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Lecciones de Calvo

Hablando de mentiras, llega la perla de las perlas. Cuando resultó obvio que Warren Sánchez había mentido, la profesora Calvo dijo que no, porque el Sánchez de antes de las elecciones y el Sánchez de la Moncloa eran dos personas diferentes

La profesora Carmen Calvo ha sido criticada por diversos motivos, pero nadie ha subrayado lo mucho que podemos aprender de ella.

Su célebre frase «el dinero público no es de nadie» es una precisa ilustración del papel de las trabajadoras forzadas a pagar el gasto público, y de cómo los políticos que presumen de «extender derechos» extienden realmente obligaciones.

Al aclararle a una periodista que el feminismo solo puede ser de izquierdas («bonita», añadió), puso el foco en el valor de las mujeres que se han atrevido a luchar contra el sectarismo machista autodenominado progresista, y era una invitación a comprar el libro Indomables, en el que diez mujeres plantan cara a ese sectarismo: Berta González de Vega, Guadalupe Sánchez, María Blanco, María Calvo, Marta Martín Llaguno, Miriam Tey, Paula Fraga, Rebeca Argudo, Teresa Giménez Barbat, y Yaiza Santos.

Entrevistada por Rosa Villacastín para Diez Minutos sostuvo la doctora Calvo: «La libertad de la mujer es no depender económicamente de nadie», una valiente denuncia de la opresión fiscal contra las mujeres, obligadas a depender del poder político, y no solo cuando gobierna la izquierda.

Carmen Calvo se ha jugado el pellejo por defender la libertad, utilizando la ironía y el sarcasmo. Cuando afirmó que la prostitución es una «sinergia del capitalismo liberal» estaba atacando la hipocresía del supuesto progresismo que pretende «avanzar» prohibiéndoles a las mujeres ejercerla, y aludiendo, claro está, a la nada capitalista dictadura cubana.

Hablando de Cuba, cuando anunció que la izquierda prohibirá «todos los espacios donde se produzca el enaltecimiento de las dictaduras» estaba censurando a los que llaman reaccionarios o ultras a sus críticos, pero saludan al Che Guevara, a Hamás y a otros criminales.

Por fin, mis dos lecciones favoritas de la señora Calvo. Un diputado en el Congreso expuso el CV de la profesora, y, ante su incuestionable endeblez, Calvo sostuvo que la culpa era del patriarcado, con lo que quiso subrayar la importancia de la libertad y la responsabilidad de las mujeres, en contra de las mentiras del poder.

Hablando de mentiras, llega la perla de las perlas. Cuando resultó obvio que Warren Sánchez había mentido, la profesora Calvo dijo que no, porque el Sánchez de antes de las elecciones y el Sánchez de la Moncloa eran dos personas diferentes. La mendacidad del presidente nunca fue mejor expuesta. Muy bien, doña Carmen.