La opinión de Paloma Pedrero
Leyes incomprensibles
La del bienestar animal pareciera que está hecha pensando solo en los malnacidos que los maltratan y abandonan
Si no se aclaran los que hacen las leyes como para aclararnos los que no las leemos. Cosa natural dado su lenguaje ininteligible para la mayoría. Así que hay una buena montada con la reciente ley de bienestar animal. Entre las mentiras, las exageraciones y las interpretaciones erróneas ya no sabemos que hacer con nuestros compañeros no humanos. Lo que si resuena es la queja generalizada, creo que hasta la de los propios animalitos. Porque, según parece, algunos desalmados están abandonándoles. Otros, parece ser, quieren practicarles la eutanasia. Otros no saben si pueden tenerlos o qué hacer. Otros, la mayoría, esperamos atentos a descifrar qué es eso del cursillo, o del seguro, o de las multas desorbitadas.
En España hay un perro por cada cinco habitantes más o menos. Y hay más hogares con cachorros que con niños. Estas cifras nos confirman que somos un país amante de los canes y que la generalidad de sus cuidadores lo hacen con todo el amor del mundo, amor correspondido con creces. Pues bien, pareciera que esta ley está hecha pensando solo en los malnacidos que los maltratan y abandonan.
Yo tengo una perrita mayor de tres kilitos a la que adoro y llevo a todas partes. Y si no puedo viajar con ella no voy y punto. Hace unos días al ir a comprar una sola cosa en una tienda en la que ella me ve y yo la veo, el dependiente me reprendió con que ya no se podía atarles fuera, que si pasaba la policía me iban a multar con quinientos euros como mínimo. Le contesté que más perdería su negocio si no nos posibilitaban ir con ellos, que yo, desde luego, no volvería a ese comercio.
Ya lo veremos, me contestó chulito. En fin, que muchos aprovechamos el hacer recados para sacarles más veces a la calle, que los perros están acostumbrados y les encanta.
En otros países lo han resuelto con casetas climatizadas o un vigilante. De momento aquí vivimos la ley del malestar.