Entrevista

"Le dije a mi mujer que me enamoraría de un hombre"

El intérprete hispano-alemán se mete en la piel de Karl Lagerfeld en su último trabajo y, la verdad, es que lo borda. Reto nada fácil al tratarse de un personaje hermético

 Daniel Brühl, en la piel de Karl Lagerfeld
Daniel Brühl, en la piel de Karl LagerfeldDisney+

Han pasado ya dos meses desde que Disney+ estrenó «Becoming Karl Lagerfeld», el biopic del particular diseñador alemán que se centra en una etapa específica de su vida, justo esa en la que era conocido como el «mercenario del prêt-à-porter», hasta que consiguió meter la cabeza en la alta costura para ganarse el respeto de todos desde el escaparate de Chanel. Son seis deliciosos capítulos en los que Daniel Brühl nos revela el lado más personal de un personaje hermético. Tal era el reto que, con el actor hispano-alemán por delante en un diálogo para LA RAZÓN, solo cabía darle la enhorabuena y preguntar cómo se obró ese milagro.

P:Sorprende, Daniel, cómo consiguió transmitir tanto de un personaje tan blindado.

R:Eso fue lo que más miedo me dio cuando me dieron el papel. Al principio me motivaba que fuera mitad alemán, como yo, y todo lo que culturalmente tenía que haber en su cabeza, así como el personaje que él había creado de sí mismo y que yo llegué a conocer la única vez que nos vimos. Pero cuando ya era un hecho que lo haría yo, me entraron las dudas, sobre todo porque comencé a investigar, a leerme sus biografías y me encontré con un montón de contradicciones debido a que era un mentiroso, quizás por ese deseo de protegerse, creo que se trataba de un escudo. Pero, claro, yo necesitaba llegar al otro lado.

P:Sin embargo, no dejan de caer tabúes, como el arrepentimiento de algunas madres o la desacralización de la infancia.

R:Es cierto. Sin embargo, aún sigue causando mucho revuelo que una madre diga que se arrepiente de haberlo sido. También creo que se puede dar el caso de que el problema esté en los «malvivires» que te causa un sistema que no entiende la maternidad ni cuida a las madres, ni a los niños. Descubren que es más duro de lo que pensaban. Nos faltan referentes y te encuentras sola. No hay un seguimiento de la madre, que debe ser cuidada. Y de nuestra salud mental.

P:¿Lo hizo?

R:De alguna manera sí, al final fui uniendo piezas con gente que le conoció de verdad y muchos que decían conocerle pero al final no lo era tanto, para intentar llegar a su esencia, al menos la de esa época en la que se centra la serie, cuando era más frágil, vulnerable, romántico y con una variable tolerancia a la frustración. Lo demás fue interpretación y una dura lucha para no caer en la imitación. No quería caricaturizarlo.

P:¿Hay una técnica para decir tanto con solo una mirada?

R:Ese ha sido mi mayor desafío. Y no, no hay técnica. Me alegro de que hayas visto ese resultado, porque de verdad me obsesionaba.

P:¿Cómo llegó a ello?

R:Tomé como base mi experiencia, el recuerdo de un personaje gracioso, para ser alemán, pero con un humor muy inglés y a la vez distante y enigmático. Vi sus ojos solo un segundo, porque entonces ya tenía esa forma extrema de su personaje, que también iba evolucionando, blindado, como lo describiste perfectamente, con muchas capas que lo protegían de su alrededor: los guantes, las gafas, la distancia…

P:¿Puede ser que tuviera algún complejo por no ser respetado y por su pasado?

R:Algo de eso había y me parecía entrañable, porque el miedo, la arrogancia incluso, ese punto tajante e irónico para marcar distancia cuando se sentía vulnerado habla de alguien a la defensiva y me parecía fascinante. Incluso la forma de llevar sus relaciones personales, siendo un hombre homosexual en una época de intransigencia, o la compleja relación con una madre que siempre lo había protegido, la educación casi militar que tuvo que lo pudo llevar también a esa presión de querer ser amado y respetado. Más aún en su industria, dominada por franceses y en París, en donde encontró en Yves Saint Laurent ese complemento, el amigo y la competencia, algo así como Mozart y Salieri, porque quizás el uno sin el otro no habrían sido tan buenos.

P:Supe que Théodore Pellerin le envió flores antes de grabar.

R:Sí, fue genial, Théodore interpretó a Jacques de Bascher, el gran amor de Karl, y me envió flores con un mensaje muy cariñoso, bueno, se lo envió Jacques a Karl, en este caso. Recuerdo que le dije a mi mujer que me iba a enamorar de un hombre y ella lo aceptó porque también le caía bien (sonríe). Esas cosas funcionan para entrar en situación. También, en esa construcción, me vino muy bien ser español

P:¿Por qué?

R:Porque me costaba encontrar ese punto de chulería, de clase y orgullo muy masculino, mezclados con un toque femenino y resulta que aquí se ve todos los días en los toreros. Así que pensaba en ellos, incluso hacía el gesto de torear antes de grabar para moverme como un matador.