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El premio de hospedarse en el Hotel Pulitzer de Barcelona
En Barcelona hay un hotel boutique hermosísimo, a unos pasos de la plaza Catalunya, que recibe el nombre de uno de los premios literarios más prestigiosos del mundo.
Hay que ganar de vez en cuando un premio gordo, dárselo a uno mismo, quiero decir. En un mundo lleno de galardones nacionales y universales que sirven de elemento publicitario para obras y creadores de todo tipo —que si el Nobel, que si el Cervantes, que si el Princesa de Asturias…— y que, dicho sea de paso, siempre recibe el otro y no uno mismo, bien merece la pena ser candidato único y ganador de, digamos, un Pulitzer. Y bien fácil es esto si usted acude al centro de Barcelona, porque en la calle Bergara 8, en cuanto cruce el umbral del Hotel Pulitzer, usted estará de continua enhorabuena.
Situado en el centro de Barcelona, a escasos metros de Plaza Cataluña, este establecimiento, asentado en un edificio del siglo XIX, cuenta con 91 habitaciones que han sido diseñadas por uno de los interioristas actuales más reputados, Lázaro Rosa-Violán, bajo un lema coherente con el nombre del hotel que evoca el famoso galardón estadounidense en los ámbitos del periodismo o la literatura: «… que cada huésped se inspire y escriba su propia historia». Una linda libreta para llevar a la escritura la experiencia viajera les estará esperando en la cama de una de esas habitaciones.
Cada una de estas, realmente, escriben una posible historia para ti: «Abres tu habitación y empieza el primer capitulo de tu viaje. La luz del sol invade la estancia. Abres una ventana y ves Barcelona a tus pies. Una brisa fresca. Voces lejanas. Hay tanto por ver… Estás en el balcón. De fondo Plaza Cataluña. Prometes tomarte una copa con vistas a las calles de Barcelona. El baño, de azulejos azules, es el escenario perfecto para relajarte. Las sábanas de tu cama te dan la bienvenida tras un intenso día en la ciudad».
Estancias y un lobby donde vivir
The Pulitzer Suite with Terrace es una de esas habitaciones, donde ciertamente, puedes dejar escapar la típica expresión, a lo largo de sus 45 m²: «Esto es vida», cuando estés rodeado de las plantas de la terraza privada, te entren ganas de una sesión de yoga mañanera o descanses con una en el solárium, pongamos, para que la postal sea perfecta, mientras se pone el sol. Esta y el resto de dependencias, conbalcones típicos de l’Eixample,te ofrece un confort excepcional, y hasta los baños tienen un toque de diseño que los hace únicos, con llamativosazulejos azules.
Dicho confort se extiende hasta el último rincón del hotel, muy significativamente en el amplio espacio del lobby, donde la gente se reúne a tomar algo, conversar o incluso trabajar, tal es la comodidad y buen ambiente que exhala el lugar. Sumamente cálido y acogedor, el lobby está decorado con muebles de diseño y piezas vintage, y en verdad se nota que aquí cada detalle está pensado para que huéspedes y visitantes se sientan como en casa. Además, ofrece una carta deliciosa, con platos que sin pretensiones especiales, te ofrecen la mejor comida, ya sea en forma de sabrosas ensaladas, hamburguesas o tortillas de patatas. Por si fuera poco, en su bellísima barra, moderna con toque antiguo, se puede disfrutar de la mejor coctelería.
El restaurante The Greenhouse
Entre esta oferta gastronómica, está el formidable restaurante de lo que se da en llamar «slow food» The Greenhouse. Una vez allí, sientes que estás en una suerte deinvernadero, lleno de plantas y muy luminoso, que dispone de un patio en medio de la ciudad. De lunes a domingo, de 13:00 a 15:30 horas, puedes degustar platos con ingredientes de la tierra, frescos y saludables:verduras de temporada, carnes de proximidad, pescados de lonja y postres artesanos, además de vinos ecológicos. Es un lugar fino y «casual», en la línea de calidez del resto del establecimiento: todo un oasis placentero.
Su carta incluye platos de la huerta como la coliflor marinada con cúrcuma, canela, salsa de yogur y feta; o arroces como el meloso de mar y montaña; o pescados como el rape en suquet con gambas de la costa; o carrillada guisada con puré de apionabo. Por si fuera poco, está la posibilidad de probar su almuerzo especial, consistente en dos aperitivos a sugerencia del chef, un entrante, un plato principal y un postre junto con una botella de vino. De todo ello lo difícil es elegir entre croquetas de pollo con cremoso de trufa, tortilla «à la minute» con cebolla de Figueres o las bravas con tomate especiado. Todo a un precio irresistible a tenor de la calidad que proporciona el restaurante.
Sesiones de música en directo
Seis pisos más arriba, vendrá la combinación perfecta: bebidas y música en directo, también entre plantas, y con un menú de cócteles de autor (como el Smash Berry con ginebra, fresa, albahaca, limón y agave) y platos a la parrilla al alcance. De hecho, la carta está basada en el «street food», con manjares inspirados en las calles de todo el mundo, como los yakitoris koreanos de pollo, los tostones de plátano maduro con atún marinado y la Rooftop Burger con fritas de boniato.
En verdad, la Terraza del Pulitzer Barcelona es un clásico de la ciudad desde hace ya once años; abierta de abril a octubre, cada día de la semana, ofrece una oferta artística fabulosa desde el mes de mayo a octubre, el llamado «Buenas Tardes Pulitzer», una programación musical de miércoles a domingo donde disfrutar de conciertos en directo y de sesiones de DJ. El hotel, con razón, presume de haber sido siempre un lugar en el que se ha apostado por músicos emergentes. Si no, que se lo digan a Rosalía.
Es más, tanto en La Terraza como en el lobby están previstas actividades como «pop ups» de marcas locales y talleres (de cócteles, de manualidades o catas de vino), todo lo cual se va anunciando por medio de redes sociales. El visitante podrá acudir, así, a las «Lobby Sessions», que son dos actuaciones en noviembre y otras en diciembre (el día 19, concierto de Gessamí Boada con su teclado; el 12, Cesc Sansalvadó con guitarra; de 19:30 a 20:30 horas). La entrada es gratuita, pero, claro está, el aforo limitado, así que apresúrense a acudir porque la propuesta, para quien goce de la música en directo, es tremenda.
Navidad, ya es Navidad
Para redondearlo, de cara a las navidades, el Pulitzer Barcelona ha organizado las acciones de «A Pulitzer Christmas Story», con las que celebrar los veinte años del establecimiento. Por un lado, habrá un «live painting» con Saray Luis, quien recreará la postal de navidad que se ofrecerá a los huéspedes en el lobby. Animaremos a las personas a que vengan a verla y a disfrutar de una copa en el lobby. Por el otro, se preparará un «workshop» de creación de bolas de navidad con la artista local Pía Callís, en concreto, el sábado 14 de diciembre de 18 a 20 horas (se necesita reservar entrada).
Por último, el fantástico equipo de cocineros de The Greenhouse ha diseñado con esmero una propuesta gastronómica para los días más señalados del mes: unacomida de Navidad, el día 25 de diciembre, con un listado de platos que hacen salivar: un aperitivo de yema de huevo crujiente con setas y jamón ibérico, un plato principal como el tan catalán «escudella con galets y pilota», entre otros —pues también está la opción de saborear un besugo elaborado en dos cocciones con cebolla en texturas o un lingote de cerdo especiado acompañado de chutney de piña y cremoso de tubérculo—, y para finalizar, un coulant de almendra y boniato con helado de Idiazábal.
El 26 de diciembre, San Esteban, festivo en Cataluña, el hotel hace lo propio presentando un menú que incluye vieiras asadas, canelón de San Esteban con bechamel trufada y espinacas rustidas, bacalao a la catalana, servido con cremoso de espinacas y alioli de manzana, y de postre, texturas de turrón, si bien también hay opciones por el mismo precio y menú infantil. Y para rematarlo, el menú de Fin de Año, que suena a fuegos artificiales en forma de aperitivos como el erizo con stracciatella y trufa, entrantes como el consomé de cigalas en su coral acompañado de apio, platos principales como el salmonete relleno de pulpo y tirabeques con reducción de sus espinas y guisantes, o postres como las fresas con chantilly de vainilla, shiso, rosas y un toque de wasabi. Pero la noche, siempre, y más ese día, es joven, de modo que este hotel donde darse un premio tras otro, organiza un «after party» con DJ hasta las 2 de la madrugada, con barra libre, con felicidad libre y completa.
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