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"Trampa 22", la nueva serie antibelicista de George Clooney

La nueva serie estrenada en Starzplay, es un solvente relato antibelicista pero una fallida adaptación del libro homónimo de Joseph Heller.

George Clooney (teniente Scheisskopf), en una de las escenas de «Trampa 22»
George Clooney (teniente Scheisskopf), en una de las escenas de «Trampa 22»larazon

La nueva serie estrenada en Starzplay, es un solvente relato antibelicista pero una fallida adaptación del libro homónimo de Joseph Heller.

Publicado en 1961, «Trampa 22» es el libro que hizo famoso a Joseph Heller. Centrado en la burocracia y la incompetencia militares durante la Segunda Guerra Mundial, se considera una de las más certeras sátiras antibelicistas jamás creadas. Por su mezcla de cinismo y humanismo y su fragmentada estructura narrativa, también es visto como un texto imposible de versionar con éxito para la pantalla, a pesar de que el director Mike Nichols llevó a cabo una intentona más que digna con «Traidor en el infierno» (1970), hoy película de culto. Ahora, la serie producida por George Clooney y su socio Grant Heslov que acaba de estrenar Starzplay, logra su objetivo solo a medias: es un convincente alegato contra la guerra y una sátira sin mordiente.

Como su modelo homónimo, «Trampa 22» se sitúa en el frente del Mediterráneo para retratar el citado conflicto a través de los ojos del piloto John Yossarian, un tipo que tan solo quiere irse a casa. «Tengo miedo», le dice en una escena a uno de sus superiores, el estrafalariamente llamado mayor Major Major. «Eso no es algo por lo que tener vergüenza», contesta este. «No tengo vergüenza», sentencia Yossarian. «Tengo miedo». Ese sentimiento, por supuesto, lo convierte en la única persona cuerda de cuantas desfilan por el relato. De hecho, cuando visita al doctor Doc Daneeka para conseguir que lo declare mentalmente incapacitado para el combate, este le explica la paradoja conocida como Trampa 22: que Yossarian quiera ser declarado como un loco para huir del campo de batalla es la prueba fehaciente que no está loco. A lo largo de los seis episodios de la serie, en cualquier caso, el joven se verá cada vez más atrapado entre ridículas burocracias e inhumanas misiones, y sometido a la autoridad de unos oficiales cuyo gran pecado no es la maldad sino la estupidez pura y dura.

Un sinsentido

Lo que esencialmente dice «Trampa 22» mientras lo contempla no es más que lo que dicen todas las ficciones bélicas de corte antibelicista: que las guerras son un sinsentido. En cualquier caso, lo dice con suficiente elocuencia. El problema de la serie, de hecho, tiene que ver menos con lo que es por sí sola que con su desinterés en –o su impericia a la hora de– capturar precisamente aquello que le otorga al texto original de Heller buena parte de su singularidad: los juegos malabares que lleva a cabo con la cronología y su habilidad combinando la tragedia con el slapstick y lo caricaturesco con lo aterrador a veces en el transcurso de una misma escena. Si el humor del libro está lleno de retranca y mala baba, el de la serie es tontorrón como mucho y, de hecho, solo unos pocos de sus intérpretes parecen ser conscientes de estar en una comedia –el propio Clooney en la piel del oficial Scheisskopf, un personaje no muy distinto de los peleles que ha encarnado en el pasado para los hermanos Coen–. Es solo en sus últimos episodios cuando el relato logra ofrecer momentos verdaderamente potentes de tragicomedia, en los que el coste de la guerra queda en evidencia en su arbitrariedad, y en la que los que la infausta peripecia de Yossarian revela todo cuanto tiene no solo de pesadilla sino también de farsa.