Al portador

El lado correcto de la historia y «París bien vale una misa»

Resulta, cuando menos extraño, que Macron no invitara a Pedro Sánchez, y si no lo hizo, España tiene un problema diplomático de envergadura

Enrique de Borbón (1553-1610), el primer Borbón que reinó en Francia, como Enrique IV, parece ser que nunca llegó a decir aquello de «París bien vale una misa». Protestante de educación por influencia de su madre hugonote, fue bautizado como católico y tuvo que re-convertirse al catolicismo para acceder al trono francés. Para justificar ese cambio de credo habría pronunciado la celebérrima frase, pero no existe constancia documental. La historia es así y la política en cualquier momento. Tampoco hay explicación convincente para la ausencia de representación española en la reapertura solemne, tras una restauración de cinco años, de la catedral de Notre Dame, a la que asistieron mandatarios de medio mundo, jefes de Estado y de Gobierno. Pedro Sánchez, en el Congreso de Sevilla, apoteosis del bombo y autobombo al líder, proclamó que «ser socialista es estar en el lado correcto de la historia». No está ni mucho menos claro, sino todo lo contrario si, una vez más, España estuvo en el lado correcto de la historia al ausentarse –por decisión propia– otra vez de una cita histórica.

El Gobierno ha ofrecido unas explicaciones discutibles y la Zarzuela nunca habla de actos a los que no asisten los Reyes. La versión más oficial indica que hubo invitaciones, indelegables, para el Rey y la Reina y para el ministro Ernest Urtasun, que se excusó por un compromiso y esa tarde estuvo en el Circo Mundial. Algo no cuadra, porque en Notre Dame, hubo jefes de Estado y primeros ministros del mismo país. También hubo monarquías, como la británica, que enviaron al heredero, el príncipe Guillermo. Resulta, cuando menos extraño, que Macron no invitara a Pedro Sánchez, y si no lo hizo, España tiene un problema diplomático de envergadura. Hay teorías, incluso conspiranoicas, para explicar la ausencia española. Otras, apuntan que el Gobierno quiso mantenerse al margen de un acto religioso-católico. Ridículo, absurdo o infantil. Notre Dame es un símbolo que va más allá de lo religioso y, en cualquier caso, la historia europea, guste o no, es cristiana, y hasta el ultraizquierdista y laico Jean-Luc Mélenchon dice que «Notre Dame es una obra que pertenece a toda la humanidad». Hay más explicaciones y el elefante en la habitación del que nadie quiere hablar. Sánchez encajó mal que los Reyes se quedaran en Paiporta mientras él se retiraba tras ser todos abucheados y zarandeados. Cuentan que ni olvida ni perdona, pero hay cargos que bien valen un sofoco, igual que París bien vale una misa, dijera lo que dijera Enrique IV.