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Al portador

El día que Sánchez querría estar de acuerdo con Feijóo

Nadie, con dos dedos de frente, da dinero a nadie sin una mínima red de seguridad, aunque sea de un pago tan cutre como los 15.000 euros que dice hizo llegar a Santos Cerdán

Juan de Mairena (1865-1909), el profesor y heterónimo apócrifo de Antonio Machado (1875-1939), les explicaba a sus teóricos algunos aquello tan famoso de «La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero», aunque este último no estaba muy de acuerdo. Pedro Sánchez tiene una relación compleja con la verdad, teorizada por Diego Rubio, su jefe de gabinete, para quien «hay verdades que, aunque no puedan ser alcanzadas, deben ser consensuadas». Quizá sea lo que espera, en último lugar, el inquilino de La Moncloa, después de que Víctor de Aldama, delincuente confeso en proceso de ser convicto –dentro de unos años, es cierto– tirara de la manta y acusara de todo lo divino y lo humano a parte del Gobierno y a colaboradores destacados del presidente. Aldama, heredero de ya una larga tradición de expertos en poner en marcha el ventilador de la porquería –Van Schowen (Filesa), Amedo (los Gal), Roldán, Perote, Bárcenas o José Luis Peñas, el del caso Gurtel, recién indultado por este Gobierno–, sin duda despechado por los Ábalos, Koldo o Santos Cerdán, ha lanzado la piedra sin esconder la mano.

Las acusaciones de Aldama son, por ahora, eso, acusaciones que, por supuesto, hay que probar pero, debilitan al Gobierno. La primera consecuencia, además de el que protagonista salga en libertad condicional, ha sido la de volver a crear dos bandos. Por una parte, los que creen a Aldama y por otra, los que cierran filas con el líder del PSOE. Los primeros esgrimen que todo es más que verosímil porque, ¿qué gana con sus denuncias si no son ciertas? Los segundos se apuntan a las teorías conspiranóicas antigubernamentales. Aldama también ha dicho, al salir de la cárcel, que si Sánchez quiere pruebas las tendrá. Es decir, mantiene y sube el órdago. No obstante, las evidencias deberán ser contundentes. Nadie, con dos dedos de frente, da dinero a nadie sin una mínima red de seguridad, aunque sea de un pago tan cutre como los 15.000 euros que dice hizo llegar a Santos Cerdán. Lo contrario sería una temeridad, incluso en un personaje, considerado inteligente, hábil y burlador habitual de la ley. Ahora, a la espera de las evidencias, y porque todo es verosímil, Sánchez queda debilitado, pero eso también le garantiza sobrevivir porque sus apoyos parlamentarios viven mejor con un Gobierno débil al que exprimir. El presidente, no obstante, desearía que fuera cierto lo que dijo Núñez Feijóo en La Razón, en la presentación del libro de Jesús Trillo sobre Fraga: «No siempre lo peor es cierto», pero «la verdad es la verdad», como enseñaba Mairena.