Canela fina

La letra y el espíritu de la ley

«La nación ha regresado a las dos Españas a garrotazos del cuadro de Goya. Es necesario restablecer el espíritu constitucional de la concordia y conciliación»

Una buena parte de los partidos que integran Sumar, así como los aliados de Sánchez, Junts, ERC, PNV, Bildu y BNG, están abiertamente en contra de la Constitución. Pero a pesar del Frente Popular que hoy gobierna España, la Carta Magna de 1978 resiste, respaldada por la inmensa mayoría del pueblo español y por una administración de la Justicia seria, independiente, sin otra fisura de importancia que cierto sector del Tribunal Constitucional politizado por el sanchismo.

Con motivo del 46 aniversario de la Constitución, los periódicos impresos, hablados, audiovisuales y digitales han dedicado innumerables comentarios, la inmensa mayoría favorables, a la letra de nuestra ley de leyes. Año tras año se repiten los mismos planteamientos, similares comparaciones, idénticos argumentos.

Sin embargo, no se analiza la gran cuestión de fondo. La letra de nuestra Carta Magna, al margen de posibles reformas, se mantiene erecta; sin embargo, el espíritu que impregnó el admirable esfuerzo constitucional de 1978 se ha resquebrajado. La concordia y la conciliación entre los españoles fue el gran éxito de la operación política que se llevó a cabo tras la muerte del dictador Franco. España había padecido tres guerras civiles en el siglo XIX y una más, realmente atroz, en el XX. Las dos Españas a garrotazos, que sintetizó el genio de Goya en un cuadro excepcional, quedó superada en la primera década tras la aprobación de la Carta Magna por la voluntad general del pueblo español libremente expresada. Durante la gestión de Zapatero comenzó a fracturarse el espíritu de concordia y conciliación conquistado tras la muerte de Franco. Rajoy no supo hacer frente a la quiebra zapateresca del espíritu constitucional. Pedro Sánchez ha instalado ya en la realidad política las dos Españas a garrotazos. De la violencia generalizada nos libra algo que no existía en 1936: la Europa unida. El euro, schengen y el alud legislativo europeo hacen muy difícil que se produzca la explosión de la España sanchista, en la que predomina ya la violencia virtual, la intransigencia ideológica, la permanente agresividad, el insulto multiplicado.

Y ahí está la gran cuestión de la que apenas se ha hablado durante el aniversario constitucional. La política seria, los políticos de relieve, deben plantearse ya, sobre el mantenimiento de la Constitución, el restablecimiento de su espíritu. España necesita que la concordia y la conciliación presidan de nuevo la vida nacional.

Luis María Anson, de la Real Academia Española