Envejecimiento
Por qué perdemos altura con la edad y qué podemos hacer para pararlo
Hay algunos hábitos que podemos adoptar para ayudar a suavizar o retrasar esta consecuencia de la edad
El envejecimiento es algo que nos sucede a todos, y aunque la ciencia ha avanzado mucho, todavía no ha encontrado la forma de hacernos inmortales. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo se deteriora gradualmente, lo que puede llevar a una disminución de la altura. Pero hay algunos hábitos que podemos adoptar para ayudar a suavizar o retrasar algunas de las secuelas de la edad.
¿Por qué perdemos altura?
Hay tres elementos básicos que influyen en la pérdida de altura ocasionada por el envejecimiento:
- La disminución del tamaño de los discos intervertebrales: Los discos intervertebrales se deterioran y se deshidratan con la edad, lo que hace que pierdan un poco de altura.
- La osteoporosis: Esta afección crónica causada por la pérdida de densidad ósea hace que los huesos se debiliten y se vuelvan quebradizos, lo que puede hacer que mengüemos.
- La sarcopenia: Consiste en la pérdida de masa muscular, lo que hace que nuestros músculos pierdan fuerza y tengan más dificultades para funcionar correctamente.
¿Cómo podemos evitar la pérdida de altura?
La combinación de ejercicio aeróbico, anaeróbico y de fuerza es la "fórmula mágica" para mitigar la pérdida de altura causada por la edad. Si fortalecemos nuestros huesos y músculos, podremos hacer que esta pérdida de estatura sea menos acusada.
Para conseguirlo, necesitaremos una buena dosis de ejercicios anaeróbicos, es decir, ejercicios de alta intensidad y de poca duración; así como ejercicios de fuerza, el uso de la resistencia para lograr la contracción muscular y endurecimiento de los músculos. Una buena alternativa es el levantamiento de pequeñas pesas o el uso de bandas de resistencia.
Hacer deporte nos ayudará a mantener el tono muscular, aumentará la densidad ósea, mejorará el equilibrio y la postura, disminuirá la intensidad de algunos dolores y contribuirá positivamente al sueño, nos permitirá tener más energía durante el día y nos ayudará a mantener el buen funcionamiento de nuestro cerebro y nuestra memoria.
Recuerda que el ejercicio siempre debe ser controlado y que nunca debemos desbordar los límites que nos impone nuestro propio cuerpo, porque el remedio podría ser peor que la enfermedad. Siempre tendrá más valor la constancia que la intensidad, y antes de comenzar cualquier rutina de ejercicios, consulta a tu médico, que te guiará y te ayudará a sacarle el mayor partido a tu entrenamiento.