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Una nueva generación de fármacos promete dinamitar la obesidad: «Resultados tan increíbles, que asustan»
La retatrutida consigue una reducción del peso corporal de hasta el 24%.
La obesidad, un problema mundial que afecta a mil millones de personas, está relacionada con muchos trastornos metabólicos, entre ellos la diabetes de tipo 2. Hace décadas que se investiga sobre ella, con el objetivo de encontrar soluciones farmacológicas eficaces para perder peso. Que no es lo mismo que mágicas, porque ninguna de ellas funciona a largo plazo si no se adopta un estilo de vida más saludable.
El cambio de paradigma que supusieron, hace 15 años en EE. UU. y un poco menos en Europa, los análogos del receptor GLP-1– una familia de fármacos que se comercializa bajo distintas marcas como Ozempic, Saxenda, Wegovy o Mounjaro– ya es pasado.
Sus principios activos «estrella»– la liraglutida o la semaglutida– son fuertes inhibidores del apetito que logran que el páncreas libere insulina, ralentizando la salida de los alimentos del estómago, lo que disminuye el apetito. Numerosos estudios han certificado que los agonistas GLP1 son herramientas de pérdida de peso altamente efectivas, con reducciones de hasta un 15% del peso corporal.
[["Unos resultados tan increíbles que asustan"]]
Pero los resultados de nuevas investigaciones suponen una vuelta de tuerca más en el arsenal terapéutico frente al enemigo número 1 de la salud pública global. Los resultados de un estudio fase II publicado hace dos semanas en la revista científica New England Journal of Medicine (NEMJ) muestran que la retatrutida– de la misma familia que la semaglutida y la liraglutida pero con la capacidad de actuar sobre tres hormonas relacionadas con el apetito y con la quema de grasa, en lugar de sobre una sola– consigue una reducción del peso corporal de hasta el 24%. Los especialistas hablan de «unos resultados tan increíbles, que asustan», la califican como el fármaco más potente frente a la obesidad descubierto hasta la fecha y le atribuyen efectos similares a los que se consiguen con la cirugía bariátrica.
La clave del éxito de esta molécula– que se administra como inyección quincenal y que pertenece a la farmacéutica Lilly– es que imita las hormonas intestinales, ayudando a suprimir el apetito a la vez que aumenta el gasto energético, de modo que se consuman menos calorías y se quemen más.
Y hay más. Un grupo de investigadores de la Universidad McMaster (Canadá) anunciaron hace unos días el descubrimiento de un mecanismo clave para promover la pérdida de peso y mantener la quema de calorías durante la dieta. Se trata de una hormona llamada GDF15 que, según habían demostrado anteriormente, reduce el apetito en respuesta al fármaco metformina para la diabetes de tipo 2. Los resultados, publicados en la revista Nature, muestran que, en ratones, la GDF15 bloquea la ralentización del metabolismo que se produce durante las dietas mediante el aumento del ciclo inútil del calcio en el músculo. Aunque la restricción calórica conduce inicialmente a la pérdida de peso, el organismo acaba acostumbrándose y ralentizando este proceso, reduciendo su eficacia.
"Nuestro estudio destaca el potencial de la hormona GDF15 no sólo para reducir el deseo de comer alimentos grasos, sino también para potenciar simultáneamente la quema de energía en el músculo", señaló Gregory Steinberg, profesor del Departamento de Medicina de la Universidad McMaster y codirector del Centro de Investigación del Metabolismo, la Obesidad y la Diabetes.
Estos nuevos descubrimientos prometen dejar atras, en poco tiempo, a la primera generación de sustancias que han cambiado el panorama de la obesidad. Pero a Europa llegarán más tarde. «En Estados Unidos ya estaba aprobada otra molécula, la tirzepatida (Mounjaro, por su nombre comercial) también inyectable una vez a la semana, que es un doble análogo del receptor GLP1 y que facilita unas pérdidas de peso increíbles, por encima de 20 kilos», explica Antonio Más, especialista en Endocrinología y Nutrición de la clínica Mas Endocrino.
«La FDA es mucho menos restrictiva con la aprobación de fármacos para tratar la obesidad, ya que la medicina en EE. UU. es mucho más mercantilista que en Europa. Además, la responsabilidad es 100% del paciente», asegura.
Ozempic, bajo investigación
El especialista hace alusión a este punto para destacar que no es oro todo lo que reluce. Como ejemplo, la investigación puesta en marcha por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), sobre Ozempic y Saxenda, después de que la Agencia del Medicamento de Islandia informara de tres casos de pensamientos suicidas y de autolesión en pacientes que utilizaron estos medicamentos. El comportamiento suicida no figura actualmente como efecto secundario en la información de estos productos comercializados en la Unión Europea.
Sin embargo, la información de prescripción de Saxenda en EE.UU. si incluye la recomendación de vigilar a los pacientes para detectar depresiones o pensamientos suicidas y suspender el fármaco si aparecen síntomas. Los ensayos clínicos en adultos revelaron que nueve de las más de 3.300 personas que tomaron el fármaco tuvieron ideas suicidas, frente a dos de las más de 1.900 que tomaron placebo.
«Pese a que estoy bastante seguro de que no se va a encontrar una relación causal entre el consumo de semaglutida y la ideación suicida, la parte importante es que este tipo de alertas– totalmente habituales– significan que los mecanismos de control y seguridad funcionan. Es un procedimiento que forma parte de los estudios post comercialización habituales, y no hay que caer en el alarmismo. Algo así no sucedería jamás con una ‘hierba quemagrasas’ ya que no está sujeta a este control, y de ahí los riesgos», destaca.
Para Alejandro de la Torre, psiquiatra, investigador y profesor en el departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense de Madrid, «la única recomendación es tener cautela, y esperar a los resultados de la investigación. Los agonistas de GLP1, muchas veces, son usados como un medio de suicidio en sí mismos – tomando una sobredosis–. Lo que se plantea desde la EMA es si es el mismo componente el que da lugar a la ideación suicida. No hay nada en la literatura científica que hable de esto, es un tema muy incipiente», explica. «Estamos en un momento en el que hay mucha incertidumbre con respecto a este grupo de fármacos. En general, los psiquiatras creemos que eliminar el uso de estos fármaco no es probable- dado que están teniendo muy buenos resultados– pero sí planteamos que la prescripción sea mucho más precisa. Es decir, que no sea tan fácil obtener el medicamento- actualmente solo es una cuestión de poder pagarlo- y que haya mayor control de quién lo usa», añade.
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