Estreno
«Disclaimer»: Alfonso Cuarón no se hace responsable
Apple TV+ estrena este thriller psicológico de siete episodios protagonizado por Cate Blanchett, Kevin Kline y Sacha Baron Cohen
A lo largo de esta semana podrán leer en los medios impresos y digitales que se ha estrenado «Disclaimer», la serie que ha escrito y dirigido Alfonso Cuarón para Apple TV+. Las opiniones abarcarán todo el espectro e irán desde «obra maestra» a «ocasión desaprovechada». Y ambas serán ciertas. Protagonizada por Cate Blanchett, Sacha Baron Cohen y Kevin Kline y con siete capítulos, es un auténtico despliegue cinematográfico de siete episodios, o una película de siete horas dividida en partes, o nada de lo anterior.
Desde el principio se nota la mano de Cuarón (Blanchett también, que produce), que ya tenía la idea de adaptar este libro de Renée Knight antes de hacer su obra «Roma» en 2018. La trama nos presenta varias líneas temporales a las que ya nos acostumbramos tras el primer episodio caótico. Los protagonistas son dos jóvenes de vacaciones por Europa, que ven truncadas sus esperanzas cuando la chica debe volver a Londres por una emergencia personal dejando solo a Jonathan (Louis Partridge), en Italia. En una línea más cercana a la actualidad se nos presenta a Catherine Ravenscroft (Cate Blanchett en todo su esplendor), una mujer de éxito, que acaba de recibir uno de los premios más prestigiosos de su carrera como periodista. Y por último un viejo profesor, Stephen Brigstocke (Kline), que se jubila y ha enviudado recientemente. Todos ellos, como verán los espectadores, están íntimamente ligados por un suceso del pasado que promete arrasar con las vidas de todos y que se desata cuando a manos de nuestra periodista llega un libro, «The perfect Stranger», que para su sorpresa desvela un suceso de su pasado, hace 20 años, que quiso olvidar y borrar a toda costa, y que amenaza con hacer caer su vida y relaciones personales como un castillo de naipes. Su esnob marido Robert (Baron Cohen) y su aislado y complicado hijo Nicholas (Kodi Smit-McPhee) aceptarán a su manera la bomba que acaba de caer. La vida impecable de Catherine se desmorona a su alrededor. Su cara casa, sus premios y su estilo de vida empieza a hacer aguas peligrosamente. Mientras, la serie nos va sumergiendo en el pasado para encontrar la raíz de todos los sucesos y que incluye a una joven Catherine (Leila George) y una cámara de fotos.
Cuarón ha hecho deliberadamente una película demasiado larga y una serie muy espesa. Cada segundo de metraje es indispensable, pero en ocasiones recargado y lento. Movimientos de cámara muy descriptivos se detienen en todos los detalles de una habitación, en todos los ángulos de una charla o en un travelling sobre un personaje al tiempo que se avanza en un coche. También hay divisiones de color y texturas según la línea temporal, y además hay varios narradores, hasta tres, puesto que a la voz de documental de Catherine y la traviesa de Stephen, se une la de una narradora general en la voz de Indira Varma. También hay despliegue fotográfico de Emmanuel Lubezki, el director de fotografía de Cuarón desde hace mucho tiempo. Él sugirió añadir al equipo a otro director de fotografía: Bruno Delbonnel. Por eso determinadas partes de «Disclaimer» parecen tan distintas. El trasfondo de la serie habla un poco de todo: la clase media, los problemas matrimoniales, la educación de los hijos, la soledad y la obsesión. Pero la línea general la lanza la periodista británico iraní Christiane Amanpour, corresponsal de la jefatura internacional de CNN, que al entregarle el premio a Catherine advierte: «Cuidado con la narrativa y la forma. Su poder puede acercarnos a la verdad, pero también pueden ser un arma con un gran poder de manipulación». Por eso «Disclaimer» es una prueba. Capítulo a capítulo se nos mostrarán escenas contadas desde distintas perspectivas, y sin visos de poder averiguar qué es cierto, qué es ensoñación y qué ficción de un libro que puede no tener nada ficticio en sus páginas.
Entre las interpretaciones no perderse nada de Blanchett y su bajada a los infiernos (lo que incluye que se te duerman en el autobús público en el hombro), el viaje de locura de Sacha Baron Cohen y por supuesto un Kevin Klein en la mejor de las formas, que no las trazas, lanzando granadas de mano a sus espaldas para que todo explote según sus designios de venganza. Eso sí, la serie es espesa y tiene mucho armazón para una línea argumental tan sencilla. Incluye escenas de sexo bien tratadas pero manidas, demasiada narración en off y la sensación de que se podía haber conseguido más por ser Cuarón.
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