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Las correcciones

Paletos

Lo que parecen ignorar los miembros del chat de Signal es que sus mensajes ponen en peligro la vida de los valientes soldados americanos.

«The Atlantic» publicó hace dos días el plan de ataque del Ejército de Estados Unidos contra los rebeldes hutíes en Yemen compartido y discutido por el equipo de Seguridad Nacional de Donald Trump en un chat de Signal, una aplicación de mensajería abierta, al que se invitó por error al redactor jefe de la citada revista estadounidense. La espectacular filtración incluye capturas de pantalla de mensajes del secretario de Defensa con las horas precisas de los bombardeos, antes de que se produjeran. Trump restó importancia a esta gravísima brecha de seguridad, negó que se hubiera compartido información clasificada e hizo lo que suele hacer, arremeter contra la prensa tachando al periodista de «retorcido».

Con el chat, la Administración Trump transgrede una de las reglas más básicas de la comunicación de inteligencia que es la discreción. Hay además agravantes como el hecho de que uno de los miembros del grupo estuviese en Moscú, circunstancia que dispara el riesgo de «hackeo» por agentes extranjeros. El tono de la discusión y, en especial, el utilizado por el vicepresidente, JD Vance, y el secretario de Defensa de EE UU, Pete Hegseth, está lejos del que se espera de un alto cargo de una superpotencia. El diálogo recuerda al de un grupo de «rednecks» (paletos, en español) en la barra de un bar. JD Vance presume de ser un «hillbilly» (otra forma de referirse a los paletos estadounidenses) del Medio Oeste americano a pesar de haber estudiado en Yale, una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos. ¿Así forman a las élites?

Dicen que los patriotas aman a su país y los nacionalistas odian a sus vecinos. Y es esa animadversión tabernaria y tribal la que aflora en las conversaciones del chat de Signal. Pero lo más preocupante es que el equipo de Seguridad Nacional parece desconocer que sus mensajes ponen en peligro la vida de los valientes soldados norteamericanos que defienden a su país en el exterior. Esta terrible negligencia expone, además, el intercambio de inteligencia entre socios. Es muy posible que la operación contra los hutíes se hubiera producido con información de Arabia Saudí, que, en la próxima ocasión, valorará si comparte documentación sensible con EE UU. Por último, el círculo íntimo de Trump no entiende que defender el comercio global no es «salvar a Europa» sino proteger los intereses de los propios americanos. Si EE UU no asegura las rutas marítimas qué puede impedir que China no trate de imponerse en el Estrecho de Taiwán o Rusia en el Ártico. Pero la Administración estadounidense parece más interesada en intimidar a sus aliados de la OTAN que en disuadir a sus verdaderos adversarios.

La visita de hoy del vicepresidente y su mujer, Usha Vance, a Groenlandia acompañada del asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, se ha visto en Dinamarca como una «provocación». Es el segundo viaje de un miembro del equipo de Trump desde enero. El primero fue el de su hijo, Donald Junior, el mismo día en el que el presidente reiteró su interés de anexionarse este territorio danés, miembro de la OTAN. «Hay una profunda diferencia moral entre el uso de la fuerza para la liberación y el uso de la fuerza para la conquista». Esta frase de Reagan está muy alejada del espíritu de la nueva Casa Blanca que ha elegido ser aislacionista (o paleta).