«De Bellum luce»
No preocuparse, que Sánchez «engañará» a todos
En la comunidad de intereses personales que por mayoría absoluta dejará a Sánchez en Moncloa sólo hay una pieza que no encaja en la ecuación, que Puigdemont no es Junqueras
El argumento con el que el PSOE busca poner sordina a los acuerdos de Pedro Sánchez con el prófugo Carles Puigdemont, además de con ERC, PNV y Sumar, es tan simple como remitirse a su pasado para concluir que «no hay razón de preocupación porque les va a engañar a todos, y no va a cumplir». Es la primera vez en democracia que la mejor carta de presentación de un presidente del Gobierno para los suyos es la que le define como un embustero, que nunca cumple su palabra.
No es de descartar que Sánchez tenga esto en mente, y que crea que hará cesiones, pero que cuando llegue el momento de la verdad, como buen trilero volverá a echar los dados al aire y empujón para adelante. En esto de la «mentira presidencial» se refugian los socialistas para negar que sus siglas vayan a verse manchadas con la decisión de conceder la impunidad al independentismo o con la de sentarles en una mesa a hablar con el Gobierno de España con árbitros internacionales, que garanticen la actuación legal de ese gobierno, como si esto fuera un país africano abierto en una guerra interna de tribus sin ley ni Estado de Derecho. Hasta piensan que lo de la mentira es aplicable al acuerdo con el PNV, quien supuestamente se conformará con el poder, no menor, de blindar al País Vasco de cualquier subida de impuestos.
A no tardar empezará a verse si tienen razón los que alaban los acuerdos de Sánchez porque están sostenidos en su capacidad de «engañar a todo el mundo a la vez», siendo este engaño la mejor garantía para mantener limpias las siglas socialistas de la vergüenza de lo pactado. Y puede que no llegue a tanto el líder del PSOE, pero incluso dando por bueno que les ha engañado hay un elemento que no puede olvidarse, y es la historia, el relato que se ha construido en esta negociación. El daño está hecho, con verificadores o sin ellos, con comisiones de investigación que enmienden la plana al Poder Judicial o sin ellas. El relato lo ha ganado Puigdemont y una vez que se ha subido a lomos del mismo caballo del que le tiró el Estado de Derecho en su embiste a la Constitución, ya no hay quien le baje salvo que Europa levante la mano y diga «hasta aquí».
En la comunidad de intereses personales que por mayoría absoluta dejará a Sánchez en Moncloa sólo hay una pieza que no encaja en la ecuación, que Puigdemont no es Junqueras.
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