
La situación
La desventura de Juan Lobato
«Joaquín Leguina, primer presidente de la Comunidad de Madrid cuando Pedro Sánchez era un niño, ya sufrió las injerencias de la cúpula nacional del partido»
En febrero de 2015, Pedro Sánchez llevaba siete meses al frente del PSOE. Era el líder de un partido en crisis y que estaba en la oposición frente al gobierno de Rajoy, que disfrutaba de una cómoda mayoría absoluta. Sánchez trataba de hacerse con las riendas del PSOE (en octubre de 2016 sería expulsado por los suyos, y en 2017 –manual de resistencia– recuperaría la secretaría general, hasta hoy), y estaba especialmente interesado (obsesionado, siendo precisos) en controlar al Partido Socialista de Madrid (PSM).
Aquel día de 2015, Sánchez hizo algo que después ha repetido otras veces: imponerse por las bravas. Envió a sus guardias de seguridad a la sede del PSM en la plaza de Callao y el gerente del partido cumplió la orden de cambiar la cerradura de las oficinas, para que el líder socialista madrileño, Tomás Gómez (que ocupaba el cargo por haber ganado unas elecciones primarias) no pudiera entrar. Es cierto que no se utilizó a un sicario con piolet, como Stalin con Trotsky, pero el método fue expeditivo.
Sánchez organizó una gestora en el PSM, controlada por el fiel y devoto sanchista Rafael Simancas (hoy secretario de Estado), y en la que estaba Pilar Sánchez Acera, que había perdido las primarias frente a Gómez. Bingo: en marzo de 2024, la filtración del email con datos privados sobre el novio de Ayuso, que el desventurado Juan Lobato recibió en su móvil, lo envió Pilar Sánchez Acera, jefa de gabinete del jefe de gabinete del presidente Sánchez, el hoy ministro Óscar López quien, según medios cercanos a Moncloa (segundo bingo), es el hombre al que Sánchez quiere poner (imponer) al frente del PSM para enfrentarse a Ayuso.
Joaquín Leguina, primer presidente de la Comunidad de Madrid cuando Pedro Sánchez era un niño, ya sufrió las injerencias de la cúpula nacional del partido, y definió bien el problema histórico del socialismo madrileño, parafraseando al expresidente mexicano Profirio Díaz: «Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos». Leguina hizo una traslación castiza: «Pobre PSM, tan lejos de la democracia y tan cerca de Ferraz».
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