y Perón llamaron a su puerta para hacerle encargos que no prosperaron.
En 1981, Breker declaró que no era consciente del «crimen e inhumanidad» que representaba el nazismo mientras lo sirvió. La afirmación del escultor de Hitler posiblemente ni él se la creyó.
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