Editorial
Aldama señala a Sánchez
Al presidente, los casos «Begoña Gómez», «Koldo» y «Aldama» le han impactado tan dentro que es incapaz de sacárselos de encima.
Víctor de Aldama ha tirado de la manta y ha esparcido por el suelo todo lo que había sobre ella, para que la Audiencia Nacional recoja cada una de las acusaciones vertidas y se cerciore de su veracidad o falsedad. Y no son baladíes. Señala con el dedo directamente a Pedro Sánchez como conocedor de buena parte de sus gestiones, por las que asegura que fue incluso felicitado en persona por el presidente –«gracias por lo que estás haciendo, me tienen informado», declaró ante el juez–; asegura que pagó mordidas a altos cargos ministeriales y del PSOE, incluido el número 3 socialista, Santos Cerdán, y Ábalos; apunta a varios ministros como colaboradores necesarios de sus tejemanejes (Ribera, Calviño, Montero, Marlaska. Torres...); y coloca a Sánchez como pieza central del «caso Delcy», del que dice que lo sabía todo, lo aprobó todo y lo manejó todo.
A nadie se le escapa que las declaraciones de un presunto delincuente, comisionista de una trama corrupta e implicado en varios delitos graves hay que ponerlas siempre en el contexto que marca su estrategia, marcada desde ayer por el ataque en vez de la defensa. Cada una de las acusaciones que lanzó deberán ser demostradas con pruebas documentales. Si no fuera así, caería sobre sus hombros el mazo de la Justicia en forma de querellas y demandas.
Aún así, la sombra que se cierne sobre el Gobierno, el presidente y el propio PSOE no puede dejarles indiferentes, ya que en este intercambio de acusaciones y desmentidos siempre van a quedar rescoldos –o algo más, aunque señalar con el dedo se quede solo en eso–, que causan enormes perjuicios a la imagen del Gobierno, ya duramente socavada por el desgaste de una legislatura abocada a vivir en el filo de la navaja, y por un presidente al que los casos «Begoña Gómez», «Koldo» y «Aldama» le han impactado tan dentro que es incapaz de sacárselos de encima.
Hasta ahora, el presidente siempre había encontrado una salida de emergencia por la que escabullirse de los choques frontales que se le venían encima. Pero el «tsunami» desatado por Aldama en la Audiencia Nacional va a obligar a Sánchez a desanclar su habitual línea de defensa –la de los culpables son otros, el silencio institucional y la negación continua hasta que parezca la verdad– y buscar uno de sus célebres golpes de efecto para contrarrestar su más que apurada posición, aunque los conejos empiezan a faltar en la chistera, en la que cada vez cuesta más que aparezca uno.
Alberto Núñez Feijóo ha reaccionado como líder de la oposición, exigiendo la dimisión de Sánchez y ofreciendo a los socios del Gobierno que exploren una moción de censura para «acabar con la podredumbre, las mentiras y la corrupción». Su oferta caerá en saco roto porque los «mutualistas» del Ejecutivo tienen todavía mucho que ganar.