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Los puntos sobre las íes

¿El error de Prohens o el error Prohens?

El armengolismo pancatalanista continúa ganando batallas después de muerto… gracias al PP

Como no puede ser de otra manera, respeto a muerte cualquier lengua, pero me toca las criadillas que un político paleto me ordene en cuál tengo que educar a mis hijos. Es lo que me ocurrió durante los siete años que dirigí El Mundo de Baleares. Así como no he olvidado dónde estaba cuando se perpetró el 23-F, cuando Al Qaeda derribó las Torres Gemelas o cuando España ganó el Mundial de Fútbol, en mi memoria permanece vívidamente guardado el instante en el que mi hijo mayor me anunció que había aprendido a contar. Servidor, inocente de él, le retó en la palmesana playa de Illetas: «Cuenta, cuenta». Y él se lució: «Un, dos, tres, quatre, cinc, sis, set, vuit…». Harto seguido, sin solución de continuidad, me demostró que también se sabía los colores: «Blanc, negre, vermell, groc, verd, blau…». Mi cabreo era inenarrable porque, si bien es cierto que el saber no ocupa lugar y que mis dos abuelas eran catalanas, no lo es menos que su profesora indepe se había pasado el deseo de sus progenitores y el bilingüismo por el forro de sus caprichos. Despotismo aldeano del peor jaez.

Matas, el corrupto Matas, prometió acabar en la legislatura 2003-2007 con la hegemonía del catalán –que no mallorquín, menorquín, ibicenco y formenterés– que él mismo había diktado en su primera etapa al frente del Govern. Las cosas degeneraron con el PSOE, el gran Bauzá intentó implantar el trilingüismo pero no le dio tiempo por culpa del apocalipsis popular de 2015 y con la independentista travestida de socialista Armengol fue el acabose, al punto que el 90% de las clases se impartía en catalán. Marga Prohens se presentó a las elecciones de hace un año y 11 días con muchas promesas bajo el brazo, como es natural, pero una por encima de cualquier otra: resucitar el bilingüismo en la Administración y en las aulas. Item más: fue la condición sine qua non que fijó Vox para auparla al Gobierno autonómico el 6 de julio. No ha cumplido prácticamente ninguna. Cierto es que eliminó esa catetada que suponía primar el catalán a la hora de contratar médicos en la Sanidad pública, lo que imposibilitaba de facto el hipotético escenario de que un Nobel de Medicina trabajase en Baleares, pero lo mantiene para acceder a un puesto en la Administración. El 90% de las materias se continúa enseñando en catalán y, en el colmo de la indignidad, la Conselleria de Educación dijo «no» a cuatro familias que solicitaron que se cumpliera la sentencia del Supremo que obliga a desarrollar un mísero 25% del horario lectivo en español.

El armengolismo pancatalanista continúa ganando batallas después de muerto… gracias al PP. Claro que la contratante de Koldo García nunca hubiera llegado tan lejos como lo hizo su sucesora el 9 de mayo en un hecho que en el aznarismo le hubiera costado la cabeza. La izquierda sacó adelante, gracias a la abstención del PP del Consell de Mallorca, una moción cuyo objetivo era reprobar a Felipe VI por haber otorgado el título de Real a la Academia de la Lengua Balear. No contentos con ser más catalanistas que Puigdemont, Junqueras y, por supuesto, Armengol, los populares no se anduvieron con rodeos al día siguiente. El vicepresidente de Prohens lo dejó claro: «La lengua de las Islas es el catalán». Con estos amigos, ¿para qué queremos enemigos? Al punto que ya muchos baleares se preguntan si, más que un error tras otro de Prohens, el error es Prohens. La economía, que va muy bien, y la fiscalidad, que han amortiguado notablemente, no lo son todo.