TRIBUNA
Abiertos a la migración, pero no a los MENA
"Tenemos un sistema específico para adultos migrantes y otro que ya existía y que no estaba preparado para atender a estos menores extranjeros", señala José Carlos Cabrera Medina
Eesta semana publicaba el Ikuspegi (el observatorio vasco de Inmigración) un interesante informe sobre la migración en aquella parte del país, que nos puede dar la medida de una idea bastante generalizada.
Los españoles en general son abiertos a la migración, de hecho, en aquellos territorios donde se hace este tipo de estudios (hay otros como Andalucía donde desapareció el Observatorio Permanente para la Migración en Andalucía y desde entonces se carecen de datos), la actitud suele ser ésta.
Pero curiosamente, y en este último estudio se destaca, somos abiertos a la migración, pero no a la migración infantil. Algo que podría ser bastante contradictorio, ya que parece que estamos más abiertos a que las personas adultas emigren, pero no estamos tan abiertos a que personas más vulnerables por su edad, y que tiene un tratamiento diferente en nuestra propia sociedad donde los tutelamos de manera efectiva, lo hagan.
Esto que puede ser paradójico, sin embargo, podría tener un origen claro y poco conocido para la sociedad en general y que tiene que ver con nuestra propia concepción del mundo.
Actualmente no existe un sistema particular para la atención a los migrantes menores. Fíjense, cuando un extranjero adulto es localizado e identificado tiene una cantidad de recursos específicos para su atención: Centro Temporal de Atención a Extranjeros (CATE), Centros de Internamientos de Extranjeros (CIEs), centro de refugiados etc…. sin embargo, cuando esta misma persona es menor de edad, o peor aún, dice que es menor de edad y las pruebas óseas no dicen lo contrario, son atendidos en un sistema paralelo y no específico para migrantes, sino para el conjunto de todos los menores, autóctonos o no, de las diferentes comunidades: el sistema de protección a la infancia.
Es decir, tenemos un sistema especifico para adultos migrantes ideado tras el comienzo de los flujos migratorios, y otro que ya existía y que no estaba preparado para atender a estos menores extranjeros.
Un sistema de protección a la infancia que nace con la transferencia de competencias a las comunidades en los años 80, muy centrado en el interés superior del menor, y que centra su atención dentro de lo que se llama el régimen abierto, es decir, centros donde no se prohíbe la salida a estos menores y donde no hay medidas coercitivas para que allí permanezcan.
Esto es también paradójico porque estamos atendiendo a menores del siglo XXI, de un tiempo claramente marcado por la movilidad y la conectividad, y con un perfil internacional, bajo el paraguas y unos recursos de una ley del siglo anterior, no ideada para un tipo de menores de estas características.
Y es aquí donde podría estar la clave de esta animadversión a los MENA, ya que el sistema con el que se les atiende no es un sistema ideado para este tipo de perfiles que son en muchos casos adultos en su sociedad y que cuando llegan a España, tienen una alta movilidad por el país de manera autónoma, por entre los propios centros de protección y en sus salidas a la calle.
Este aspecto se observa claramente en el propio sistema de protección a la infancia que siendo consciente de que en él convergen dos tipos de menores con necesidades completamente diferentes, destina políticas a un grupo y no al otro, como por ejemplo las políticas de acogimiento familiar que están destinadas a los autóctonos, pero no a los migrantes.
Siendo realistas, la experiencia nos dice que no todas las sociedades tienen los mismos valores y por ello muchas de las personas que se están incorporando a nuestra sociedad, menores o no, necesitan un periodo para comprender nuevas realidades que no tienen en sus propios países, como por ejemplo el rol de la mujer que se presenta de manera contundente en nuestra sociedad.
Aquí lo tienen, esta podría ser la razón por la que estamos abiertos a la migración, pero no a la realidad de los menores migrantes por cómo se les está atendiendo al tener un perfil tan especifico y tan diferente a la de la España de los años 80.
Aquí tienen un porqué. Quizás, tanto la sociedad como los propios menores nos están demandando un sistema más restrictivo, pero a la vez más inclusivo para estas personas que el obsoleto actual sistema de protección a la infancia.
José Carlos Cabrera Medina, Asesor en Políticas Migratorias y experto en Magreb.
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