Pacientes
¿Qué hay que evitar realmente cuando se tiene hígado graso?
Esta enfermedad en auge es asintomática hasta sus fases finales, por lo que es importante prevenir
Una de cada cuatro personas tiene hígado graso en España, una enfermedad que constituye la tercera causa de cáncer de hígado y que podría convertirse en la primera en una década, dado el avance de su prevalencia. Y eso que esta enfermedad se puede revertir con un estilo de vida saludable, ya que se produce por una acumulación de grasa en el hígado bien debido a que se produce en exceso o a que disminuye su eliminación.
El auge de esta patología siliente tiene mucho que ver con los hábitos de consumo actuales, en los que los alimentos ultraprocesados van ganando peso frente a la dieta mediterránea.
«El hígado graso está muy relacionado con la obesidad, la diabetes mellitus y el síndrome metabólico, por lo que está aumentando globalmente», explica el Dr. José Luis Calleja Panero, jefe asociado del Servicio de Aparato Digestivo de Olympia Quirónsalud y del Hospital Universitario La Luz.
De hecho, los principales factores de riesgo en el desarrollo del hígado graso asociado a la disfunción metabólica (también llamado hígado graso no alcohólico) es la presencia de diabetes tipo 2, hipertensión arterial, obesidad y dislipemia ( la alteración en los niveles de grasas en sangre. Es decir, colesterol y triglicéridos).
Por eso, «se recomienda una dieta mediterránea, hipocalórica si tiene obesidad. Se debe evitar la comida ultraprocesada, el alcohol en cualquier cantidad y las bebidas azucaradas», aconseja el doctor Calleja. Es decir, seguir una dieta equilibrada, y eliminar las grasas saturadas presentes en mantequillas, carnes rojas y embutidos y limitar el consumo de hidratos de carbono.
También se aconseja ingerir más cantidad de comida por la mañana e ir disminuyendo la cantidad a lo largo del día. Y, pese a que algunos pacientes optan por dejar la fruta por aquello de la fructosa, lo cierto es que lo que hay que eliminar es el azúcar (también el de la miel) y los zumos de fruta, dado su elevado contenido en fructosa.
Además, se recomienda eliminar de la dieta frutas muy dulces como higos, uvas, mangos o piña. Ahora bien, se aconseja ingerir tres raciones de fruta entera al día y dos de vegetales.
Los expertos también recomiendan consumir alimentos ricos en selenio (pescados como atún, bacalao, salmón; huevos, semillas de mostaza y girasol, ajo) y realizar ejercicio, sobre todo sesiones de alta intensidad de corta duración.
Todo por dar esquinazo a esta afectación hepática, que es diagnosticada cuando en más del 5% de las células del hígado existe una acumulación de lípidos. Si este acúmulo de grasa en este órgano produce un proceso inflamatorio y daño celular, entonces estaríamos ante una esteatohepatitis (25-30% de los hígados grasos). Si se mantiene en el tiempo la esteatohepatitis, el 15% puede producir una fibrosis hepática (cicatrización del tejido hepático) y posteriormente a cirrosis hepática (estadio final de la enfermedad).
El problema es que esta enfermedad «es asintomática excepto en las fases más tardías cuando se produce la descompensación», incide Calleja, que explica que «hasta el 6% de la población tiene alteradas las pruebas de función hepática y hasta el 1,5% desconoce que tiene una enfermedad hepática avanzada».
«Un factor muy importante una vez diagnosticado el hígado graso metabólico es descartar que haya una fibrosis hepática avanzada», afirma el doctor Francisco Reina, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Huelva. Eso se consigue «por índices serológicos (analítica) o por prueba no invasiva (elastografía basada en ultrasonidos). Esta última se suele realizar como primera opción o cuando los índices serológicos dan valores indeterminados o elevados», detalla.
Esta medición de la fibrosis hepática es muy importante, dado que va a marcar el pronóstico de la enfermedad y, por tanto, si requiere o no seguimiento en la consulta del especialista en Aparato Digestivo. «Si descartamos fibrosis hepática avanzada el control con el especialista se mantendría de manera anual en casos de padecer Diabetes Mellitus tipo 2, o seguir con hábitos de riesgo metabólico», explica el doctor Reina.
En el control de los factores de riesgo radica el tratamiento actual contra el hígado graso, dado que no existe un fármaco aprobado para combatir esta enfermedad.
Y también es importante la prevención. «El consumo de alcohol, especialmente entre los adolescentes, influye sobre la frecuencia de la enfermedad hepática», hace hincapié el doctor Calleja.
«Existe un ambiente muy permisivo para el consumo de alcohol en nuestro país cuando no existe un consumo de alcohol seguro, especialmente en pacientes con enfermedad hepática», concluye.
¿Aumento de casos en niños?
►Según informó recientemente la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), el hígado graso ya es una de las principales consultas en Pediatría. «Los pediatras ven un patrón más agresivo asociado a la corta edad, y este inicio temprano de la enfermedad hace prever que, en las próximas décadas, la gente joven tendrá enfermedad hepática avanzada», dijo Sabela Lens, secretaria de la AEEH.
La afección en la población infantil está relacionada con la obesidad y la falta de ejercicio, por lo que sería suficiente con cambiar estos patrones. De hecho, según la AEEH, si un paciente baja un 10% de su peso, la enfermedad prácticamente desaparece.
✕
Accede a tu cuenta para comentar