Drogas
Veneno de sapo, ayahuasca y plantas de poder: vuelve la era lisérgica
Lo ocurrido con Nacho Vidal y con algunos centros que lo han puesto de moda pone de relieve el auge de rituales que sirven para reiniciar la mente, para profundizar en uno mismo, pero «que no son drogas, sino medicinas que hay que tratar con respeto», según nos explican quienes experiemtan con ella: «Yo conozco a Nacho y sé que lo hizo con la mejor intención», dice uno de ellos a este diario. He aquí su punto de vista
A la primera inhalación, se produce un trance, un estado de conciencia alterada. Se abre una puerta que, en algunos casos, puede dar lugar a la visión de geometrías y colores purísimos, pero su principal efecto es una disociación completa del cuerpo y la mente. Perdemos el control que ejerce sobre nosotros nuestra mente, lo que nos conduce a una sensación de unidad con el todo, sin intermediarios. Sin embargo, esta rotura de amarras puede ser desagradable, hay psiques que no están preparadas para ello y pueden experimentar terror. La segunda inhalación derriba la puerta y nos puede transportar a una desconexión mucho más profunda. Hay quien vuelve al vientre materno, hay quien se encuentra bajo tierra, muchos consiguen eliminar de golpe un tapón emocional, una deuda contraída o una frustración. Incluso una culpa o una adicción. Mientras todo esto sucede dentro, la manifestación externa de ese trance puede ser dulce o extrema. Algunas personas se sumergen en un dulce viaje pero otras se agarran a la tierra, lloran o gritan, se agitan para liberarse o para no caerse. Son los efectos de inhalar «la medicina», el veneno del sapo llamado Bufo Alvarius. La mente se ha quitado las cadenas de sí misma. Pero todo tiene un por qué y un cómo.
Conocimiento y moda
Hace ya algunos años que la ayahuasca, una planta de origen suramericano con propiedades alucinógenas entró en España. La ayahuasca contiene DMT, una molécula que está también muy presente en el veneno que segrega el Bufo, y que tiene propiedades únicas en la psique, genera experiencias místicas. Su uso ha saltado a la actualidad tras la detención de Nacho Vidal por la muerte del fotógrafo José Luis Abad durante un ritual de esta naturaleza hace ya un año, pero estas experiencias en España están en auge y algunas agencias ofrecen terapias o ceremonias por las que cobran hasta 600 euros. Son prácticas que implican riesgos, pero que, quienes las conocen, aseguran que también proporcionan enormes beneficios si se llevan a cabo «con respeto». «No son sustancias, son medicinas», nos dicen quienes las saben utilizar.
En primer lugar, sus efectos no son una especulación literaria o una fantasía. El DMT es un poderoso neurotransmisor que el cuerpo humano produce de forma natural en cantidades muy pequeñas, salvo en dos momentos puntuales de la vida: el nacimiento y la muerte. Es una molécula emparentada con la hormona de la serotonina que se considera un enteógeno, es decir, que desencadena experiencias místicas o espirituales, y que también se encuentra en plantas y en la naturaleza pero con especial presencia y con una composición química única en las glándulas del Bufo Alvarius. Hablamos de una criatura extraordinaria, un sapo que vive nueve meses bajo la tierra del desierto de Sonora, en el norte de México, y emerge con las lluvias para alimentarse y procrear. Al presionar las glándulas del cuello del animal, brota una pasta que simplemente se deja secar sobre un vidrio. El humo de ese residuo cristalino una vez inhalado tiene un tremendo poder lisérgico que provoca un viaje de entre 7 y 15 minutos que pueden hacerse muy largos. Genera una percepción alterada donde el observador y el objeto son una sola cosa, el individuo y el cosmos se vuelven uno.
Esa molécula del veneno del sapo, el 5-meo-DMT posee esa función: apagar el área donde radica el sentido de individualidad. El compuesto se ha sintetizado en el laboratorio y comprobado que funciona. De nuevo, no es un cuento de viejas. Sin embargo, según todos los usuarios, la experiencia de la droga sintetizada versus la verdadera medicina del sapo es completamente diferente. Hay un espíritu y un poder en la medicina natural, una enseñanza en el orgánico que no está en el químico.
“Lo desvirtuamos todo”
Jose vive en la montaña de Ibiza y ha realizado el ritual del Bufo más de 40 veces. «Me siento mal, porque me han llamado unas 30 personas para hablar de lo de Nacho Vidal y me da miedo lo que están diciendo, dándole un tratamiento de droga cuando no tiene nada que ver. Es horrible, porque en occidente siempre tenemos que desvirtuarlo todo», explica por teléfono. «No sé qué le ha pasado a esta persona, pero a la medicina hay que acercarse con respeto, con un ritual y una preparación. Realizas un ayuno, haces un rezo, le ofreces algo a la tierra. Y a cambio lo que recibes es la muerte del ego, apagar el ordenador y volverlo a encender. Y la muerte está presente, pero no puede haber una sobredosis por la molécula, sino que haya un problema previo». De la misma opinión es Pablo, que hace 14 años comenzó a interesarse por las plantas de poder y también por el Bufo Alvarius: «Cuando inhalas hay aceleración del ritmo cardíaco, pero no más que con otras situaciones. Y si tienes una condición previa... Yo conozco a Nacho (Vidal) y también a José Luis (Abad). Y sé que Nacho lo hizo con la mejor intención porque a él le sirvió para cambiar de vida. Y a lo mejor las formas aquel día no fueron las mejores, porque hay que hacer unos pasos previos, pero se trata de una casualidad».
No hay que olvidar los riesgos. «Yo he tenido un cien por cien de experiencias buenas y habré introducido a 300 personas, lo cual no significa que no haya habido llantos, vómitos... El cuerpo se expresa, pero una vez que se hace, si se hace siguiendo la tradición y con el respeto, es siempre algo espectacular. Pero claro, que no es para todos, eso hay que entenderlo. Hay que saber por qué lo haces, para qué. Si no entregas algo, si tu intención es desde el caos o desde el dinero, no va a funcionar», explica Jose. No es una experiencia recreativa, muy al contrario, se abren puertas que conducen a lugares oscuros de la propia conciencia. Y la ayahuasca es aún más impredecible. «En los 15 años que llevo tomando la medicina se han dado procesos muy lindos y muy chungos, pero todos necesarios para sanar. Si tú no vas a tu propio infierno, no verás la claridad. Hay una dualidad en todo», apunta Pablo. «El problema es que se ha puesto de moda, se mezclan plantas, se simplifica el ritual, se reduce a un campamento cuqui con ceremonias a 200 euros y todo el mundo a conectarse con su interior. Y eso no concuerda con la tradición. La esencia es un agradecimiento, no puede mediar una transacción. Y ha llegado a Europa por la generosidad de los pueblos indígenas, que no se oponen a que las medicinas viajen, a que haya un cambio de conciencia, pero la sociedad occidental lo prostituye y lo lleva a la desinformación», explica Jose, que asegura que cada componente natural tiene un propósito: «La información que lleva el sapo es que te conduce dentro de la tierra, de donde procede, y te conecta con quién eres. La ayahuasca es una raíz y te habla del ancestro, de tu pasado. El Peyote, el San Pedro, son cactus, te hablan del camino, aguantan al sol. La información de las plantas es importante. Y la información del animal es distinta».
Superar las adicciones
Los dos coinciden en que, como era el propósito de Nacho Vidal y como él mismo experimentó, pueden curar adicciones. «El impacto al consumirlo te desmonta la estructura que has creado. El vicio, el ego, lo negativo. Por eso ayuda mucho». «Es un ‘‘ego killer’’. Los problemas nos los creamos nosotros, con nuestra mente, que es la que quiere tener siempre el control. Cuando se lo quitas, entras en contacto con tu espíritu», dice Pablo, que probó en su momento todas las drogas: «La cocaína es la peor droga que existe. Pero procede de una planta de poder, la de la coca. El problema es toda la mierda que le han metido los hombres. Como el abuelo tabaco. El tabaco es protección, pero le ponen químicos. Yo me considero un buscador, alguien que siempre ha querido encontrar la paz. ¿No te ha pasado nunca que de repente tienes una actitud de tu padre o de tu madre que odias? Pues eso no es tuyo, eso viene en el ADN, lo llevamos dentro y en la forma que aprendemos, imitando. Por eso hay que apagar a veces el ordenador para darse cuenta. Y esto lo que hace es que veas con claridad cosas que no son nuestras y que tenemos que sanar», explica. Pero para limpiarse hay que tener respeto. Igual que hay que morir un poco para seguir viviendo.
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