V de viernes

Controlados hasta con la basura

Arrecian las críticas hacia el sistema de tarjetas en los contenedores, cuyos detractores argumentan que es incómodo, poco higiénico y no ayuda a reciclar mejor

En principio lo de la tarjeta o el teléfono móvil para abrir el contenedor suena bien. Se presupone que será más efectivo y acabará con la costumbre de desprenderse de la basura de cualquier manera. Sin embargo, muchos de los vecinos de los barrios en los que se está implantando este sistema piloto, hacen comentarios bastante negativos al respecto. Primero, porque es un control más, que se suma a los controles que ya tenemos por la digitalización de nuestra vida, desde el dinero que usamos a los artículos que compramos. Pero en segundo lugar, porque algunas personas, por ejemplo en el barrio pamplonica de Azpilagaña, entienden que el modelo implantado es un incordio, no es más cómodo porque el contenedor hay que abrirlo con la mano, si alguien se olvida de la tarjeta suelta la bolsa junto a los contenedores y se va, amen de que encarece el servicio y no favorece el reciclaje. Subrayan también la incomodidad que supone a veces tener que llevar la basura, el paraguas, la tarjeta, el perro y “si encima el sistema falla y no se abre el container, hay que volver a casa con la bolsa mojada y perder mucho más tiempo del que suponía el sistema manual precedente”.

Los partidarios entienden, sin embargo, que esta fórmula acabará con la costumbre de depositar la basura de cualquier manera, mezclando los diferentes tipos de residuos. Un sistema inteligente, con cierre electrónico de los contenedores e identificación de los usuarios, mediante una tarjeta o una app móvil, que se está implantando ya en algunas provincias, junto con los nuevos recipientes marrones destinados a los residuos orgánicos. Piensan los partidarios, fundamentalmente las autoridades locales, que esta fórmula va a contribuir a una mayor limpieza de las calles, al asegurar que el sistema de tarjetas mejora la seguridad, el control y la eficiencia en la separación, especialmente en la recogida orgánica. No todos los modelos son iguales, si bien coinciden en el uso de dispositivos electrónicos como cerraduras con código o tarjetas de acceso. Ya hay consistorios que han repartido entre los residentes las correspondientes tarjetas, que permiten el registro de datos, como la fecha y hora de apertura y cierre, lo que según ellos facilita la trazabilidad y la gestión. Lógicamente se puede añadir cualquier otro dato que se desee, por lo que los contrarios a su implantación entienden que al final acabará siendo un modelo de control sovietizante, similar al que fracasó en la provincia de Guipúzcoa, cuando Bildu inventó una fórmula de colgar las bolsas de basura de diferentes colores en puertas y balcones, de manera que se podía inspeccionar lo que cada cual estaba poniendo en ellas, sancionando a quienes no reciclaba bien. No eran un sistema electrónico pero sí que incidía en la necesidad de ejercer un mayor control sobre la población. Aquello generó protestas masivas, y los bildutarras perdieron las siguientes municipales tanto en San Sebastián como en la Diputación foral.