Biblioteca Harley-Davidson
En nombre del progreso
Todo aquel que ponga en duda el progreso del gobierno progresista (sean los jueces, la comisión europea o la mitad de la población española) es un «facista» sin ese
Si ponemos a Patxi López, Salvador Illa y Félix Bolaños, los tres aplaudiendo, uno al lado del otro… ¿verdad que se parecen a los Minions?
Bromas aparte, gracias a ellos, todos los españoles vamos a poder pronto felicitarnos de tener de nuevo un gobierno progresista y avanzado, que nos va a situar indudablemente a la cabeza del mundo mundial. Gracias a él, viviremos en un país en el cual por fin dejaremos de mirarnos en el espejo de países europeos indigentes como Inglaterra, Alemania, Francia y, en cambio, inspiraremos nuestro comportamiento y vida política en solventes e indiscutibles potencias como Argentina donde inventaron el «lawfare» para poner en su sitio a los jueces, esos «facistas» sin ese.
Por supuesto, cabe preguntarse si constituye progreso alguno comprar votos a cambio de indulgencias de impunidad a gente que está procesada por corrupción. Cabe también cuestionar si es progreso promover la desigualdad entre españoles. Y cabe incluso finalmente interrogarse si no ha sido ese pretendido progreso feroz lo que ha acabado con el planeta tal como lo conocimos. Pero todo eso son minucias de filósofos, porque lo importante es decir que somos progresistas (que queda molón y moderno) y que tenemos un gobierno progresista, quienquiera que sepa lo qué es eso. Luego ya se verá qué significa ese concepto del progreso. Quizá hablar deprisa sin ton ni son, como una señora adicta a las anfetaminas en la cola del mercado, o recibir clases de logopedia para ver si colocamos de una puñetera vez bien la ese en la palabra «fascista». Quizá redactar mal unas leyes que excarcelan violadores. Desde luego, progreso intelectual no parece.
Lo que está claro es que todo aquel que ponga en duda el progreso del gobierno progresista (sean los jueces, la comisión europea o la mitad de la población española) es un «facista» sin ese. Lo mismo que todo aquel que proponga que la amnistía es un disparate oportunista.
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