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Mezquita-Catedral, una joya mundial en renovación

La restauración de la macsura ya ha comenzado, coincidiendo con los actos conmemorativos del 40 aniversario de la Declaración de la Mezquita-Catedral como Patrimonio de la Humanidad

Macsura de la Mezquita-Catedral de Córdoba, un espacio que será sometido a una profunda restauración EfeEfe

La Mezquita-Catedral de Córdoba es uno de esos lugares que hay que visitar, al menos, una vez en la vida. Y si ya se ha hecho, nunca está de más repetir, pues en cada visita se logra aprender y descubrir algo nuevo. No es para menos, pues se trata de una de las joyas históricas y artísticas más imponentes del mundo, tal y como confirma su declaración como Patrimonio de la Humanidad, hace ahora cuatro décadas.

Precisamente en el contexto del 40 aniversario de la Declaración de la Mezquita-Catedral como Patrimonio de la Humanidad, hace unas semanas se han iniciado las obras de restauración de la macsura, uno de los espacios más impresionantes del edificio con el que se pretende preservar y revitalizar este importante enclave arquitectónico y cultural.

Se trata de un proyecto que, además, pretende responder a diversas preguntas históricas y técnicas relacionadas con la estructura original, la naturaleza de su cubierta, el diseño de sus ventanas y sistemas de iluminación, y la cronología de construcción.

Construcción excepcional

Tras la muerte de Abd al Rahman III, su hijo y sucesor Al-Hakam II, toma posesión del califato el 16 de octubre de 961. Dos días después comienza la ampliación de la Mezquita Aljama. De su mano, el oratorio musulmán alcanzará las cotas más plásticas y originales de todas las llevadas a cabo en la Aljama cordobesa, poniendo de manifiesto el esplendor político que vive el califato y que lleva a Córdoba a sustituir a Damasco como referente cultural y artístico.

La intervención de Al-Hakam II supuso, desde el respeto al planteamiento original y al módulo arquitectónico básico, el desarrollo de una apariencia estética caracterizada por la innovación y la magnificencia. Atauriques, mármoles o mosaicos son solo algunos de los materiales que se desplegarán por la macsura y el mihrab hasta conformar uno de los conjuntos plásticos de mayor belleza y fastuosidad de la arquitectura española. Se constituye así lo que algunos han llamado una mezquita dentro de la mezquita, un espacio teatralizado de arquitectura ilusoria.

Destinado a orientar el rezo, el mihrab está flanqueado por la cámara del tesoro, a la derecha, y por el sabat a la izquierda. En el caso de la mezquita cordobesa, su tipología trasciende de ser una mera hornacina hasta convertirse en una pequeña estancia octogonal cubierta por una cúpula con forma de concha. La fuerza expresiva de esta composición reside en el denso programa ornamental que envuelve a la arquitectura, conformado por los paños labrados de ataurique y, sobre todo, por la riqueza de los mosaicos.

Restauración de la mezquita-catedral de Córdoba Cabildo Córdoba

La tradición bizantina llega así hasta la mezquita de Córdoba a través de los artesanos enviados por el emperador bizantino Nicéforo II, quienes desarrollaron una excepcional labor decorativa. Todo el espacio se cubre con tres cúpulas cruzadas en el aire que descansan sobre ocho grandes nervaduras apoyadas sobre los lados de un octógono. Una construcción excepcional en la que se conjugan de modo maravilloso aportaciones cristianas y musulmanas, que aquí adquieren un carácter de creación: el arte califal cordobés.

Tras la consagración de la mezquita como catedral, el espacio de la macsura y el mihrab, estuvo ocupado por dos capillas: la de San Pedro, fundada en 1368, y la de la institución del Santísimo Sacramento o de la Cena del Señor de 1582. La parte frontal al mihrab se cerró parcialmente con muro y rejas hasta la altura de los capiteles. También se situó allí, desde 1390 hasta 1815 un retablo gótico con las imágenes de Santa Catalina de Alejandría, San Francisco de Asís, San Pedro, San Pablo y la Virgen de la Leche.

Una intervención clave

La intervención realizada en este edificio radica fundamentalmente en la conservación. En este caso, ante la aparición de síntomas de deterioro, el Cabildo ha propuesto una intervención global sobre la macsura que persigue atajar a tiempo las causas del deterioro inicial. Así, las intervenciones en cualquier parte del edificio no se pueden hacer sin tener en consideración el edificio en su conjunto. La Mezquita-Catedral de Córdoba no es un amontonamiento de arquitecturas, un museo de arquitecturas, sino un edificio dotado de una enorme unidad, una única obra de arte. Por tanto, cualquier intervención sobre una parte se convierte en una intervención sobre la totalidad del edificio. Por ello, la construcción de los tres lucernarios de la macsura, junto al de la Capilla de Villaviciosa, supone la utilización por primera vez en el edificio de una luz que lo adjetiva, que lo dibuja. Por lo tanto, esta intervención reeditará el valor de la luz como configuradora del espacio arquitectónico, haciendo que la próxima vez que visite la Mezquita-Catedral de Córdoba sea una nueva experiencia.