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El trípode

Europa ante una encrucijada histórica

Ahora, tras Groenlandia y Panamá, pasando por México, Canadá e Israel, le ha llegado el turno en su agenda a Europa, para acabar con la guerra que cumplirá ya tres años el próximo lunes

La agenda internacional que Trump ha impuesto apenas transcurrido su primer mes de regreso a la Casa Blanca –cumplido ayer 20 de febrero– está provocando una convulsión sin precedentes en la geopolítica mundial vigente desde la desaparición de la URSS hace ya más de 33 años, el 8 de diciembre de 1991, y que significó el final del orden global surgido tras la derrota del Tercer Reich nazi el 8 de mayo de 1945 y el Imperio del Japón a continuación, tres meses después el 15 de agosto, en la Segunda Guerra Mundial. Ahora, tras Groenlandia y Panamá, pasando por México, Canadá e Israel, le ha llegado el turno en su agenda a Europa, para acabar con la guerra que cumplirá ya tres años el próximo lunes, –comenzada 24 de febrero de 2022– desarrollándose en su frontera oriental. Y sin haber demostrado capacidad alguna por parte europea de promover una iniciativa válida para acabar con ella. Son tres años sin más respuesta eficaz ante esa guerra en Ucrania, que una permanente catarata de insultos y descalificaciones hacia Putin por parte de la (casi) totalidad de dirigentes de los 27 Estados que conforman la UE. Actualmente Francia y Alemania, considerados como los países sobre los que recae la mayor responsabilidad en la implementación de la política exterior de la UE han demostrado su incapacidad para tal misión en la «cumbre» de París del pasado lunes donde ni siquiera pudo salir un comunicado oficial de la misma. Es preciso recordar en los convulsos momentos que estamos viviendo, que la histórica gran Europa fue salvada por EE UU de una práctica desaparición de sus principios y valores históricos el pasado siglo, al incorporarse los estadounidenses como beligerantes junto al bando aliado el 8 de diciembre de 1941. Lo que significó un auténtico vuelco a la contienda que propiciaría el asalto a la Francia ocupada por el Tercer Reich con el Desembarco de Normandía del día D, el 6 de junio de 1944. Desde entonces ha delegado su seguridad y defensa en los estadounidenses por medio de la OTAN, renunciando implícitamente a defender una identidad política e histórica propia. Como «no hay mal que por bien no venga» quizás sea el regreso de Trump a la presidencia de los EE UU la ocasión para que Europa tome conciencia de que debe volver a ser «ella misma». Aquella que fue admirada entre las naciones de los cinco continentes y conocida como «la Cristiandad». «Solo se defiende lo que se ama, y no se puede amar lo que no se conoce»: Europa debe decidir volver a ser ella misma y no la actual «woke».