Las correcciones
Júpiter humanizado
En política las casualidades no existen y la moción de censura coincide con el juicio a Marine Le Pen que podría inhabilitarle
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, convocó inesperadamente elecciones legislativas anticipadas tras ser derrotado por la extrema derecha de Marine Le Pen en las elecciones europeas del pasado 9 de junio. Macron disolvió la Asamblea Nacional y dijo que la primera vuelta de las legislativas se celebraría 20 días después de la humillante derrota. «Francia necesita una mayoría clara para avanzar con serenidad y armonía», dijo Macron en un discurso televisado en el que trató de explicar por qué demonios había decidido convocar elecciones. Fue una decisión personalista, al más estilo del dios Júpiter, adoptada sin asesores. Quería una «clarificación» de los franceses sobre el liderazgo y la dirección del país y los votantes se lo aclararon con una derrota estrepitosa de su partido, Renacimiento, y una Asamblea Nacional «colgada» que se ha rebelado tres meses después contra el primer ministro elegido por el presidente, el conservador Michel Barnier por el presupuesto.
En política las casualidades no existen. La extrema izquierda de la Francia Insumisa vio como una provocación el nombramiento de un primer ministro de derechas después de que ellos hubieran sido la fuerza más votada. Desde el minuto uno amenazaron con desbancarle, pero al no tener la mayoría necesitaban la concurrencia de la extrema derecha. Hasta hace una semana la líder de Reagrupamiento Nacional (RN) sostenía a Barnier. ¿Qué ha cambiado? El juicio contra Le Pen por malversación de fondos europeos que quedó visto para sentencia el pasado 28 de noviembre. La fiscalía ha pedido una inhabilitación de cinco años condicionada a una aplicación provisional de la pena lo que dejaría a Le Pen fuera de la carrera al Elíseo en 2027. El fallo se conocerá el 31 de marzo y RN tiene mucha prisa para que se convoquen elecciones presidenciales anticipadas.
En consecuencia, la pieza a batir no era Barnier, es Macron. El presidente francés ha dicho que los llamamientos a que dimita son «política ficción» y que piensa completar su mandato. Pero hay pocas soluciones fáciles para un lío que sus rivales e incluso sus aliados creen que él mismo ha provocado. El presidente ha empezado a buscar candidatos para Matignon y existe una enorme presión para que no apure los tiempos. Ayer comió con el veterano centrista François Bayrou, uno de sus primeros colaboradores, considerado como su mentor político. También suenan para el cargo el leal ministro de Defensa, Sébastien Lecornu o el exprimer ministro socialista, Bernard Cazeneuve, que estuvo ya en las quinielas de septiembre. Pero no parece que un país inclinado a la derecha pueda ser gobernado por un dirigente de izquierdas salvo que sirva para romper el bloque del Nuevo Frente Popular. También podría dar un giro y nombrar a Jordan Bardella, delfín de Le Pen, con el fin de desgastar a la formación ultra de cara a las presidenciales. El candidato que elija se enfrenta a la misma difícil ecuación parlamentaria de la Francia tripolar en la que ninguno de los bloques que se disputan el control tiene la mayoría. O gobierna un bloque con apoyo de otro o se abre una brecha en uno de ellos para crear nuevas aritméticas. Un estancamiento prolongado y sin presupuestos pondría al país al borde del colapso financiero. Macron se juega terminar su segundo mandato y salvar su legado. Júpiter humanizado.
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