Turismo y curiosidades
Conoce el pueblo "maldito" de Aragón: está lleno de brujas y magia oscura ancestral
En muchas zonas de los Pirineos aragoneses se creía que las brujas invocaban a espíritus malignos y participaban en rituales paganos
Para nadie es un secreto que los cuentos de brujas inundan Aragón, en especial, en los Pirineos. La brujería tiene profundas raíces históricas que se remontan a la Edad Media. Durante siglos, esta región ha sido escenario de creencias populares sobre brujas y hechiceras. Se contaba que las brujas realizaban rituales bajo la luz de la luna, invocaban fuerzas sobrenaturales y lanzaban hechizos para influir en el clima, las cosechas o la vida cotidiana de los aldeanos.
A lo largo de la historia, la persecución de brujas en Aragón fue especialmente intensa durante los siglos XV y XVI, cuando la Inquisición española llevó a cabo juicios en varias localidades de la región. Cientos de mujeres fueron acusados de practicar la brujería y pueblos como Tella, considerado uno de los epicentros de estas creencias, siguen siendo hoy en día testigos de ese legado oscuro de magia y brujería.
La Ruta de ermitas en Tella
Tella, un pequeño pueblo ubicado en el Pirineo aragonés, conocido por su belleza natural e historia ligada a la brujería. Tella es una de las puertas de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Allí puedes explorar rutas de senderismo, barrancos y paisajes de montaña.
Además, Tella cuenta con monumento megalítico, ubicado a las afueras del pueblo, es uno de los dólmenes mejor conservados de la región. Data del neolítico y es un vestigio de las antiguas civilizaciones que habitaron estas tierras. Sin embargo, lo que realmente llama la atención del pueblo son las increíbles ermitas románicas. Este conjunto de tres ermitas, San Juan y San Pablo, la de Nuestra Señora de Fajanillas y la de la Virgen de la Peña ofrece no solo un recorrido histórico sino también uno religioso y espiritual.
Historia de las ermitas de Tella
Las ermitas de Tella, situadas en el Pirineo aragonés, tienen una historia que se remonta a la Edad Media y están profundamente vinculadas a la espiritualidad y la protección del pueblo precisamente de la brujería. La Ermita de San Juan y San Pablo, la más conocida de las tres, data del siglo XI. Según la tradición local, esta ermita se construyó como un lugar de culto y protección contra las fuerzas malignas que se creía rondaban la zona.
Su ubicación estratégica, en lo alto de un promontorio rocoso, le otorga una vista privilegiada del entorno, lo que también contribuía a su papel como lugar de vigilancia espiritual. Esta ermita, junto con las otras dos, forma parte de una ruta de peregrinación que aún hoy es recorrida por los devotos y los amantes de la historia. La Ermita de Nuestra Señora de Fajanillas y la Ermita de la Virgen de la Peña fueron construidas en siglos posteriores y están dedicadas a la veneración mariana.
Tella es uno de los lugares más emblemáticos en cuanto a la brujería en Aragón. Según la leyenda, este pequeño pueblo era conocido como un refugio de brujas que realizaban sus aquelarres en las noches de luna llena. Se dice que las brujas se reunían en la montaña cercana para invocar espíritus malignos, intercambiar hechizos y lanzar maldiciones sobre los habitantes de la región.
Brujería en Aragón
Trasmoz es, quizás, el pueblo más famoso por su relación con la brujería en Aragón. Este pueblo, ubicado en las faldas del Moncayo, fue excomulgado en el siglo XIII y declarado maldito por la Iglesia, lo que reforzó su reputación como un refugio de brujas y hechiceros. Según las leyendas locales, en el castillo de Trasmoz se celebraban aquelarres y se practicaban artes oscuras.
Los relatos cuentan que las brujas invocaban demonios y preparaban pócimas mágicas para proteger sus rituales y vengarse de aquellos que intentaban interferir con sus prácticas. Incluso Gustavo Adolfo Bécquer, el famoso poeta español, se inspiró en las historias de Trasmoz para escribir sobre brujería en su obra.
En muchas zonas de los Pirineos aragoneses se creía que las brujas realizaban sus aquelarres en las cumbres más altas, lejos de la vista de los aldeanos. Estos aquelarres eran reuniones nocturnas donde las brujas invocaban a espíritus malignos y participaban en rituales paganos. Se decía que las brujas podían volar hasta estos lugares utilizando escobas o animales encantados y que allí intercambiaban conocimientos mágicos.
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