Entrevista
Chelo Vivares: ''Veo ‘Barrio Sésamo’ con distancia y Espinete me hace mucha gracia''
El erizo rosa, su personaje más recordado, cumple 40 años de su primera emisión en Televisión Española
Este 4 de abril hará 40 años que los niños españoles se despidieron de Caponata y daban la bienvenida a «Barrio Sésamo» a nuevos personajes, Julián el del kiosko y Chema, el panadero. Pero la auténtica revolución llegó de la mano de un erizo rosa y gigante que enseguida se ganó el corazón de todos los niños. LA RAZÓN ha conseguido hablar con la actriz de televisión, cine, doblaje y teatro Chelo Vivares, que durante muchos años dio vida y parte de la suya, para interpretar a Espinete.
-Hija y nieta de artistas...
-Por parte de madre, mi abuelo era violinista y trabajaba en una orquesta. Y los padres de mi abuelo eran bailarines, se fueron a hacer las Américas y allí nació mi abuelo, en Costa Rica.
-Su padre no querían que fuese artista, ¿y su madre?
-No querían ninguno de los dos, porque la vida de los cómicos entonces era muy dura; lo habían pasado mal. Mi padre no hubiera querido nunca que me dedicara a esto, aunque creo que ahora sí estaría contento. Mi madre veía ya desde el colegio que hacía cositas. Falleció mi padre y empecé en teatro. Entonces trabajaba en Telefónica, en el mismo departamento que Pedro Almodóvar, y lo dejé para marcharme seis meses de gira.
-¿A qué se dedicó en Telefónica?
-Asignaba números de teléfono. Empecé a trabajar en teatro también en esa época en Madrid, en el Reina Victoria, con esa misma obra. Y no dormía prácticamente nada. Me metía a dormir en los casilleros esos que teníamos asignados cada uno para nuestra ropa.
-Por entonces el teatro era duro, no es llegar y hacerse famosa.
-A mí siempre me ha dado igual lo de la fama. Entonces sí que iba enlazando un trabajo con otro; no me resultó difícil. También se hacían cositas de tele, de Estudio 1.
-En una entrevista confesó que hasta en un circo trabajó.
-El circo fue ya después de haber hecho «Barrio Sésamo». Nos llamó Ángel Cristo. Éramos el reclamo: hacíamos un numerito cantando. Todos los niños querían hacerse fotos con Espinete. Fue una experiencia dura, la verdad, porque no me sentía bien ni Juan tampoco. Allí había gente que se estaba jugando la vida, literalmente, pero el reclamo era Espinete. Luego nos llamó el otro circo, el Mundial.
-Y llega 1983 y «Barrio Sésamo», ¿Cómo funcionaba Espinete?
-Si no movía la boca, los dos brazos se mueven. Lo que tenía el muñeco, es que, a veces, se notaba un hilo de nailon que me enganchaba y parecía que se movían los dos a la vez. El primero que trajeron, que ya estaba hecho, el israelí famoso, era horrible. Además es que los ojos del muñeco los tenía yo aquí arriba (señala una cuarta por encima de su cabeza). Con lo cual era imposible. Y como había un hueco entre el hocico y tal, me pusieron un monitor de 5 pulgadas, en blanco y negro. Estaba bizca todo el tiempo. Me decían vete a la derecha y como iba invertido, era como, mira, yo no puedo trabajar así. Que llamen a otra persona.
-Un ultimátum.
-Fuimos a Estados Unidos, a Nueva York, me tomaron medidas y hicieron uno nuevo, ya diferente; la carita era diferente.
-¿Cómo se enteró de que buscaban gente?
-Estaba yo grabando un Estudio 1 y me dijeron que estaban buscando. Fuimos muchos a ese casting. Primero, me tomaron medidas y vieron que encajaba dentro del israelí... Fuimos al estudio siete y cuando llegué había un semicírculo de gente, de directores de la cadena, de Estados Unidos. Me calzaron el muñeco, y me puse a improvisar.
-¿Cómo encaja la trascendencia del personaje?
-No le doy mayor importancia, sinceramente. Es un trabajo de un personaje al que le tengo muchísimo cariño, al que le debo mucho y un trabajo del que me siento muy satisfecha. No hay nadie, gente muy joven, evidentemente, que no haya oído hablar de Espinete.
-¿Ha revisitado algún episodio?
-Los grabé en cinta y sacaron una colección con una selección de 90. Los veo con distancia y es curioso porque me río con Espinete, me hace gracia.
-¿Cómo fue trabajar con su marido?
-Muy bien. Lo que pasa es que me regañaba muchísimo, porque aguantaba más de lo que debía dentro del personaje: «¿Cuántas veces te voy a decir que tienes que parar antes? Salía, no con lipotimia, pero casi.
-¿Por qué se canceló?
-No le dijeron nada a nadie. Acabamos un diciembre, y dijeron «vamos a parar». Me venía muy bien porque necesitaba un descanso. Pero se convirtió en que ya estaba, que iban a hacer otro programa. Luego me empecé a mosquear porque en los últimos programas, me ponía al muñeco y no me olía a mí. Y es que se estaban haciendo pruebas con el Espinete, evidentemente, para el próximo muñeco.
-Es muy expresiva, pero elige trabajos como Espinete y el doblaje, condenada al anonimato.
-Me gusta mucho el doblaje. Me gusta el anonimato. Que te conozcan, ¿para qué quiero yo que me conozcan? Cuando me dieron el premio TP de Oro, salí con el muñeco a recoger el premio, y empezaron a corear «Chelo, Chelo, Chelo...». Quieren que salga yo. Salí con la cara descubierta y ese fue el reconocimiento a mi trabajo.
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