Salud

Estos tres sencillos pasos te permitirán alcanzar el máximo rendimiento y evitar las distracciones

Una neurocientífica revela cómo ser capaz de concentrarte por un tiempo prolongado

Según un estudio, más de la mitad del alumnado universitario ha sentido la necesidad de apoyo psicológico por problemas de salud mental.
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Hay una realidad común para muchas personas y es la sensación de haber perdido capacidad de concentración a lo largo de los últimos años. Nuestra forma de trabajar, de consumir, de buscar información o de hacer ocio nos ha llevado a acostumbrarnos a periodos de concentración cada vez más cortos. Cada vez nos es más fácil responder a un estímulo y esto lleva a que cuando haya que afrontar una tarea, suponga un esfuerzo extra que hace unos años no nos daba la sensación de tener.

El renombrado psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi definió el concepto de flow, o fluidez en español, como “un estado en el que las personas están tan involucradas en una actividad que nada más parece importar; la experiencia es tan placentera que las personas continuarán haciéndola incluso a un gran costo, por el mero hecho de hacerla”. Este concepto ha fascinado a quienes buscan maximizar su rendimiento y disfrutar de una vida más plena, pero en la práctica, lograr este estado en un entorno como es el laboral puede parecer un reto monumental. Pero, ¿cómo se puede lograr ese flow?

Con reuniones constantes, notificaciones sin fin y demandas que compiten por nuestra atención, más todo lo anteriormente citado, permanecer concentrado durante un tiempo prolongado parece más una ilusión que una posibilidad. Sin embargo, según Anne Laure Le Cunff, neurocientífica y ex empleada de Google, alcanzar este estado de concentración profunda no sólo es posible, sino que puede lograrse siguiendo una fórmula práctica de tres pasos.

1. Elige una tarea adecuada en la que puedas enfocarte

Le Cunff explica que no todas las actividades son aptas para inducir a la capacidad plena de rendimiento. Según investigaciones recientes en neurociencia, esta requiere un equilibrio entre desafío y habilidad: las tareas muy fáciles tienden a aburrirnos, mientras que las extremadamente difíciles generan ansiedad dificultando con ello la capacidad de concentración.

Actividades como escribir, programar o resolver problemas complejos, que son lo suficientemente estimulantes pero manejables, son ideales para alcanzar este estado. Estas tareas permiten que la red neuronal, la parte del cerebro asociada con el control consciente, se calme y fluya la experiencia adquirida, facilitando la inmersión en la actividad.

2. Minimiza las distracciones

Aunque la concentración supone un estado absorbente en el que el mundo exterior parece desaparecer, entrar en él requiere primero eliminar las interrupciones. En un mundo hiperconectado, esto significa tomar medidas drásticas: apagar notificaciones, dejar el teléfono en otra habitación y crear un entorno que fomente la concentración.

Le Cunff destaca que este paso puede ser el más difícil de implementar, ya que muchos subestimamos el impacto de las distracciones constantes. Sin embargo, el esfuerzo vale la pena. Cada interrupción no sólo rompe la fluidez de trabajo, sino que puede llevar hasta 20 minutos recuperar el mismo nivel de enfoque.

3. Limita el tiempo de estar enfocado en una tarea

A pesar de los beneficios y lo bien que te sientes al concentrarte, no es aconsejable pasar todo el día en este estado de visión túnel. Según Le Cunff, dos horas de concentración profunda son suficientes para obtener resultados significativos sin comprometer el bienestar físico o mental.

El uso de un temporizador no solo ayuda a mantener límites saludables, sino que también permite una pausa para reevaluar la importancia de la tarea. Esta práctica evita caer en un estado de concentración permanente que puede llevar a invertir tiempo excesivo en detalles poco relevantes.

La regla de las cuatro horas: un límite natural para el cerebro creativo

Numerosos estudios respaldan la idea de que el cerebro humano solo puede mantener un trabajo creativo y concentrado durante aproximadamente cuatro horas al día. Este límite no significa que no podamos trabajar más tiempo, pero sí que nuestras capacidades cognitivas alcanzan su punto máximo en este intervalo.

Maximizar estas horas implica priorizar tareas que permitan la concentración y estructurar el día para proteger este tiempo sagrado de interrupciones. Respetar los límites de nuestro cerebro no sólo mejora la productividad, sino que también hace que el trabajo sea más gratificante.

Ser capaz de concentrarnos plenamente no es sólo una forma de trabajar más eficientemente; es también un camino hacia una vida más satisfactoria. Al elegir tareas que desafíen nuestras habilidades, minimizar distracciones y establecer límites claros, podemos aprovechar al máximo nuestro tiempo y energía.

En un mundo que parece estar diseñado para distraernos, alcanzar nuestro pleno rendimiento es un recordatorio de que la concentración profunda y el disfrute del trabajo son posibles. Con un poco de práctica y disciplina, cualquiera puede experimentar la alegría de perderse en una tarea significativa y encontrar el equilibrio entre el rendimiento y el bienestar.