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Insensateces

El dilema

Es cierto que no serán ni van a ser los primeros criminales que cuenten su versión de lo sucedido. Legal es legal, vaya por delante; otra cosa es que sea oportuno, deseable

Ocurrió tres cuartos de lo mismo con el caso del niño Gabriel y su asesina, Ana Luisa Quezada, la exnovia del padre del niño, condenada desde 2019 por matar un año antes a un crío de ocho años. La sometieron a un registro por, presuntamente, estar grabando desde la cárcel de Brieva, Ávila, con un teléfono y para un documental. Hace apenas unas semanas, se ha conmemorado aquella fecha del mes de febrero de hace seis años y su madre, Patricia, suplicó que se evitaran referencias a su homicida, que se evitaran comentarios sobre su comportamiento entre rejas y algún aspecto más que no añade sino dolor a los familiares del niño.

De nuevo aparece el debate sobre si los verdugos deben o no tener cauces para contar su versión, si humanamente hay que proporcionarles un altavoz o si la mera demanda lo justifica. Y surge de nuevo por el libro sobre José Bretón, el despiadado asesino que acabó con la vida de sus hijos para hacer daño a la madre. Su historia iba a ser publicada por Anagrama y, de momento, ha quedado paralizada su salida.

Es cierto que no serán ni van a ser los primeros criminales que cuenten su versión de lo sucedido. Legal es legal, vaya por delante; otra cosa es que sea oportuno, deseable. Se puede apelar a la libertad de expresión, a la necesidad de luchar continuamente contra la censura. Y todo eso tendría sentido si no fuera porque, por encima de todo eso, debería estar una pregunta para los que deciden publicar lo que dice José Bretón. ¿De verdad se puede ganar dinero con eso? ¿De verdad se puede ganar dinero con el relato de un hombre que ataca su exmujer, a la familia de esa mujer, como causantes de la tragedia? No será esta humilde señora mayor la que tenga que decirle a una prestigiosa editorial lo que debe hacer. Seguramente venderían ejemplares como churros debido a la fascinación que provocan algunos psicópatas, pero queda la pregunta de si de verdad merece la pena. Si es pertinente, necesario, conveniente. De si el dolor que causa está por debajo de la curiosidad, en interés y el derecho. Modestamente y desde aquí, estamos con la madre.